Alberto Barboza: Latinoamérica, rumbo al peor de los caminos

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Esta entrega está inspirada en la nota del pasado lunes 13 del amigo Arquímedes Román titulada ¿Hacia dónde va Latinoamérica?” donde plantea que desde el año 2019 hasta junio del presente, en Latinoamericana se han producido doce elecciones presidenciales de las cuales once representaron una ruptura con el esquema tradicional, es decir, los partidos políticos clásicos salieron del poder y en su lugar llegaron algunos partidos noveles. En el caso que en Colombia gane Petro o Hernández, ya la ruptura es un hecho, quedando la relación trece-doce, y de ganar nuevamente Lula en Brasil, la proporción sigue aumentando plagándose Latinoamérica de gobiernos populistas y algunos derivados de las mutaciones comunistas de los últimos treinta años.

Pues bien, yo creo que Latinoamérica va por “El peor de los caminos”, haciendo alusión a la conocida canción del célebre compositor José Alfredo Jiménez, y para evitar el destino final, la clase política regional tiene que acometer un gran esfuerzo y valentía para identificar las causas raíces que explican esta realidad, y del consecuente coqueteo de la gente con el socialismo populista y el seudocomunismo.

Antes de continuar, menciono que en el mundo empresarial, increíblemente a estas alturas, generalmente no se aplican los métodos adecuados para resolver los problemas organizacionales, no se tiene claro que lo que se denomina problema es solo el efecto visible generado por unas causas casi siempre invisibles. Lo que sugiere el “Arte de la Calidad”, es que al diseñar las soluciones para resolver cualquier problema, estas deben estar en función de las causas raíces que los ocasionan, disueltas las causas, los efectos o problemas, desaparecen para siempre. Pero, si el diseño de las soluciones se hace en pro de los efectos, como casi siempre ocurre, los problemas nunca desaparecen debido a que sus causas quedaron intactas.

Pues bien, este esquema todavía débil en el mundo de los negocios, es casi desconocido en el ámbito de la política, ni remotamente se aplica por estos lares latinoamericanos, siendo la razón por la cual nuestra tradicional clase política democrática no ha resuelto contundentemente los problemas nacionales en términos de pobreza, educación, salud, seguridad y llevar a la sociedad a cierto nivel de prosperidad y bienestar. Entonces cabe la pregunta: ¿Por qué la clase política democrática conformada en los partidos tradicionales, no aplican los métodos apropiados para resolver los grandes problemas nacionales, lograr prosperidad social y evitar la migración hacia partidos emergentes enemigos de la democracia? Bien, a mi juicio estas son algunas de las razones:  

Primero; la falta de formación de los lideres, ¿Cómo es posible que los requisitos para ser presidente de una nación sean tan irrisorios?, donde cualquier “Analfabeta Griego” califica para ser Presidente de cualquier República. Un candidato presidencial debe poseer una brillante carrera gerencial, e incluso, si me apuran mucho, tener títulos universitarios de quinto nivel. A muchos les podrá parecer exagerado, pero estamos hablando de la administración de un país con todos sus bemoles e implicaciones del caso.

Segundo; la falta de un liderazgo tecnocrático, como consecuencia de lo anterior, nuestros gerentes o dirigentes públicos, han pretendido resolver los problemas nacionales y regionales basados solamente en consideraciones políticas e ideológicas, dejando de lado el método científico poseedor de las técnicas y herramientas idóneas para optimizar procesos. Tenemos algunos ejemplos de gobiernos tecnocráticos de altísima eficacia y eficiencia en la gestión gubernamental, como es el caso de Canadá o el de Chile que en una época se aplico la tecnocracia para el abordaje de problemas en algunos campos incluyendo la economía.

Tercero; la falta de innovación, toda organización que no aprenda, se innove, se supere a sí misma, se ajuste permanentemente a las nuevas exigencias de su mercado, a los gustos y preferencias de sus clientes, irremediablemente desaparecerá. Lo mismo ocurre con las organizaciones políticas, por no renovarse de acuerdo con los nuevos tiempos y las emergentes exigencias de la gente y los grandes desafíos nacionales, terminan anquilosándose, perdiendo el afecto de sus militantes y simpatizantes, que la llevan a la salida del escenario político y la consecuente pérdida del poder, creando el espacio para la entrada en escena de nuevos partidos enemigos de la democracia.

Cuarto; la falta de ética, es decir la corrupción, que ha superado el tema de la moral, y se ha convertido, por los asombrosos montos, en un factor económico destructor de un país. La actual corrupción es un fenómeno inversamente proporcional al desarrollo de un país. Las cifras que algunos personeros del propio gobierno y de la oposición suministran son tan groseramente altas, que se nos viene a la mente el caso del Fondo Soberano de Noruega, país que supo aprovechar los vastos ingresos petroleros de los últimos veinte años, convirtiéndolos en acciones y renta fija garantizando el bienestar de sus futuras generaciones. En Venezuela se perdió la posibilidad de tener un fondo de algunos setecientos mil millones de dólares, que a un plazo fijo del 2% generaría una renta anual de unos catorce mil millones de dólares ¿Cuantos problemas no estaríamos resolviendo en estos momentos?

Quinto; la falta de educación, factor clave de éxito, por un lado, el conocimiento, la sensibilización y cultura de la gente para poder distinguir entre los “Encantadores de serpientes” y los verdaderos líderes. Y por el otro, los que nos educamos en las Universidades recibimos demasiada información apologética sobre marxismo y comunismo, adosando todos los males de la humanidad al capitalismo.

Indiscutiblemente, desarrollar cada uno de estos temas, da para varias tesis de grado, pero la invitación es a la reflexión y a la toma de conciencia de la clase política democrática regional, que es la responsable de evitar que Latinoamérica tome el peor de los caminos.

Alberto Barboza

Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad

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