¿Recuerdan el escándalo de La Vuelta y a su protagonista principal Nelson Navarro?
Para algunos quedó en el olvido, pero para otros tantos no. La Vuelta fue una estafa gigante, quizás la más grande de la historia de Venezuela. Tuvo origen en el Zulia y consistió en captar capitales en dólares de las personas a cambio de ofrecer intereses mensuales por encima del 15%, en casos especiales incluso el 25% mensual.
Por supuesto, semejante “oferta” de utilidad tan lucrativa fue muy atractiva para mucha gente que cayó por incauta en la gigantesca estafa piramidal.
El fondo de la tramoya consistía en vender facturas de la industria petrolera a un costo muy por debajo de su valor real y, por supuesto, ganar un dividendo tan grande que permitiera pagar los desmesurados intereses mensuales. Pero como era de esperarse, pronto la cadena se desmoronó al incumplirse los pagos prometidos y devino el escándalo que se conoció como La Vuelta.
Al frente de esta estafa estuvo un personaje gris para los negocios, pero muy audaz para envolver a la gente utilizando el espejismo de ofertas altamente lucrativas. Su nombre: Nelson Navarro. Este personaje tuvo que huir del país cuando un tribunal decidió abrirle una investigación por el delito de fraude. Navarro se escondió en Estados Unidos y, al menos en lo que respecta a Venezuela, nunca más se supo de él. Pero resulta que Navarro se agazapó en Houston, Texas, y desde ahí, valiéndose de su audacia, falta de escrúpulos y experiencia en materia fraudulenta, siguió incursionado en varias operaciones comerciales donde, de nuevo, comenzó a dejar su impronta.
Se metió en una empresa proveedora de CITGO, de nombre OIL TECH LLC, en donde aparecen otras personas como socios propietarios, él nunca aparecía, y vendía con elevados sobreprecios. Detectada la irregularidad fueron congelados sus pagos y por supuesto dejó colgado a más de una empresa fabricante que finalmente optó por demandarlo.
Luego se metió a constructor de viviendas en el lujoso condado de The Woodlands, en las afueras de Houston, donde de nuevo su modus operandi consistió en pedir a terceros que colocaran capital y a cambio ofrecía porcentajes elevados de utilidad. Es además curioso el caso de uno de ellos, el pelotero Henry Blanco quien le transfirió confiado 250.000 dólares y Navarro no sólo nunca honró su compromiso, sino que incluso se quedó con la vivienda que construyó que es en la que actualmente habita con su nueva cónyuge Danisha Kozaczkiewicz.
Más recientemente montó el Dealer TEXAN SUPER DEALER LLC, de venta de carros usados, que como de costumbre no aparece a su nombre sino de la señora Danisha. Allí utiliza el mismo mecanismo, es decir, ofrece interesantes utilidades en interés por el capital que otros aporten y luego no rinde cuentas, no paga lo ofrecido y va dejando damnificados en el camino.
La razón del porqué los negocios no los coloca a su nombre es precisamente porque teme ser rastreado por otros y además porque tiene altas deudas pendientes con el IRS, la institución recaudadora de impuestos de EEUU, lo que le impide a su vez tener créditos bancarios y demás transacciones propias del mundo empresarial.
Según denuncias pasan de 15 los estafados por Nelson Navarro, por aporte de capital, y muchas más familias víctimas de sus torcidos negocios. Mucha gente se pregunta ¿cómo ha podido seguir en sus andanzas estafando en los EEUU donde la justicia es implacable con este tipo de crimenes.
Pues valiéndose de la ingenuidad de quienes creyendo en su palabra se embarcaron, porque su astucia con el verbo es la única carta de presentación frente a quienes lo desconocen. Pero ya el FBI está detrás de él y de sus colaboradores inmediatos y pronto va a tener que dar explicaciones a la justicia, las que nunca dio a sus amigos y asociados. Ya fueron introducidas dos demandas ante instancias judiciales por estafa agravada y su deseo de hacerse ciudadano americano va a ser impedido por estos hechos delictivos en los cuales está implicado.
Seguiremos aportando, como producto de nuestras investigaciones, más detalles acerca de Nelson Navarro, de sus estafas y de sus colaboradores. Nos motiva la solidaridad con la diáspora venezolana. Porque al denunciar a personas como Nelson Navarro hacemos un favor a tantos otros que pueden convertirse en víctimas, y porque la diáspora venezolana es de alta calidad, tanto por sus cualidades profesionales como por los valores familiares y ciudadanos que la caracteriza, es gente honrada y de trabajo, para que unos pocos delincuentes nos manchen en el extranjero.