Dámaso Jiménez: Colombia petrificada

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Con una cifra record de más de 11 millones de votos, Colombia le entregó las llaves de su caja fuerte republicana a una franquicia de la izquierda mundial representada por Gustavo Petro, un exguerrillero de la extinta organización criminal M-19, economista de tendencia marxista, congresista y orador destacado y uno de los tantos pésimos alcaldes que han desfilado por Bogotá.  

Tomará posesión de la casa de Nariño el próximo 7 de agosto, en medio de una ingenua expectativa nacional, donde todos los colaboracionistas, medios, iglesia, empresarios, universidades, intelectuales y clase media en general, esperan por el beneficio de la duda para que todo funcione bien, desconociendo que no se trata de un hombre sino de una nefasta organización con propósitos expansionistas en América Latina.

Petro ha prometido dar un giro de 180 grados en uno de los países de mayor crecimiento económico en la región, pero sus ideas económicas no coinciden con los manuales actuales. En una de sus declaraciones como nuevo mesías del Pacto Histórico apoya la idea de imprimir más billetes para que la gente tenga más dinero en el bolsillo, conociendo de antemano que es la formula directa para erosionar cualquier economía, implosionar la moneda y crear una mentalidad de dependencia entre la población.

Cierto que todo triunfo genera un esplendor y simpatía entre los medios que le han permitido un “pret a porter” de hombre educado y una imagen de “izquierdista moderado”, muy alejado del socialismo del siglo XXI, pero este delfín de Chávez es mucho más pragmático y contará con una maniobrabilidad política mucho mejor que la de Maduro y Ortega.

Aunque aún no ha perfilado su equipo de gobierno completo, Petro jugará sus fichas y tareas diplomáticas con los EEUU y la UE más al estilo de Luiz Inácio Lula Da Silva y Manuel López Obrador

Su agenda visible dice estar orientada hacia la lucha contra el cambio climático para salvaguardar la biodiversidad en el país, renegociar los tratados de Libre Comercio existentes para adecuarlos a las nuevas prioridades de la tendencia que representa, lo que significa aumentar los niveles de control y manejo de las importaciones y exportaciones, bajo la asesoría de regímenes autoritarios como China, Rusia, Irán, Cuba y Venezuela.

Cuando Petro habla de paz previo a su asunción al poder, no parece referirse a la simbiótica cohabitación con los sectores productivos e históricos de Colombia, que buscan abrirse a los mercados globales con acuerdos potenciales con EEUU y la Unión Europea. El gran error de los sectores radicales de cualquier formato es pensar que la paz es la aniquilación casi total del otro. La paz del madurismo que ha controlado casi 10 de los 23 años del chavismo en el poder, ha sido borrar del mapa toda oposición digna, liderazgo empresarial, invocar la persecución, tortura y violaciones de los derechos humanos para motorizar una diáspora de más de 6 millones de venezolanos, erosionar y corromper la institucionalidad y establecer un estado forajido y permisivo sin controles, así como la  apropiación de las riquezas de la nación para su usufructo criminal, sin que ningún poder externo pueda intervenir ante el carácter soberano de un país convertido en guarida.

A partir del próximo lunes Colombia tendrá una mano geopolítica distinta a la de estas horas. Petro nunca ha condenado la violenta invasión rusa y la feroz feroz guerra que ocurre en Ucrania, prometió un cargo como asesor a José Luis Rodríguez Zapatero, sus cercanos aseguran que admira China y a pesar del libreto contra las atrocidades cometidas en Venezuela se telefonea constantemente con Maduro, quien cobrará como nadie el nuevo escenario una vez instalada la izquierda en Colombia. Dime con quién andas y te diré que te traes entre manos, sería la frase que mejor describiría la nueva puesta en escena y a aquellos espectadores que esperan una larga luna de miel y un cambio de mentalidad en una ficha de la mayor corporación criminal de América Latina.

El analista geopolítico Antonio de la Cruz, director ejecutivo de Interamerican Trends con sede en Washington, es enfático al afirmar que Petro viene a reforzar el proyecto “revolucionario del Foro de Sao Paulo en su segunda bocanada y alinear todo lo que significa el nuevo eje Caracas-Bogotá en materia de negocios ilícitos, lavado, contrabando y destrucción de la economía conservadora, para darle cabida al caos del mercado negro y el contrabando y el surgimiento de nuevos elementos para el manejo de la riqueza.

De esta manera Petro se convierte en la pieza clave para sostener no solo la izquierda latinoamericana sino dictaduras como la venezolana y la nicaragüense, bajo el contexto hegemónico de China y Rusia. Es la tarea y hará lo que le conviene, así trate de explicar por enésima vez que Maduro es un dictador y Chávez su héroe.

Al igual que los presidentes de Argentina y Chile, Alberto Fernandez y Gabriel Boric, Gustavo Petro podría darse el lujo de mantener cierta distancia de la corrosiva dupla Maduro-Cabello, porque sus funciones dentro de la organización serán distintas, aunque los negocios sean los mismos.

El nuevo presidente de Colombia será un factor determinante no solamente para el blanqueo de la narcotiranía venezolana, ya que permitirá que los negocios ilícitos de Venezuela sigan fluyendo, tal cual López Obrador con los carteles mexicanos bajo su consigna, “abrazos y no balazos”. Petro garantiza Colombia adentro, una alianza con todas las fuerzas insurgentes como el ELN y todos los bemoles de las FARC.

Cuando Petro habla de paz se refiere a la creación de un nuevo pacto con esta nueva alianza. Obviamente no le está alcanzando su mano a la oligarquía colombiana, cuyo reto será hacerla desaparecer lo antes posible, mientras le dobla el brazo a la institucionalidad. ¿Qué Colombia no es Venezuela? En México como en Venezuela la institucionalidad del estado es un maquillaje. El verdadero Estado son los carteles. Es un régimen de mafias.

A pesar del beneficio de la duda Colombia será el próximo caldo de cultivo del proyecto revolucionario del Foro de Sao Paulo, cuya mutación posiblemente sea mucho más rápida que la sus predecesores.

@damasojimenez