Alberto Barboza: Reingeniería de la economía mundial

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La absurda agresión bélica de Rusia contra Ucrania, no era necesaria, no existen guerras justificadas donde la vida de las personas sea un dato estadístico, independientemente de cualquier argumento para iniciar un conflicto armado, siempre la inteligencia y la sabiduría humana debe estar por encima de la violencia. Solo se puede entender la guerra desde la perspectiva del agredido, por el simple derecho a la defensa. A la gente de paz nos duele Ucrania, sobre todo esos ciudadanos que han sacrificado su tranquilidad, sus bienes, sus familias y sus vidas. Espero que la humanidad aprenda algo positivo de este cruel evento, y la lección aprendida, sea el blindaje para que cosas como estas no ocurran en el futuro cercano y lejano.

La mayoría de los países del bloque occidental, el llamado mundo libre, cometieron un “craso error” histórico al no aprovechar la coyuntura de la desgracia del comunismo a finales de los ochenta y principios de los noventa, con la desintegración de la Unión Soviética en quince Repúblicas independientes y la caída el Muro de Berlín, era el momento propicio para llevar a la mínima expresión toda doctrina comunista y el socialismo totalitario. Pero en su defecto, decidieron “coquetear” con lo que quedó de comunismo, creyendo quizás, ingenuamente, que la democracia y las economías de mercado, serian compradas por todo el mundo, se ensalzaron con los negocios globalizados y desestimaron la venta de los conceptos de libertad y democracia, y lo más grave, hasta establecieron alianzas estratégicas con regímenes totalitarios, como es el caso de Rusia y la China. Por su parte, el maltrecho comunismo, se reorganizó de diferentes maneras, en China se reestructura la economía en términos de productividad y capacidad de producción pero manteniendo un sistema político cerrado, y en Latinoamérica el Foro de Sao Paulo, que nació por esos días, ha venido trabajando paulatinamente en su objetivo de socavar las bases de la democracia.

Debo confesar que por un buen tiempo fui creyente del socialismo, seguramente se debió a mi época de estudiante de economía, para entones el pensum de la carrera de economía tenía más carga social que técnica, se estudiaba mucho la doctrina marxista y las economías de planificación centralizada, al lado de severas críticas hacia el liberalismo de la época promulgado por Milton Friedman. Era difícil no sucumbir ante los encantos del socialismo y del romanticismo cubano. Actualmente, a raíz del acontecer político y económico, estoy profundamente convencido, que el comunismo y todo lo que se le parezca, es una “enzima catalizadora” de la pobreza social. No existe el sistema político-económico perfecto, pero indiscutiblemente, en democracia con un fuerte equilibrio de los poderes públicos y una economía libre, es el mejor ambiente para garantizar la libertad, dignidad y el progreso del hombre.

Después de los trece días de tensión mundial por la crisis de los misiles en Cuba en 1962, no recuerdo haber escuchado, por estadista alguno, el termino de probabilidad de guerra mundial, hasta hace algunas semanas por el caso Rusa-Ucrania, que se estiman repercusiones hasta en el más recóndito lugar debido a la interdependencia sistémica y holística del mundo actual. El bloque de países libres debe diseñar una solución económica que minimice al máximo, no solamente la repetición del hecho, sino también, sus efectos. En tal sentido, es necesaria una reingeniería de la economía mundial o del comercio internacional, en función de eliminar toda vulnerabilidad a futuras acciones de países como Rusia y China, que tienen agendas ocultas en términos de dominación mundial. Rusia está mostrando sus garras y de lo que es capaz de hacer, por su parte, China tiene un plan estratégico para liderar el mundo y va “cabeza a cabeza” con los Estados Unidos, de hecho, es la segunda economía del planeta.

Reorganizar el sistema económico sería muy traumático en casi todos los sentidos, ya que el comercio internacional tiene una considerable interrelación con la economía China, cuyo producto interno bruto representa un poco más del 15% del PIB mundial y junto al PIB Ruso, que no llega al 2% del PIB mundial, ambos representan casi el 17% del PIB global, así que esa dependencia hace la propuesta sumamente difícil de asumir, pero considero que vale el esfuerzo en función del dolor y las consecuencias ulteriores, cuando llegado el día, nuestros países y el resto del mundo, orbiten alrededor de un país como la China o Rusia, cuyo valor sobre el concepto de derechos humanos tiende a cero.

La primera fase del proyecto mundial consistirá en un diagnostico estratégico de las capacidades reales y potenciales de producción y la demanda agregada de bienes y servicios entre los países de mayor influencia en el mercado internacional, a los efectos de diseñar una matriz de exportaciones e importaciones que regirá las relaciones comerciales internacionales, y todos aquellos países que representan un peligro a la paz mundial que hagan lo mismo entre ellos. Este sistema no representa una agresión bélica y tampoco estamos hablando de sanciones y cosas parecidas, es decir, no representa agresión alguna hacia Rusia y China, solamente que el mundo libre perdería sensibilidad económica frente a éstos.    

Este proyecto mundial, también sería una gran oportunidad para los países menos desarrollados en términos de industrialización, muchas empresas occidentales que actualmente operan en China, como consecuencia del mencionado “coqueteo” y la búsqueda de maximizar ganancias mediante mano de obra barata, podrían ser trasladadas, por ejemplo, a Latinoamérica, lo cual ameritaría un interesante proceso de calificación de la mano de obra.

Soy defensor a ultranza de la economía de mercado, sin embargo reconozco la debilidad que casi siempre las ganancias y beneficios individuales se sobreponen a los beneficios sociales. Por ejemplo, las inversiones occidentales en China fueron un error estratégico, “nunca pero nunca, una rana debe cruzar el rio con un escorpión a cuestas independientemente de la promesa que éste le haga en virtud del favor solicitado”.

Alberto Barboza

Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad

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