Hugo Delgado: El oscuro legado

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Históricamente, Venezuela tiende a dirimir violentamente sus discrepancias, en las que el más fuerte o más tramposo impone su ley, sin respetar la legalidad. Es el país del siglo XXI que vive una de sus más tétricas experiencias político-ideológica. Esta vez, la sociedad entregó su poder de decisión a Hugo Chávez, un personaje oscuro, audaz, corrupto, mentiroso y con ínfulas de mitificarse para perdurar en el tiempo. En su cabeza “hay una quincalla intelectual”, dijo un ferviente revolucionario enchufado hace varios años cuando se le pidió que definiera a su líder. El tiempo le dio la razón, el legado demoledor que condujo a la nación al borde del abismo es un hecho.

En reciente artículo de opinión (Noticiero Digital 19 de diciembre de 2019), el historiador de la Universidad del Zulia, Ángel Lombardi Boscán, escribía en relación con la fecha de conmemoración de la muerte de Simón Bolívar, “la ideología política del Estado venezolano es bolivariana, sin el permiso del Libertador. Venezuela, a través de sus gobiernos, caudillos, presidentes y dictadores, se han legitimado arropándose con el mito Bolívar. Y el mito como tal si bien confiere una orgullosa y altiva identidad nacional que ha cohesionado a todo un colectivo heterogéneo y disperso por las grandes fracturas socioeconómicas nunca atendidas debidamente, ha terminado por ser toxico y contraproducente”.

Y es que Chávez, como otros más, sin mucha claridad intelectual buscó bases ideológicas para sustentar un proyecto disperso, justificado con una contradictoria y disparatada fusión de pensamiento nacionalista, bolivariano y socialismo, para luego proponer el socialismo del siglo XXI (construido por el alemán Heinz Dieterich), explotador del resentimiento social y la duda que acompaña a Venezuela desde su independencia (lo hicieron Boves y Páez en sus tiempos), pero en la realidad esa “quincalla intelectual”, impregnada de visiones megalómanas y resentimiento, solo buscó convertirlo en el centro del mundo a punta de petrodólares, líder de los pueblos desamparados y crítico de cualquier cosa que viniera del capitalismo.

En su obra Hitler 1936-1945, el historiador británico Ian Kershaw al analizar la vida, obra y legado del dictador alemán, dejó una serie de conclusiones aplicables a Hugo Chávez. El primer interrogante que se desprende de su rigurosa investigación, es cómo llega este personaje al poder y cómo logra que la sociedad germana exigente y culta lo apoyara hasta en sus planes de delirios de grandeza y de autodestrucción del país.

En el caso venezolano, el comandante eterno (término que responde a ese resabio de mitificar el militarismo como fuente salvadora de la patria) llega por el desgaste de un modelo partidista de Acción Democrática y Copei, basado en vivir de la renta petrolera, degenerado por la corrupción, la injusticia y exclusión social, los desequilibrios económicos, el obsesivo control del poder y un desgaste generalizado que pedía a gritos la evolución del sistema. Chávez con su discurso llenó de ilusión y esperanza al país, proyectó su visión de militarismo firme y nacionalista, defensor de los más profundos sentimientos patrios y garante de la bonanza petrolera, la justicia social y el desarrollo armónico y feliz de los venezolanos, la mayoría compró la idea y se montó en el tren del encanto.

Esa creciente frustración del modelo bipartidista adeco-copeyano condujo a la sociedad, y, en especial a sus grupos políticos y económicos a buscar una alternativa rápida y mágica -obviando la evolución histórica y sus lecciones-, tratando de resolver con un nuevo mesías, los problemas institucionales, morales y de gerencia pública, en especial la relacionada con el manejo de la renta petrolera controlada por el Estado todopoderoso. De ahí surge la figura de un militar, gris, resentido y golpista, Hugo Chávez, convertido en genio y figura, luego de su rendición durante la fracasada intentona del 4 de febrero de 1992. Extrapolando la experiencia local se puede establecerse una analogía entre el caudillo nacional y lo sucedido con Hitler en la Alemania posterior a la I Guerra Mundial.

Lombardi Boscán en otro artículo titulado Napoleón Bonaparte, Libertador de América (Noticiero Digital 5 de diciembre de 2019) resume en gran parte ese legado que hoy hunde a Venezuela en una de sus peores crisis económicas y morales:”El caudillismo nos definió y hundió a la vez en un atraso político mediocre. Agréguele, la vertiente militarista actual, como derivado de una nación que se hizo desde los campamentos y tropelías”.

La precisa observación del historiador zuliano destaca la mediocridad de la dirigencia chavista que ha gobernado durante los últimos 20 años, con el agregado de la escasez de valores y el protagonismo perverso de los militares ahora ocupando todos los espacios de la vida pública y ejerciendo una ilimitada corruptela, de la mano con los gobernantes civiles, como si continuaran cobrando con creces la gesta libertaria de hace 200 años.

Centrando el análisis en el personaje Chávez también se deduce que su castigo a Venezuela es producto de su origen histórico llanero, de su patología esquizofrénica y su soberbia, reflejada en la destrucción del país, de su sistema educativo, de su industria petrolera (ahora entregada a los intereses chinos, rusos, Estados Unidos y españoles), de su aparato productivo industrial y agropecuario y la consecuente gestación de un canibalismo social convertido en el factor incidente de la destrucción nacional.

El chavismo produjo el derrumbe de la institucionalidad social y política, convirtiéndola en marioneta de inescrupulosos gobernantes que la utilizan a su antojo; destruyó ciudades ahora corroídas por la indolencia oficial, oscuras e incapaces de abrazar al ciudadano; lo más grave, convirtió la incipiente democracia en un cascaron vació. Aupado por la larga bonanza petrolera que le permitió mantener a quienes viven de la dádiva, de la remuneración sin trabajar y de la falsa percepción de bienestar porque no pagas los servicios de luz, agua y gas, y reciben bonos que al final del cuento no le permiten superar su vida miserable.

Todas las políticas públicas quedaron subyugadas a los intereses ideológicos del comandante, así entraron por el embudo empresarios, dirigentes aliados, la economía, las misiones de salud, educativas, culturales o deportivas, etc; “como vamos viendo, vamos haciendo” dijo una vez cuando le interrogaron sobre asuntos económicos, el tiempo se encargó de demostrar cuan nefasta fue su explicación, al punto que la lógica que sostiene al régimen es casi inexplicable a no ser por los negocios, compromisos oscuros, la corrupción y el venderle el alma al mejor postor.

¿Cómo los venezolanos permitieron tan perverso plan para controlar sus vidas y la del país hasta convertirlo en una entelequia funcional subyugada a intereses foráneos? El control de Hugo Chávez lo posibilitó el Estado paternalista y todopoderoso nutrido con los ingresos petroleros. La alianza con Cuba permitió el diseño de estrategias para mantenerse en el poder, financiar y vincularse con grupos exógenos con intereses comunistas y narcoterroristas, que ahora la convierten en un bastión inexpugnable, dada su posición geoestratégica que aún no entienden EEUU y sus aliados.

Venezuela ahora no sabe qué rumbo tomar y mucho menos con quien lo va hacer, si pretende reconstruir su democracia y recobrar su maltrecha soberanía. Durante dos décadas el régimen construyó el camino hacia la autocracia militar, la cual se quiere justificar con la tesis de la unión cívico-militar propuesta por el argentino Norberto Ceresole, uno de los primeros asesores de Hugo Chávez, ocultando así una simple asociación destinada al control del poder y la corrupción.

Luego de endosar el poder a Chávez, millones de venezolanos ahora huyen a otros países, agobiados por la crisis y la miseria humana que cubre los cuatro rincones de Venezuela. El país es referente de cómo una dirigencia mediocre y corrupta, y una sociedad irresponsable construyeron su propio camino hacia la autodestrucción. El comandante supo interpretar lo que las masas querían oír y con un despliegue propagandístico y dádivas con sus supuestos programas sociales produjo el efecto de atracción hacia su causa, tal como lo hizo Hitler.

En 1999 la iniciaron, con el poder del voto, respaldando a la Asamblea Nacional Constituyente y la posterior aprobación de la nueva Constitucional Nacional Bolivariana, estó facilitó a Chávez la toma total del poder y de las instituciones democráticas. Frenar ahora ese proceso resulta cuesta arriba. El mal está hecho, aunque la destrucción de Venezuela no será total, como sí ocurrió con la castigada Alemania después de la II Guerra Mundial, pero su recuperación nos será fácil. Durará varios años y demandará mucho trabajo moral y espiritual para levantar la maltrecha patria.

@hdelgado10