Antonio de la Cruz: Venezuela: la peor dictadura y la más corrupta del continente

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La Unidad de Inteligencia de The Economist publicó el Índice de Democracia 2022 la semana pasada. El estudio califica con una máxima puntuación de 10 el estado de la democracia en 167 países en 5 condiciones políticas: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política democrática y libertades civiles.

Según la última edición, el régimen madurista se consolida como la mayor dictadura del continente americano a pesar de haber mejorado su desempeño una décima (0,12) en 2022. Desde 2020, el de Venezuela es calificado como el peor régimen autoritario de la región, un resultado que desplaza a Cuba del lugar que ostentaba desde el inicio de la medición en 2006.

En el ranking está por detrás de los regímenes autoritarios de Miguel de Díaz-Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua, y de Haití, un Estado inexistente.

En cuanto a Latinoamérica y el Caribe (5,79) la tendencia sigue apuntando a una región en la que comienzan a imponerse regímenes híbridos: que poseen características tanto democráticas como autoritarias ─la sociedad civil existe, pero la población está estrechamente vigilada por el gobierno─. Solo Uruguay (8,91), Costa Rica (8,29) y Chile (8,22) integran la lista de países democráticos.

La misma semana, 31 de enero, la organización no gubernamental Transparencia Internacional publicó el Índice de Percepción de la Corrupción 2022 que solo considera la economía, la política y la administración.

Venezuela ocupó la posición 177 de 180 países. Resultó ser el país más corrupto del continente americano y el cuarto del mundo. Por detrás de Haití (171) y Nicaragua (167) en América Latina y el Caribe y por delante de Siria (178), Sudán del Sur (178) y Somalia (180) a escala global. Desde 2017, la lucha contra la corrupción está estancada en las Américas, según Transparencia Internacional. El régimen de Maduro falla en su labor al ser parte de las redes criminales que saquean el erario y los recursos naturales.

Para entender el impacto de tener la dictadura más fuerte y corrupta de la región veamos lo que Leonardo Padura, uno de los grandes escritores cubanos del presente, declaró sobre el régimen cubano a BBC News Mundo.

“En Cuba ya estamos cansados de vivir tanto tiempo en la historia y queremos vivir en la normalidad (…) Las manifestaciones que hubo el 11 de julio de hace dos años, salió mucha gente a la calle, y muchos fueron detenidos y han sido procesados y condenados con penas bastante elevadas. Son condenas que muchas veces han tenido un carácter más ejemplar, en el sentido de decir ‘si esto vuelve a ocurrir, mira lo que le pasó a los que ya lo hicieron’. Porque en los sistemas [autoritarios como el de Cuba], el control es una realidad, una práctica que es sistémica. Aunque se han ido creando bolsones de riqueza, [también] se ha ido extendiendo la mancha de una pobreza generalizada. Y la respuesta [del pueblo] a todo este proceso ha sido una gran ola migratoria (…) que sobrepasa el cuarto de millón en el último año. Es la mayor crisis migratoria que ha tenido Cuba después de la revolución. Es una sangría que no para, porque la gente ya no confía en que las cosas pueden mejorar en un sentido social, en un sentido general, y están buscando soluciones individuales para sus necesidades”.

Con respecto a Nicaragua, Sergio Ramírez, el mejor novelista de ese país en la actualidad, ganador del premio Cervantes, escribió en su columna de El País la semana pasada: “La herencia de toda la sangre derramada en la revolución sandinista, impulsada por el gobierno justo de los pobres tras el destierro para siempre de los opresores, es otra dictadura tan feroz como la que derrocamos [Anastasio Somoza] entonces [1979]”.

El año pasado, Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, se adjudicaron todas las alcaldías de Nicaragua, 153. Ejercieron “una coacción sin precedentes” sobre los trabajadores públicos, opositores y la ciudadanía en general, según la organización civil Urnas Abiertas. El régimen sandinista vigiló a personas en cada casa para evitar cualquier expresión de resistencia y en algunos casos para obligarlos a que acudieran a votar.

Ortega instauró un régimen de partido único, sin el menor respeto por el sistema democrático, la pluralidad de partidos o la libertad de opinión. Las detenciones de opositores, entre los que figuran antiguos compañeros de armas del propio Ortega, el brutal acoso a la prensa o el hostigamiento a la Iglesia Católica y las ONG indican que la situación del país es hoy insostenible y a la vez irreversible en términos de calidad democrática.

En Haití se ha afianzado una cultura de violencia. El poder es comprado o tomado por las armas y las drogas, que proporcionan dinero para la corrupción. Así, una vez conquistado, solo puede ejercerse directa e inmediatamente, sin pasar por las instituciones. La pandilla que ocupa un distrito establece impuestos de paso. El diputado que negoció su elección otorga un derecho de preferencia sobre las actividades relacionadas con su circunscripción, el presidente electo gobierna para sí mismo y para el clan que financió su campaña.

Los tres regímenes ─Cuba, Nicaragua y Haití─ están mejor evaluados que el de Venezuela en los índices de democracia y corrupción 2022. Esto plantea, para los factores democráticos, una revisión de las categorías marxistas y neoliberales con respecto a las cuales se ha analizado la realidad política de los últimos 60 años. Para salir de la peor dictadura y la más corrupta del continente se requiere de soluciones creativas que permitan comunicarse con los que sufren, haciendo un esfuerzo común, colectivo, amplio, integrado, para luchar por un mejor país, confrontando a la tiranía corrupta de Maduro, no cohabitando con ella.

@antdelacruz_

Director Ejecutivo de Interamerican Trends