Hugo Delgado: Ajedrez peligroso

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En un céntrico comercio de Bogotá, un venezolano proveniente de Caracas se sentía orgulloso de su logro, tener un pequeño local con los equipos de trabajo propios y unos ingresos muy superiores a los que podía obtener en su país. Vive al sur de la capital, zona de mayor concentración de sus coterráneos porque los alquileres son más económicos, al igual que los servicios públicos y los impuestos son menores.

Pero así como este emigrante se gana cada peso con su trabajo, también existen quienes se traen la viveza acuesta. Y este mismo personaje es testigo de un compatriota que tenía en Maracay un supermercado, vendió todas sus propiedades, se vino con sus dos hijos, y ahora vive de la limosna, la cual le provee cerca de 100 mil pesos diarios. Es el dilema de una población que fluctúa entre la cultura rentista petrolera y la que entiende la importancia del trabajo como fuente de bienestar y generador de riqueza.

Cifras extraoficiales indican que aproximadamente dos millones de venezolanos han emigrado hacia Colombia, principalmente porque es el país más cercano, gran parte de la población venezolana tiene algún parentesco y eso le facilita obtener la ciudadanía; además, posee un mercado con los productos y medicamentos cuyos precios varían poco y son diversos. La fortaleza de la economía colombiana está demostrada; a pesar de sus problemas de violencia y desigualdad social, absorbieron 2 millones de personas y aún sus indicadores son positivos.

Pero como es lógico dentro de la población que busca huir de la crisis económica y política, generada por el modelo chavista, salen buenos y malos. Es evidente que así sea, la cuarta ola de emigrantes incluyó las barriadas humildes de las ciudades venezolanas, zonas que cobijaron a grandes masas de colombianos que desde los 70 huyeron de la violencia guerrillera y del narcotráfico. En esos espacios crecieron con limitaciones varias generaciones directa o indirectamente descendientes que tienen derecho a la nacionalidad, por eso cerrar la frontera es una decisión difícil para cualquier gobierno neogranadino.

Ahora que la situación en Venezuela se agudiza, producto de la hiperinflación, la escasez, la crisis política, la inseguridad, la corrupción y sobre todo por el daño moral que ya resquebrajó el espíritu de una sociedad entregada, desesperanzada y carente de iniciativa, los presagios de un incremento en el número de emigrantes, hace que los países de Suramérica se encuentren ante el dilema de pasar a la acción o esperar que los problemas de seguridad se incrementen hasta que explote la válvula.

Incluso las organizaciones internacionales y los países destino más afectados, todavía no han dimensionado la problemática venezolana, y de no aplicarse correctivos, se espera que en 2019 y los años posteriores se incremente el número de emigrantes. Estrategia del gobierno ilegítimo chavista? Sí. Es la misma fórmula aplicada en Cuba para reducir la presión disidente y quedarse con la población domada, controlada con raciones alimenticias, servicios públicos de baja calidad y gratis, temerosa de la represión e incapaz de reaccionar ante la adversidad. Acaso no es lo que se ve en la Venezuela de 2019? A esto se unen las crecientes denuncias que relacionan a grupos adoctrinados por el G2 cubano y otros aliados, que han engrosado las filas de las guerrillas del ELN y las Farc, que desde adentro presionan violentamente al gobierno de Iván Duque (incluyendo organizaciones políticas y personeros como Gustavo Petro y sus aliados), y desde la frontera, en alianza con las Fuerzas Armadas Nacionales y el gobierno de facto de Maduro, le facilitan sus operaciones, las protegen y les dan apoyo internacional. Es deducible que los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados sepan la estrategia envolvente de los comunista contra Colombia

Ahora se entiende porque el tenebroso dictador cubano Fidel Castro tenía que sacar del juego a Hugo Chávez. Históricamente el longevo autócrata nunca permitió que ningún personaje le latiera cerca. Por eso la muerte del traicionero comandante le cayó como anillo al dedo, y le facilitó la colocación de la marioneta perfecta, Nicolás Maduro, un corrupto empedernido, resentido por su origen colombiano y comunista (por el lado de su padre), limitado en su formación, adoctrinado en Cuba, obediente y audaz (ojo no inteligente son dos cosas diferentes). Como lo advirtió un escritor cuando de manera fraudulenta ganó las elecciones en abril de 2013, el peligro es entregarle el poder a un ignorante, y el tiempo le dio la razón.

Sin dolientes y a la espera que un buen samaritano venga y resuelva su problema, con un gobierno ilegítimo que entrega 500 mil fusiles a unos hambrientos milicianos, en vez de dar educación, comida y trabajo, Venezuela juega en un tablero de ajedrez peligroso, en el que quienes menos importan y deciden son los venezolanos, y los que mueven las piezas son los grupos terroristas, los narcotraficantes, Irán, Rusia, China y Cuba. Es el sueño hecho realidad del comandante eterno, Hugo Chávez.


Hugo Delgado

Periodista