Más apoyo para Ucrania y más presión contra Rusia. En definitiva fue la conclusión de la declaración final de la cumbre del G7 en Elmau, el castillo bávaro situado a 1.000 metros de altura, que reunió a los líderes de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Japón y Canadá.
Como era de esperarse, el conflicto ocupó un lugar central en las deliberaciones y, en el comunicado, los siete jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a respaldar a Ucrania frente a la «ilegal e injustificable guerra de agresión rusa».
«Estaremos al lado de Ucrania todo el tiempo que sea necesario y proporcionaremos ayuda financiera, humanitaria, militar y diplomática para la valiente defensa de su soberanía e integridad territorial», afirmaron las siete naciones.
En números, en 2022, el apoyo financiero a Ucrania supera los 2.800 millones de dólares en ayuda humanitaria y el respaldo previsto suministrado a Kiev por el G7 se estima en 29.500 millones de dólares.
Pensando en las consecuencias del conflicto que empezó hace 125 días y no tiene una resolución a la vista, el G7 anunció una «conferencia internacional para la reconstrucción y un plan internacional de reconstrucción» para Ucrania.
También, con miras al futuro, las siete potencias económicas se plantean alcanzar compromisos a largo plazo en el ámbito de la seguridad con diversos actores interesados en «ayudar a Ucrania en su autodefensa y a garantizar su futuro libre y democrático».
Nuevas sanciones del G7 a Rusia: techo al precio del petróleo y veto al oro
Con el presidente estadounidense Joe Biden como principal impulsor, los países del G7 también acordaron un endurecimiento en las sanciones contra Rusia, que buscan sofocar a la economía rusa y forzar el fin de la guerra. En palabras del canciller alemán, Olaf Scholz, «no hay camino de retorno para Rusia».
«Solo hay una salida: que (el presidente ruso, Vladimir) Putin acepte que sus planes en Ucrania no tendrán éxito», señaló Scholz en la conferencia de prensa durante la clausura del encuentro.
Por un lado, los líderes dejaron abierta la posibilidad de prohibir el transporte del petróleo ruso, a menos que sea comprado «a un precio acordado con los socios internacionales o por debajo de este».
Esta medida busca contrarrestar los beneficios que Moscú obtiene debido a la elevación drástica de los precios de la energía.
La otra gran acción pactada por el G7 fue la prohibición de las importaciones del oro ruso, que en 2021 le valieron a Rusia ingresos por más de 15.000 millones de dólares.
Estas sanciones se aplican de manera inmediata para Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Japón, mientras que Alemania, Francia e Italia deben someterlas a la aprobación de la Unión Europea.
Asimismo, el G7 invitó a «todos los países de ideas afines a considerar unirse a nosotros en nuestras acciones» y encargó a sus ministros que exploren cómo generar alternativas a las energías fósiles rusas.
Críticas a China y un llamado para que presione a Rusia
En un movimiento sin precedentes, el G7 endureció sus críticas a la política económica y de derechos humanos de China en su declaración conjunta e instó a Beijing a presionar a Rusia para que detenga la invasión en Ucrania.
En el comunicado, los líderes reclamaron a China que defienda el principio de solución pacífica de conflictos y se sume a las presiones para que Rusia retire sus tropas de inmediato y sin condiciones.
Por otro lado, las siete potencias cuestionaron las «intervenciones no transparentes y que distorsionan el mercado» de China y se comprometieron a trabajar juntos para garantizar la igualdad de condiciones.
Frente a esto, el grupo respaldó el plan de Biden en apoyo a la construcción de infraestructuras en países de ingresos medios y bajos para tender lazos entre Asia y Europa. De aquí a 2027, la propuesta recibirá hasta 600.000 millones, con el objetivo de contrarrestar el avance chino con su Ruta de la Seda.
Además, le recriminaron a Beijing por sus «reclamos marítimos expansivos» en el Mar del Sur de China, los cuales no tienen «base legal», y deploraron lo que calificaron de intentos unilaterales para cambiar el statu quo por la fuerza.
El G7 también se mostró «gravemente preocupado» -un término omitido en la cumbre de hace un año- por la situación de los derechos humanos en China, en particular por los casos de trabajo forzoso en el Tíbet y Xinjiang. Y pidieron a Beijing que garantice los derechos, la libertad y un alto grado de autonomía en Hong Kong.
Y, en lo que también fue visto como una advertencia a China, el grupo se comprometió a excluir del comercio global aquellos productos fabricados en condiciones de explotación laboral -y por extensión, de trabajo infantil-, un pronunciamiento inédito para el foro de potencias.
El G7 lanza el Club del Clima, pero los compromisos climáticos se diluyen
En materia climática, los líderes del G7 repitieron, una vez más, su compromiso con los Acuerdos de París y remarcaron la necesidad de impulsar la transición hacia la neutralidad climática «limpia y justa», pero a la vez garantizando la seguridad energética.
Con ese fin, antes de finales de año, el grupo establecerá el Club del Clima, un nuevo foro abierto, que tendrá como uno de sus objetivos centrales avanzar con la descarbonización.
Sin embargo, el encuentro dejó pocos compromisos concretos y, por el contrario, estuvo marcado por el retroceso justificado por las circunstancias «excepcionales» de la guerra en Ucrania.
En concreto, las democracias industrializadas se permitieron un margen de maniobra para permitir inversiones en combustibles fósiles sin compensación, contrario a un plan anterior de poner fin al apoyo público para fines de 2022.
En la misma línea, abandonaron la meta de lograr que la mitad de los vehículos sean de cero emisiones para 2030 -bajo presión de Japón- y la reemplazaron por una promesa vaga de aumentar «significativamente» sus ventas.
Los ecologistas han reaccionado con furia y preocupación. «Necesitamos estar absolutamente seguros de que al tomar una decisión a corto plazo, no nos encerramos (a nosotros mismos) en un futuro insostenible. Si hacemos eso, pagaremos un precio aún mayor que la guerra en Ucrania en la próxima década», advirtió Marco Lambertini, director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
«Los líderes del G7 han usado cínicamente la guerra en Ucrania como una excusa para dar un gran paso atrás en la lucha contra la crisis climática durante esta cumbre», añadió Wiktoria Jędroszkowiak, una activista polaca de 20 años, integrante del movimiento climático global liderado por jóvenes ‘Fridays for Future’.
Los 4.500 millones de dólares para combatir la hambruna no alcanzan, responden activistas
La inseguridad alimentaria, profundizada en estos tiempos por los coletazos de la guerra en Ucrania y la peor sequía en décadas en algunas zonas de África, fue otro tema abordado en la cumbre del G7.
El principal compromiso de los líderes fue destinar 4.500 millones de dólares más para la protección de los más vulnerables frente al hambre y la desnutrición, elevando a 14.000 millones la asistencia comprometida este año.
Además, los siete líderes pidieron aportes de quienes tienen reservas de alimentos, recalcaron que buscan formas de sacar los granos de Ucrania frente al bloqueo ruso en los puertos del Mar Negro y acordaron intensificar la ayuda a agricultores en ese país y abordar la escasez de fertilizantes.
Federico Cue Barberena/ France24