José Aranguibel: ¡Periodismo y Revolución!

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“El éxito de la vida no está en vencer siempre, sino en no rendirse nunca”,  Anónimo

En Venezuela, bien lo sabemos los periodistas, no todo lo que ha brillado es oro a lo largo de dos décadas en el ejercicio de esta noble profesión. Circunstancias muy sui géneris así lo testimonian cuando el almanaque nos recuerda que está por llegar otro 27 de Junio en conmemoración del Día Nacional del Periodista. Es una efemérides que nos encuentra en alerta por la pretensión de algunos “colegas rojos rojitos” de expropiar este ejercicio profesional argumentado que la ley —vigente desde el 4 de agosto de 1972— es muy vieja, obsoleta y requiere modificaciones, pero la sospecha es que cuando al pasajero se le conoce por la maleta, la intención no es otra que ser una maniobra politiquera, oscura, retrógrada y de control de la libertad de expresión y del trabajo del periodista.

Ciertamente, es muy casual, lamentable y repugnante a sólo días del 27 de Junio que del lado del oficialismo auspicien derogar la actual Ley de Ejercicio del Periodismo. Sí, triste, porque sus defensores que han pasado por una universidad son egresados con todas las de la Ley, —muchos graduados en la mismísima IV República—, sean hoy los propiciadores, promotores y defensores del adefesio legislativo de cambiar contenidos o la totalidad de la Ley de Ejercicio del Periodismo al dejar rodar el argumento imperante de que su artículado debe ser modificado y actualizado. No es cuestión ni se trata de oponerse a cualquier modificación de su cuerpo de ley, pero la suspicacia fomenta demasiadas sospechas juntas de que el fin del asunto es permitir, —sin oposicion ni resistencia— que el legislador de la Asamblea Nacional confeccione a la medida de los intereses del gobierno de turno el traje a la medida del control total de la libertad de expresión y del trabajo de los periodistas venezolanos.

En palabras muy sencillas no existen ni hay garantías de respeto y equilibrio de la pluralidad de ideas que a bien el Colegio Nacional de Periodistas, CNP, o el Sindicato Nacional de Trabajadores de Trabajadores de la Prensa, SNTP, consignen algunas propuestas para una equilibrada discusión legislativa.
¿Dónde han estado los colegas que defienden un proyecto político e ideológico llamado Revolución Bonita, cuando colegas de periódicos, portales, radioemisoras, televisoras o de investigación han sido víctimas de acoso, hostigamiento, persecución, robo, agresión física o detención? La libertad de expresión y los periodistas nos convertimos en un elemento fastidioso cuando investigamos, indagamos o corroboramos asuntos de interés público y privado que la gente tiene el derecho de saber. Alguna vez escuché a alguien decir que los periodistas somos a los ojos de los gobernantes tan incómodos cual piedra en el zapato.

¿Dónde han estado esos colegas cuándo el cierre de periódicos, televisoras, emisoras de radio, bloqueo de portales, redes y otras acciones coercitivas han formado parte de la realidad del trabajo de los profesionales del periodismo? ¿También qué medidas, diligencias o acciones han interpuesto para evitar que el gobierno poco a poco disminuya los mecanismos para la entrega de papel y otros insumisos? Quizá las rotativas de la mayoría de los periódicos de circulación nacional y regional, —hoy en cierre técnico—, continuarían funcionando y no apagadas como lo están en estos momentos. Cada vez más los espacios informativos y de opinión han venido siendo reducidos.

Otra no oficializada intención a la que se le ven las costuras es que la eliminación de la Ley de Ejercicio por otra a la medida del poder político, permitiría que lo que en el oficialismo llaman periodistas “alternativos”, “populares” o “comunitarios” sean amparados con una nueva Ley de Ejercicio del Periodismo sin haber egresado de universidad pública o privada alguna que en su pensum forme egresados en la Licenciatura de Comunicación Social. Es como decir que, por ejemplo, un grupo de albañiles que desee ser ingeniero civil sin pasar por una universidad, reúna una plática, unos dólares, asistan a un curso express y luego lleven a la AN un proyecto legislativo que modifique la Ley de Ejercicio de la Ingienería. Además, aspirarían a ser miembros del Colegio de Ingenieros de Venezuela. ¿Tendrían esas personas la formación académica y científica para edificar obras civiles?.

Eso sería un irrespeto a la formación de los ingenieros, médicos, otras profesiones y, en el caso que nos ocupa, la de periodistas. ¿La pregunta sin respuesta es que si hoy la Universidad Bolivariana también forma periodistas, ¿por qué no estudian cinco años como lo hemos hecho la totalidad de los casi 30 mil egresados de las casa de estudios superiores de Venezuela?. Lo cierto es que el camino corto o los atajos no garantizan la calidad de ningún profesional aquí ni en ninguna sociedad.

En resumen, amigo lector, este no es un problema de un gremio en particular, sino que a usted lo involucra directamente como objeto activo de un resultado final para bien o mal, traducido en que usted es receptor de un producto que debe ser de calidad investigativa y noticiosa donde es responsable el periodista. Cuando el caso es de vida o muerte al entrar a un quirófano lo es del médico y de su preparación de años. Y cuando usted está debajo de un techo de concreto y no espera que le caiga encima y lo envíe a la morgue, la responsabilidad lo es del ingeniero formado y preparado científica y académicamente en una universidad reconocida.


José Aranguibel Carrasco