Solo nos referiremos a la actual coyuntura de este naciente siglo XXI. El universo partidista formado por dirigencia, activistas, militantes, simpatizantes, cooperantes, financistas incluidos, “clientela o beneficiarios”, etc.… con que cuentan los partidos del régimen y de las oposiciones y usando las “cifras” del 6D y de la C.P, en TOTAL no llegan al 50% (20/25% gobierno; 25/30% opositores). Todo es aproximado y sin rigurosidad estadística, interpreto así lo último acontecido en materia electoral.
Mi primera conclusión es una sociedad escéptica, desesperanzada, desmovilizada, ocupada en “sobrevivir” y en “espera”. En este espectro caótico de partidos, grupos, se identifican o destacan el PSUV/AD/PJ/VP/UNT/VV. En las encuestas, no pasan entre todos del 20% de identificación ciudadana, pero en tiempos electorales pueden movilizar e incentivar al voto, como acaba de ocurrir, hasta un 50% de electores (el tope sería 10 millones de personas en un padrón electoral, de casi 21 millones). Unida la oposición, en cualquier escenario, como se demostró en el 2015, gana. En función a todo lo anterior, la estrategia opositora es simple, concentrarse en la unidad y elecciones libres y aprovechar al máximo el apoyo internacional democrático. Olvidarse de invasiones y golpes de estado, no porque no puedan ocurrir sino porque ambos escenarios no dependen de nosotros y se preparan, si se dan, en secreto y en grupos muy reducidos. Es lo que ocurrió en el golpe de 1945, igual en 1958. El escenario electoral del 2021 (alcaldías y gobernaciones), 2022 (revocatorio presidencial) y 2023 (elección presidencial). El primer interrogante es: ¿Se está dispuesto a plantearle esto a la población? Luce difícil que la mayoría acepte esperar tres años más en crisis humanitaria. El segundo interrogante, relacionado con el primero es: ¿Forzar una elección libre y única en el 2021? Seguramente tendría apoyo mayoritario; pero sobre ambos puntos, es clave consultar al apoyo internacional democrático y a las llamadas grandes potencias. Es decir a la ONU (Consejo de Seguridad), OEA (Latinoamérica), (Comunidad Europea). Despejados ambos interrogantes, proceder a una estrategia nacional unitaria y coherente, de tipo electoral dicotómica: democracia o dictadura, evitando las estériles polémicas ideológicas y de liderazgos. En este escenario, todos son útiles y necesarios, inclusive el chavismo disidente y el “adversario ideológico y político”. Después hay que centrarse en la gente, sus dificultades reales del día a día, pero además educar y orientar en el sentido de que la población entienda y asuma que el régimen no puede resolver los problemas de fondo, porque es el propio causante con sus políticas imitadas del castro-comunismo. No somos otra Cuba, e insistir que el futuro y la solución política dependen de nosotros mismos. Sujetos y no objetos de la historia ni colonia de nadie. Un país libre, democrático, próspero y de oportunidades sobre la base de la educación, el talento, el esfuerzo, el mérito y la honradez.
Necesitamos un Ethos político nacional de paradigmas y valores civilizatorios soportados en modelos económicos sustentables. También una cultura y política ambiental y garantía plena de vigencia real de los Derechos Humanos. Las diferencias son necesarias pero la única política útil es la del bien común o interés general, ejecutada sobre y a partir del equilibrio de intereses y del poder. No otra cosa es la Democracia Moderna.
@angellombardi