Oscar Arnal: Los corruptos y la ley antifascista

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 Las detenciones por corruptos de los ex compañeros y ministros de Maduro, Tarek ElAisami, y Simón Zerpa, y del empresario y presunto testaferro del primero, Samark López, van a servir de excusa para seguir persiguiendo y encarcelando a muchos opositores. El argumento será hasta a los nuestros los hemos encerrado tras los barrotes. Lo que ha sucedido es parte del show electoral. PDVSA ha sido saqueada por los más conspicuos representantes del régimen comenzando por Rafael Ramírez, quien disfruta de una vida de lujos en Italia. Esa y no las sanciones son la razón por la cual de 3.500.000 barriles promedio diario que se produjeron durante la administración Caldera, hoy estamos en una media de 700.000 b/d.

 En la misma dirección la ley antifascista a pocas semanas de las elecciones busca amedrentar a los medios de comunicación, a nuestros periodistas, a quienes emiten opiniones en las redes sociales, a la dirigencia opositora y a toda manifestación, voz u organización disidente. El fascismo es un corporativismo de Estado. Donde todo ente social está subordinado al poder autocrático del caudillo todopoderoso. Es sobre todo una actuación de facto, de hecho o autoritaria que viola las leyes o el derecho por una supuesta “razón de Estado”.

 En la presentación de la ley se acusó a María Corina Machado de usar la frase “hasta el final” como retórica fascista. Cuando la realidad es que el verdadero éxito en la vida solo se consigue si en todo lo que hacemos llegamos hasta el final. Lo más peligroso de la ley por lo tanto es el carácter interpretativo que permitirá hacer preso a quien le venga en gana al régimen, inhabilitar a los candidatos que puedan ganarles las elecciones o que las ganen (caso Sergio Garrido en Barinas) y silenciar la libertad de expresión y las libertades públicas consagradas en la Constitución. Por lo que no hay nada más fascista que la propia ley antifascista. En la motivación legislativa se tiene como fascista al neoliberalismo, cuando es su verdadera antítesis, ya que esta corriente de pensamiento propone la reducción del Estado al máximo posible y que solo mercado sea el que marque la pauta. Lo mismo ocurre con lo que llama el proyecto el “conservadurismo moral”, que a la vez contrario al fascismo propone como pilares de la sociedad a la familia y a la vida desde el mismo momento de la concepción y a los principios, valores y tradiciones. 

 No haber dejado que Corina Yoris se inscribiera como candidata en sustitución de María Corina, sin argumento jurídico alguno es un típico acto fascista. Nada que achacarle a Corina Yoris, sino una gran hoja de vida contra la cual tampoco podría competir Maduro.

  En fin una típica ley fascista, que tiene sus antecedentes en las leyes dictatoriales de seguridad nacional, presentada por un régimen donde aseguran conspicuos representantes de forma fascista que ganarán “por las buenas o por las malas.” Hay que seguir dando la pelea, denunciarlos en todas las instancias y salir de forma masiva a votar. María Corina como la gran líder de la oposición tiene la palabra. Lo también definitivo es que tenemos que salir a votar todos unidos, por aquel que tenga el mayor chance electoral. Recordemos al gran estadista inglés Winston Churchill “la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos”. Apliquemoslo a nuestros candidatos y votemos con esperanza por el cambio que tanto está esperando Venezuela.

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@OscarArnal