Neuro Villalobos: La democracia como sistema (1)

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“¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad?. Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción.” Encíclica Fratelli Tutti

Durante todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI, tiempo de enormes peligros y oportunidades, la humanidad ha venido luchando a favor de la plena liberación humana, en contra de todas las formas de opresión política, económica y social, y por una sociedad en la que no pueda haber “libertad sin justicia” ni “justicia sin libertad”.

En el mundo, en América Latina y en Venezuela, a lo largo de la historia, la existencia de sistemas de opresión social o política  ha engendrado ideas y movimientos libertarios encaminados al logro de mayor libertad y justicia. En la época de la Revolución Francesa y las independencias americanas, los sectores dirigentes enfatizaban más la libertad que la igualdad y la justicia social, haciendo de aquella un privilegio para unos pocos, sometiendo a las mayorías trabajadoras y populares a una brutal explotación. Durante el siglo XX, el comunismo leninista-estalinista intentó establecer un crudo igualitarismo social sacrificando la libertad de las personas, creando nuevas y profundas formas de opresión y segregación y de explotación.

Ambos movimientos partían de premisas contrarias  pero idénticamente equivocadas. Sin percatarse  de que para serlo a plenitud unos derechos son la condición de los otros, los primeros creyeron que bastaba la libertad para que automáticamente se crearan los mecanismos que permitiesen el progreso con justicia social para todos, y el segundo que la dictadura del proletariado sería sólo una etapa de transición entre el capitalismo y el comunismo, y que una vez liquidadas las clases sociales y la propiedad privada sobre los medios de producción se lograría una sociedad de iguales sin exclusiones sociales y que así se pasaría del reino de la necesidad al reino de la libertad. La experiencia histórica demostró cuán errados estaban.

Entre las dos desviaciones se abrió paso la corriente universal de la socialdemocracia, que en los países industrializados tiene por base principal a la clase trabajadora, y en América Latina y Venezuela a alianzas populares policlasistas, con una importante influencia, en su orígen, del pensamiento marxista. Los demócratas del mundo, coinciden en que su propósito es profundizar la democracia y extenderla, desde el plano meramente liberal y político a uno que también cubra lo económico y lo social y construya bases sólidas a la libertad humana. Coinciden también en rechazar la opresión excluyente, derivada de las profundas desigualdades económicas propias del capitalismo salvaje, amparadas en el mal funcionamiento del libre mercado, y en rechazar asimismo el comunismo totalitario con sus nuevas formas de opresión política, económica y social, al ser ambos negadores de la libertad y la justicia auténticas.

Afirmamos que los derechos individuales, políticos y civiles, por una parte, y colectivos, económicos y sociales por la otra, no son compartimentos estancos que habría que equilibrar sino más bien una totalidad indivisible, y asumimos que los unos determinan a los otros, que los primeros son los instrumentos que posibilitan los segundos así como los segundos dan contenido y base material a los primeros permitiendo su desarrollo, en una dialéctica que hace del sueño de una sociedad de libres y de iguales, en la que todos los derechos puedan ser garantizados a todas las personas sin exclusión alguna, algo posible y viable.

Históricamente, la más antigua de las fuentes de inspiración de la lucha por la libertad y la justicia es la ética religiosa: el sentimiento de que la igual dignidad de las almas ante Dios debería traducirse en dignidad e igualdad también en este mundo,

Los impulsos emancipadores de las grandes revoluciones europeas y americanas de los siglos XVII al XIX tienen vigencia perennes como bases de toda democracia auténtica. Los liberales progresistas entienden que la libertad es ilusoria para las mayorías sin una base de justicia social y verdadera igualdad de oportunidades.

El propósito es buscar la confluencia de corrientes de orígen distinto en una preocupación común por la creación de una nueva sociedad libre, justa y solidaria.

Neuro Villalobos