Hugo Delgado: La ventana humana

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La izquierda se ha dedicado a destruir las estructuras democráticas occidentales porque su esencia es imponer contra viento y marea su ideal marxista. Para ellos no existen términos medios, los valores y principios vigentes deben desaparecer, olvidando que la construcción de las estructuras ideológicas actuales tienen su arraigo en la acumulación de conocimiento de miles de años. Las culturas ancestrales dieron forma a los sistemas sociales, económicos, tecnológicos, científicos y políticos del siglo XXI, por eso han permanecido en el tiempo, mientras los experimentos de la Unión Soviética, China, Corea del Norte y Cuba han fracasado.

En reciente entrevista (Semana 28 de octubre de 2023), el periodista argentino, Andrés Oppenheimer, explicaba el alcance de su último libro ¡Cómo salir del pozo! Enfatizaba no solo en los aspectos materiales como vía para construir la felicidad de un país. Su experiencia acumulada durante varios años le permitió deducir que no solamente es necesario gozar de riqueza para ser feliz, se hace necesario ejercitar factores humanos y espirituales para generar sociedades con verdadero bienestar.

Cita casos como los países escandinavos y Dinamarca en donde “la gente tiene un colchón económico que le permiten vivir bien. No tienen grandes millonarios, pero tienen otras cosas: una vida comunitaria intensa, sentido del propósito mayor, políticas públicas para aumentar la felicidad. Entonces, el crecimiento económico es indispensable para ser felices, disminuir la pobreza y aumentar la felicidad, pero no es suficiente”.

Luego de la contundente victoria del pasado 22 de octubre de 2023, de María Corina Machado en el proceso de selección del candidato de la oposición para enfrentar a Nicolás Maduro en el segundo semestre de 2024, la mayoría de los venezolanos se ilusiona y construye sus esperanzas para salir de la angustiante situación generada por el chavismo en las últimas dos décadas. Una realidad que ha ocasionado la mayor diáspora en el continente e indicadores de pobreza, totalmente injustificables en un país petrolero que era referencia en Latinoamérica.

De esa crisis, las aves de rapiña se aprovechan de la situación para saquear el país, explotar las necesidades o jugar con la esperanza de las mayorías, presionando -por ejemplo- para que se eliminen las sanciones instrumentadas por Estados Unidos de América, favoreciendo a los corruptos y genocidas del régimen o a los tenedores de títulos de deuda, muchos “enchufados” que utilizaron los dineros mal habidos para comprar bonos públicos con los que el régimen chavista alimentaba sus presupuestos y sus turbios negocios.

Centrar la problemática de la Venezuela de hoy en asuntos meramente de cambio de élite de poder y económico, es un craso error. El contexto social del país es complejo y necesita trabajar desde distintas aristas la psique y las relaciones del hombre con su entorno natural y humano para subsanar los males ocasionados por el resentimiento, la venganza y la destrucción de instituciones fundamentales como la familia, cuyos miembros ahora están disgregados por el mundo, y que difícilmente volverán a reunirse. Ese trabajo sistemático, tal como lo plantea Oppenheimer, implica ejercitar los músculos de la felicidad.

No es el sentido esotérico y manipulador que le dan los regímenes de izquierda al tema cuando crean ministerios del amor o de la felicidad, o que tratan de transmitir falsas imágenes con eslogan como el utilizado por el gobierno populista de Gustavo Petro, que dice: “Colombia potencia de la vida”, cuando en la realidad la anarquía creada por él está repuntando el número de muertes provocadas por la delincuencia común y organizada y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional.

Igual artimaña utilizó Hugo Chávez para llegar a las masas y vender su imagen humana mientras la corrupción y los crímenes de Estado crecían hasta convertir al país en una dictadura. Al vender esperanza, los populistas terminan frustrando a las mayorías, que ansiosas por mejorar sus condiciones de vida, terminan entregando sus nobles aspiraciones a encantadores de serpientes, incluso destruyendo procesos interesantes como el ocurrido en Chile 2019, cuando se truncaron 30 años de crecimiento económico y de reducción de la pobreza.

La victoria de María Corina Machado es una batalla que se ganó, pero lograr la victoria final es compleja, ya que el régimen chavista difícilmente dejará el poder, dado que los oscuros negocios y las opacas relaciones con el narcoterrorismo hacen que la solución no sea fácil. Una salida pacífica implica negociar y ceder en asuntos sensibles, pero además de los aspectos económicos y jurídicos, se conjugarían los humanos, que son en última instancia los que condicionan socialmente los comportamientos y relaciones con terceros.

Ese trabajo implica ejercitar aspectos como el manejo del fracaso, del éxito, de la solidaridad, el respeto, que moldean al ciudadano y esto – a su vez- permite que la sociedad sea feliz, positiva, creativa, trabajadora; esta labor implica combinar los aspectos espirituales y materiales del individuo y la sociedad.

Superar la actual crisis de Venezuela implica ir más allá de las prioridades económicas, sociales y políticas. Algunos analistas centraron sus planteamientos en que suspender las sanciones impuestas por EUA y activar la actividad petrolera, como soluciones cuantitativas a la problemática nacional. Muchos dijeron que Chevron activaría la industria y listo, se les olvidó la importancia del capital humano, la inversión intensiva para recuperar campos, plantas , refinerías, oleoductos, la recuperación del Canal de la Barra del Lago de Maracaibo, etc., que según expertos podría ser de US $30 mil millones anuales durante los próximos cinco años.

Igualmente hay que recuperar la infraestructura eléctrica, vial, aeropuertos y puertos, los sistemas de salud y educación, etc. Son inversiones multimillonarias que se agregan a la existente deuda acrecentada por el chavismo de US $200 mil millones aproximadamente. No es soplar y hacer botellas como dice el refrán, es una tarea para el futuro gobernante que implica buscar un nuevo modelo de desarrollo del país postpetrolero, que además debe curar heridas e imponer un Estado de Derecho que sancione a quienes saquearon el erario público o incurrieron en delitos de lesa humanidad, a los autores materiales y sus cómplices.

Oppenheimer advierte que no es suficiente lograr un crecimiento económico para tener bienestar. Un gobierno de María Corina Machado tendrá que abordar la tarea de evaluar los intereses personales y emocionales de la Venezuela futura para cubrir las expectativas del individuo y los grupos sociales, incluso tendrá que diseñar estrategias focalizadas, para sanar las heridas abiertas durante dos décadas de desmanes; por esta razón, la recuperación del sistema de salud y de los entes responsables de generar conocimiento y soluciones, será fundamental en ese proceso de saneamiento social.

La búsqueda de la felicidad no es una necesidad social que solo busca hacer sonreír a sus ciudadanos, es una labor que conduce a crear procesos para que alcancen la satisfacción de sus vidas y de sus necesidades básicas. Venezuela deberá emprender un camino que le permita aprovechar sus potencialidades humanas y naturales, no afianzándose en el mito de que “somos un país rico”, sino en una nación con inmensas posibilidades para construir una sociedad realmente satisfecha, que tenga futuro y construya las bases esperanzadores para sus niños, jóvenes y personas de la tercer edad.

@hdelgado10