Hugo Delgado: La luz viene de afuera

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“Angustiada la madre saltó barricadas callejeras en distintos puntos de Maracaibo. Era obvio el desespero, su hijo transitaba cerca de su hogar cuando los <jinetes de la muerte> (Guardias Nacionales Bolivarianos motorizados y armados) lo arrestaron sin ninguna prueba y se lo llevaron a un improvisado centro de detención. Un par de días parecieron interminables, el atribulado joven estudiante universitario vió como su vida experimentó un vuelco total, y aquel sano vivir se convirtió en una pesadilla. Mientras esperaban a los cubanos responsables de las torturas, los arrodillaron una noche en un patio mientras llovía copiosamente, no les dejaban ingresar comida y lo peor, su liberación se logró regateando un pago con los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, porque no tenían mucho dinero”.

En Crónica de una tortura publicada en agosto de 2017 en el desaparecido sitio Biendateao.com, relaté la vivencia de una madre angustiada, cuyo hijo fue capturado por los jinetes de la muerte del régimen de Nicolás Maduro.  El hecho feneció en medio de las terribles estadísticas represivas de ese año, sin que los responsables de este y los demás hechos pagaran sus culpas. Fue una experiencia que engrosó el histórico represivo del chavismo, que quizás poco importe  a la Corte Penal Internacional o a las organizaciones de derechos humanos, porque en un país sin memoria, un escándalo o una muerte por tortura o ejecución extra judicial suplanta a otro frecuentemente, dejando en el olvido a muchos inocentes.

La sociedad venezolana entró en una fase de cambio en la que poco importan las anomalías. La irregularidad y la pérdida de derechos y deberes parece ser la norma. Nadie denuncia y mucho menos existen instancias públicas en un Estado desaparecido, que protejan y resguarden al ciudadano común. Aquí predomina el dólar como factor que soluciona los procesos judiciales o los problemas de suministro de gasolina, agua o de cualquier documento que deba tramitarse ante las instancias públicas, reflejos de una sociedad fallida.

Las esperanzas de solución al problema político y económico nacional dependen de acciones externas: La justicia de Estados Unidos de América (EUA), la Organización  de Estados Americanos (OEA) o ahora de la  Corte Penal Internacional (CPI). La respuesta venezolana es casi nula. Solo organizaciones de Derechos Humano locales y algunos incansables líderes,  sin mucho peso público, se han encargado de denunciar la represión y los crímenes del régimen, pagando -incluso con cárcel- su osadía, como ocurre con el coordinador general de Fundaredes, Javier Tarazona, detenido arbitrariamente desde el 2 de julio de 2021, luego de publicar los  vínculos del ex militar chavista,  Ramón Rodríguez  Chacín, con líderes guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN), el pasado 6 de junio de  2021. 

Mientras los venezolanos siguen huyendo del país (según la Organización de las Naciones Unidas la cifra se acerca a 6 millones de inmigrantes, otras instancias dicen que son 7 millones), el caos y el régimen se siguen apoderando de Venezuela.  Ahora la esperanza se centra en las acciones de la justicia de EUA y el CPI. El titular de este último organismo, el británico Karim Khan realizó una visita (1-noviembre-2021) a Venezuela   logrando que Nicolás Maduro firmara el  documento que formalizó el compromiso y abrió las puertas para construir el expediente que puede ratificar las denuncias de violación y crímenes de lesa humanidad y responsabilizar a la cadena de mando implicada en los hechos.

¿Quién es el fiscal general del CPI? Según el sitio transparencia.org, Karim Khan “es un abogado británico, de 51 años, especializado en derecho penal internacional y derechos humanos. Antes de ser electo se desempeñaba como subsecretario general de la ONU, y estando en el cargo dirigió la investigación sobre los crímenes del Estado Islámico. Fue seleccionado el pasado 12 de febrero de 2021 con 72 votos de los 123 países miembros y asumió el cargo el 16 de junio 2021. Es el tercer titular del despachol de la institución creada en 2002. La saliente, Fatou Bensouda, dejó en sus manos el examen preliminar sobre el caso Venezuela.

Khan tiene tres opciones señala el portal de Transparencia: Una es archivar el examen y todas las actuaciones que ha adelantado su predecesora. Otra es continuar la evaluación hasta que considere que tiene elementos para emitir una decisión. O dé por concluido el examen y decida abrir una investigación que quede a cargo de la CPI. El nuevo fiscal  ha mostrado su intención de disminuir la duración de los exámenes preliminares, pues considera que el tiempo de algunos casos erosiona la confianza en el sistema y el profesionalismo de la Fiscalía.

El proceso en el CPI, al igual que los manejados por la justicia de EUA (caso Alex Saab y Hugo Carvajal, entre otros), son lentos y por la naturaleza de ambos no tendrán la celeridad que desean  los opositores venezolanos. Sus decisiones serán contundentes, en el primer caso, de resultar culpables los acusados del régimen, sus crímenes no prescriben y tarde o temprano serán castigados; en el segundo, pagarán sus pecados en prisión o negociaran sus penas por información,  tal como lo entendió claramente el multimillonario ex tesorero de  Chávez, Alejandro Andrade, y Hugo Carvajal.

Mientras la oposición le hace el juego al régimen, los demócratas e instancias internacionales se están haciendo cargo de hacer pagar los pecados a los corruptos y criminales del régimen. Y quienes sufrieron los embates del chavismo en 2017, siguen arrastrando sus consecuencias, sin que sus gritos sean escuchados, unos por miedo y amenazas, otros porque no supieron como canalizar el caso: “Tamaña experiencia los llenó de angustia. Las primeras noches escasamente cerraban los ojos y descansaban algo, pero lo impresionante, narra la traumatizada madre, fue la forma como maduró política y socialmente el risueño y poco experimentado joven. A mí me afectó mucho, me cambió mi percepción, radicalicé mi forma de pensar, de mirar a este gobierno que ordena la persecución de los jóvenes, los tortura y los asesinan. En la zona  frecuentemente <los jinetes de la muerte> rondan amenazando o disparando, qué puedo pensar de un presidente con las manos llenas de sangre”.

@hdelgado10