El fraude energético de Maduro intenta burlar las sanciones de Trump
El anuncio de un supuesto «plan secreto» por parte de Nicolás Maduro, tras el fin de la licencia de Chevron, ha despertado sospechas. ¿De qué se trata realmente? A simple vista, podría parecer una estrategia técnica elaborada por un equipo de expertos para reactivar la industria petrolera con los recursos disponibles. Pero la realidad es otra.

Maduro no lidera una recuperación petrolera, sino una red de crimen organizado que ha destruido la industria durante más de dos décadas. Su régimen ha expulsado a los principales cerebros técnicos del país y ahora, apoyado por China, Rusia e Irán, opera como un cartel con bandera de Estado.
La incapacidad del régimen para sostener operaciones sin ayuda extranjera quedó evidenciada con Chevron. Tras el fraude electoral del 28 de julio, EEUU. impuso un arancel del 25% a los países que adquieran crudo venezolano, lo que complica las maniobras del bloque aliado de Maduro. Pero lejos de replegarse, el chavismo ha duplicado la apuesta.
El eje de este entramado es Álex Saab, testaferro de Maduro, quien lidera la triangulación de petróleo a través de estructuras del mercado oscuro en Turquía, Irán y Rusia. Cambian documentos de origen, buques y bandera del crudo, lo que permite a Venezuela seguir exportando a cualquier país de Asia sin ser detectada.
Estas maniobras no son nuevas: se aplicaron durante las sanciones bajo Trump y Biden: Se embarca crudo desde puertos venezolanos sin origen ni destino claro, muchas veces triangulado por Asia y se vende en aguas internacionales en buques con bandera de otros países. Hasta ahora, EEUU. lo ha tolerado, quizás enfocado más en el petróleo ruso e iraní.
Esta concesión legal fue usada por operadores del chavismo como fachada para ampliar el comercio ilícito de crudo. Buques fantasmas, rutas trianguladas y empresas de maletín forman parte de este nuevo ecosistema de fraude.
En la práctica el régimen ha montado un mercado paralelo que aparenta legalidad. Simula cumplir regulaciones mientras desvía millones de barriles a Asia —especialmente China— mediante documentos falsos y transbordos en altamar que borran el origen venezolano.
Las ganancias de esta red no van al pueblo. Se canalizan a través de estructuras de lavado que sostienen la represión interna, compran lealtades militares y consolidan alianzas con Irán, Rusia y Turquía. El petróleo fluye con impunidad bajo las nuevas reglas de simulación.
Según el analista Antonio de la Cruz (CSIS/Inter America Trends), este plan convierte las sanciones en una oportunidad para reorganizar el poder chavista y financiarse a través de la triangulación internacional. La falta de una estrategia sostenida y una oposición cohesionada permitió que el régimen capitalizara políticamente las sanciones.

Una estafa disfrazada de política energética
En la práctica lo que ha hecho el régimen es fabricar un mercado paralelo de crudo disfrazado de legal, operando al margen de la licencia Chevron. Se trata de una ingeniería financiera y logística que simula cumplir con las regulaciones mientras desvía millones de barriles hacia Asia, especialmente China, con documentación alterada o a través de transbordos en altamar que borran el origen venezolano del petróleo, burlando las sanciones de Trump.
Detrás de esta operación están los mismos actores implicados en casos como el de Álex Saab o PDVSA-Cripto. La red convierte a traders de países consumidores en cómplices involuntarios, al comprar crudo barato y sin trazabilidad, ignorando que financian a una dictadura acusada de crímenes de lesa humanidad con más de 900 presos políticos.
Esto es posible gracias a una diplomacia genuflexa donde el petróleo se intercambia por alianzas geopolíticas, reconocimiento político, votos en organismos multilaterales o silencio ante la represión contra todo un país convertido en rehenes condenados a calabozos sin luz eléctrica, ni servicios básicos, ni alimentos. El actual chavismo -que perdió toda credibilidad y vergüenza- ya no le interesa el reconocimiento formal de la comunidad internacional sobre legitimidad alguna si mantiene las rutas de ingreso de divisas.
Estamos ante una operación global que subvierte el sentido original de las sanciones en el patio trasero de una administración que se bate a duelo por el control del mercado internacional. Todo con la complicidad de actores internacionales que priorizan el pragmatismo energético sobre los derechos humanos.
Este no es política energética. Es crimen organizado de Estado, usando la geopolítica como pantalla y el petróleo como arma. Un “plan secreto” que ya no lo es, pero que sigue funcionando. This business is not business.
@damasojimenez