Los estereotipos son una camisa de fuerza que nos impide pensar libremente. Vivimos encarcelados por mantras de ciertos líderes del pensamiento que no nos permiten abordar cada asunto con la importancia y el detalle que merecen. Este fenómeno está contaminando el debate político en todo el mundo y especialmente en EEUU.
Solo se puede ser conservador o progresista si aceptas ciegamente los mandamientos de los líderes de opinión ahora llamados “influencers” que han dejado el megáfono guardado en un cajón, han abandonado los medios de comunicación tradicionales y se han instalado en las redes sociales. Es en las redes donde se otorgan los carnets de conservador, comunista, facha, ultraderechista, izquierdista y todo lo que se les ocurra. Si abogas por la libertad empresarial, eres un “facha” o “ultra”, sí admites el aborto dentro de un encaje legal, eres un izquierdista peligroso. Y así, todo.
De esta forma, maniquea, hemos conseguido llevar los debates a territorios de blanco y negro, en los que está prohibida la imaginación y lo que es más grave, las propuestas que ayuden a resolver los problemas. La política que EEUU debe llevar sobre el régimen venezolano es un ejemplo claro de esta deriva. Porque si nos basamos en la biblia de las redes, los republicanos deben ser duros, inflexibles, deberían invadir el país sudamericano militarmente, e imponer sanciones a todas las empresas y particulares que osen hacer negocio de cualquier manera con Venezuela. Mientras, los demócratas deben ser dialogantes, naif, ingenuos y respetuosos con la realidad del chavismo.
Quizás exista un término medio y sobre todo quizás exista una estrategia que comparta de alguna manera respetar al pueblo venezolano (que es víctima del chavismo) y no ahondar en el desastre económico, mientras se trabaja sin prisa pero sin pausa en provocar una profunda transición democrática en el país.
Y es en este tema es donde empiezan a surgir las contradicciones que me refería en el inicio de la columna. ¿Es realmente conservador, capitalista y fomenta la libertad económica llevar a una dictadura a la asfixia económica aunque perjudique al pueblo venezolano y a muchas empresa estadounidenses que tienen intereses allí? Pero sobre todo, ¿es efectivo? ¿Habrá un cambio político en menos tiempo si se implementan este tipo de políticas?
Esta semana, hemos conocido que según un estudio del Instituto Bush y Universidad Internacional de Florida que las sanciones aplicadas a Irán, Rusia y Venezuela, son claramente inefectivas para lograr cambios políticos, sobre todo, cambios de gobiernos. “Los hallazgos indican que, aunque las sanciones infligen coacción y daño económico a un país, son menos productivas para obligar al gobierno a modificar su comportamiento”, se puede leer en el informe.
Estamos esperando que venzan las excepciones a la sanciones, emitidas en octubre de 2023, y desde la Casa Blanca llegan vientos de que no se renovarán en vista de que no ha habido avances por parte del gobierno de Maduro de garantizar unas elecciones libres y transparentes.
“Hasta ahora, Maduro ha respondido silenciando a sus opositores políticos y amenazando con acciones militares, lo que indica que el alivio de las sanciones no funcionará. Aún está por verse cómo responderá la administración Biden una vez que expiren las licencias”, afirma el estudio.
También se constata que cuanto más se endurecen las sanciones económicas, Venezuela estrecha más lazos con países adversarios de los intereses estadounidenses. “Ante una extrema necesidad de recursos, Maduro comenzó a depender de China y Rusia como base de apoyo, usándolos para financiamiento, productos tecnológicos y asistencia militar. Cuba, Irán y Rusia también asumieron un papel más activo al asociarse con Caracas para intercambiar petróleo entre sí”.
¿Volveremos al palo como única manera de enderezar a Maduro? ¿Guardaremos la zanahoria en un cajón? Ninguna de las dos posiciones extremas van a funcionar. Ni todo palo “republicano”, ni el atracón de zanahorias “demócrata”. Así nos lo marca la guerra en redes sociales pero no se gobierna ni desde X ni a golpe de encuestas de intención de voto.
Estamos ante un enemigo muy poderoso como es el chavismo, que camina hacia el cuarto de siglo en el poder y se requiere de una estrategia desde dentro y desde afuera que facilite la refundación del país sin generar más aislamiento y más necesidad al pueblo venezolano. Toca seguir con el palo y la zanahoria.