Este es el titulo de una bella canción del cantautor español Ismael Serrano. La escucho esta madrugada del jueves, después de leer unas notas donde recojo la opinión de Luis Ratti, donde pide que se le quite la nacionalidad venezolana a todos aquellos que voten en contra del referéndum o hagan un llamado a la abstención.
No sorprende para nada, que Ratti pida tal cuestión, en los últimos meses ha dicho de todo, ha pedido a los aparatos de poder autoritario del gobierno que tome medidas contra los inhabilitados, ha demandado y, ha insultado a todos aquellos que de una manera u otra se oponen al régimen, entre ellos a 2 millones y medio de venezolanos que votaron en la Primaria. Es bueno, agregar que él se autoproclama antichavista, cada vez que puede, aunque cada vez le es más difícil probar tal aseveración.
Hay que agregar, que Ratti forma parte de una galería de personajes impresentables, por ejemplo, solo para nombrar algunos que se han hecho merecedores del mote de “Alacrán”: Timoteo Zambrano, que alguna vez fue miembro de la Coordinadora Democrática y ha pasado por todos los partidos que habitan en el “tarjetón electoral”, hasta que finalmente llegó al chavismo (donde permanecerá hasta que la situación cambie. Ya veremos, donde se alojará) y se hizo célebre mediante una denuncia falsa sobre el secuestro de María Isabel de Chávez; por supuesto, José Brito, uno de los mas ardientes colaboradores del PSUV y, por último pero que de ninguna manera es el último, Bernabé Gutiérrez, quien consideró que era más fácil y rentable darle un golpe de Estado a Henry Ramos que a Maduro, Pues, por allí, se nos queda Antonio Ecarri, José Parra y otros que seguirán medrando en los lugares más oscuros y húmedos y, también, en…las cañerías.
El caso es que la declaración de Ratti, pidiendo, lo que en Nicaragua hizo Ortega y Rosario Murillo, es puro ruido, el mismo que ha hecho el régimen, llamando a una consulta que solo pretende borrar el impacto producido por los resultados de la Primaria. Pero, crea un escenario que puede provocar resultados indeseables para el régimen, tal como le sucedió a Leopoldo Galtieri, quien, en un arrebato de supuesto patriotismo y nacionalismo, pero que en el fondo solo trataba de superar el mal momento de una crisis que heredó de Videla y que él, se afanó en profundizar y cuya derrota frente al Reino Unido, dio paso a la democracia, que hoy vuelve a estar en peligro por la disputa electoral entre un malísimo (Miley) y un malo Massa).
Ruido, como dice Joaquín Sabina, mucho ruido. Es lo que escuchamos en las alocuciones de “fervorosos llamados patrióticos” de Maduro, de los hermanos Rodríguez donde hay una verdadera confusión entre la defensa de la patria y el cinismo, al tratar de hacernos olvidar que fue Chávez el que dio pie a todo este desvarío que nos va hacer perder lo que, por derecho e históricamente, nos ha pertenecido.
Seguramente, escucharemos las notas del himno Nacional y el mantra: “El sol de Venezuela nace en el Esequibo” y, seguramente, el gobierno se envolverá en “ese trapo lleno de colores”. Afortunadamente, solo es ruido, no habrá guerra y nada que se le parezca y el régimen estaría contento si, los venezolanos, echan a la “tierra del olvido” su gran manifestación cívica del 22 de octubre, cuestión que dada la situación social, política y económica que sufre el país no se producirá.
Ahora, todavía está oscuro, y vuelvo a escuchar a Ismael Serrano y uno de sus versos:
“Ruido de patriotas que se envuelven en banderas/ Confunden la patria con la sordidez de sus cavernas/ Ruido de conversos que, caídos del caballo/ siembran su rencor perseguido por sus pecados”.
¡Ah! “Si se callase el ruido” podríamos escuchar como dice la canción de Serrano, “…oír la lluvia caer” y entonces sabríamos que todavía “nos queda la esperanza”.
@enderarenas