Hemos palpado a través de la historia, cómo la humanidad se ha visto envuelta en trágicos sucesos producto del morbo que impera revoltosamente en la psiquis del hombre, siendo la codicia, el dinamo que enciende la chispa del mal en la mayoría de los casos.
Y a pesar que somos “seres racionales”, vendemos al mejor postor la vida eterna, por una breve mano en el macabro juego de la posesión absoluta sobre nuestros semejantes y su entorno, sin importar, las consecuencias que ello pueda traer en el eterno tropiezo con la misma piedra.
Así como los judíos tienen un día específico para conmemorar y nunca olvidar a los millones de miembros de su comunidad que perecieron en el holocausto, los venezolanos también tenemos razones de sobra como para tener un día que sirva para recordar a las víctimas ejecutadas por el régimen dictatorial nacional.
Torturas, imágenes, gritos, desolación y muertes, serán un recuerdo constante que agitará los sueños de muchos, provocando un cambio drástico en la forma de ver y entender el entorno, haciendo reinar la confusión histriónica que en oportunidades dará paso a la demencia en su victoria rumbo al ocaso.
Debemos prohibir a nivel mundial, cualquier intento de ejecución del luctuoso libreto escrito por comunistas retrógrados que sólo instan a la barbarie. Su sistema obsoleto lleva a la ruindad general, casi que de manera inmediata, teniendo un efecto multiplicador abismal, sobre todo en quienes apoyan a ciegas ese camino regentado por la mediocridad absoluta.
Esperemos pues, la extracción total del cáncer más agresivo registrado en la historia de nuestro país, conocido como Socialismo del Siglo XXI, el cual, derivó de una extraña mutación del escatológico comunismo, para solicitar al futuro Congreso “extinta Asamblea Nacional”, aprobar en sesión la propuesta de conmemorar la memoria de nuestros héroes caídos en una fecha específica del año.
Asimismo, exijamos sea levantado un monumento con el nombre de tan relevantes figuras, las cuales perdieron su vida en la lucha por la libertad y las causas justas.
¡Quien olvida su historia está condenado a repetirla! Por eso, como sociedad, aprendamos de estos hechos tan dolorosos e infames, propiciados por seres dementes y de muy baja autoestima.
Prof. Daniel Hernández Luengo
Escritor
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