Francisco Rojas: Amor Perdido

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Nos mecíamos en el aire y andábamos en caballo blanco. Cantando acerca del amor, amor , el amor que me divierte.


Muy cierto es que cuando andaba de parranda, no me acordaba de la muerte y siempre estaba despierto, porque el que dormía lo trasquilaban o a lo mejor le pasaba lo mismo que a los camarones.


Entre copa y copa se acababa mi vida, pero lo disfruto porque asi olvido a la que se fue, aun sabiendo que de habérselo pedido ella pudo quedarse; sin embargo se fue cuando los mariachis callaron y mis manos temblorosas dejaban caer la copa.


Tomo el el camino verde que va a la Ermita rumbo a Guanajuato, en tanto en Torreón la esperaban los hijos Juan Charrasqueado, para decirle que al menos debio despedirse a la llanera.


Ella iba cantando sus canciones más tristes, repitiendo que venía de un mundo raro y no sabia del amor.


Justo en el momento en que me estaban sirviendo la del estribo, recuerdo a Chabela ese nombre que yo llevo, a quien me canse de rogarle y de decirle que yo sin ella de pena muero.
Yo que le había jurado escribir su nombre con tinta sangre del corazón , si era que a ella se le ocurría morir primero.


No importo que le pidiera que quemara mis ojos.


Le pregunte , porque me abandonó, sabiendo que esa despedida mucho me dolería en el corazón.


Se que muchos pensaban que yo era el rey, porque bebía con dinero y sin dinero.
En mi Puerto Cabello natal los llaman gorrión los pechos amarillos , a los que quechan y quechan, andando de lado a lado bebiendo ron y lo que sea.


Un día ella quiso volver y volver, a mis brazos otra vez , pero ya estaba escrito qué, si aceptaba sus plazos traicioneros sería yo un cabeza de hacha.


Sabia si, que todo tiene su final y como un periódico de ayer me fui , hacia un puente a tirar su cariño y el mío.


Lloraras y lloraras me dijo un limosnero de amor cuando rondaba la esquina .
Cuesta abajo en mí rodada, olvidé su nombre y los besos con los que me daba la vida , mientras me mentía diciéndome que era su amor eterno.


Se que no parare hasta ver que mi llanto ha formado un arroyo anegado, donde yo su recuerdo ahogare.


Únicamente tu, podrías decirme : qué tal te va sin mi.