Hugo Delgado: Tras la huella

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Los planes de los miembros del Foro de Sao Pablo  (FSP) son  claros, crear las condiciones para mantener vivos los ideales marxistas, decía recientemente el periodista, Manuel Malaver (26-03-2023), luego de la caída estrepitosa del Muro de Berlín, el  9 de noviembre de 1989, y del fracaso el sistema político, social y económico,  liderado por la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Entre los fundadores  -cita el periodista- estaban el genocidad y pedófilo guerrillero colombiano, Manuel Marulanda “Tirofijo”, el corrupto brasileño, Ignacio Lula da Silva, y el dictador cubano, Fidel Castro.

Para muchos, suena reiterativo el evocar al FSP como causante de la violencia y la anarquía crónica que muestra el continente latinoaméricano, en cada nación en la que se han tomado el poder. Los lineamientos fundamentales se mantienen vigentes, tanto en su teoría como en su praxis. Se observa – por ejemplo- que la modalidad de “los colectivos” funcionan en Venezuela, Cuba, Nicaragua y ya el presidente de Colombia, Gustavo Petro, los está organizando en Bogotá, bajo la modalidad de “la primera línea”,  que no son más que guerrilleros o delincuentes tarifados.

Esta práctica de “los colectivos”, es una vieja estrategia creada por la Cuba de Fidel Castro. Forma parte de los llamados anillos de seguridad que actuaron con gran efectividad cuando las revueltas sociales ocurrieron en Venezuela, y de las cuales, el régimen de Maduro es culpable de más de 250 asesinatos, señala un informe de Provea (29-01-2019);  además, denunció diversos actos de tortura y persecución política. Pero esta modalidad no es nueva, ya en el gobierno marxista de Salvador Allende (4-11-1970/11-09-1973),  esos grupos funcionaban organizados desde La Habana, por esta razón el líder del “golpe de Estado”, el general Augusto Pinochet, fue precavido y logró neutralizarlos.

En Venezuela, saben de estas prácticas, al igual que en Chile, Brasil, Argentina, Ecuador, Perú, Colombia, Nicaragua, Cuba, Panamá, Bolivia y en México el papel lo está haciendo el narcotráfico, especialmente para asesinar a periodistas (en 2022 mataron 12 y hubo más de 696 ataques y amenazas, una cifra alta si se compara con la aportada por Reporteros Sin Fronteras que cerraron en  2022 con  65 homicidios, y ya en 2023 suman dos, mientras el gobierno del izquierdista de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) mira para otro lado).

Igualmente, estos colectivos  (por ejemplo el Tren de Aragua financiado y armado por el régimen de Hugo Chávez) que proliferan por el continente latinoamericano han cumplido sus misiones desestabilizadoras en la Chile de Sebastian Piñeira (2018-2022), la Argentina de Mauricio Macri (2015-2019), en el Perú de Pedro Castillo (2022-2023 detenido), en la Colombia de Iván Duque ( 2018-2022) y en el Ecuador de Lenín Moreno (2017-2021) y ahora  de Guillermo Lasso (2021-).

Ante la arremetida de los miembros de la cofradía del FSP, lo preocupante es la inoperancia de los sectores democráticos.  En la reciente Cumbre Iberoamericana realizada en República Dominicana, el pasado 25 de marzo de 2023,  Gustavo Petro propuso una reunión de naciones latinoamericanas para tratar el tema “Venezuela”,  planteamiento que inmediatamente acogió el gobierno de Joe Biden y el Grupo de los 3 (Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo), haciendo ver la escasa capacidad que tienen los sectores democráticos para diseñar soluciones a los problemas de sus respectivas naciones. Todas las propuestas y exigencias son rojitas.

Mal podría ver Petro hacia afuera, cuando Colombia arde por los cuatro costados y su inoperancia ejecutiva es notable, la corrupción ya da sus primeros pasos, sus soluciones son corto placistas y populistas, con fines electorales y clientelares, como ocurre con las reformas al sistema de salud y al política, y su fracasada “paz total”, que lo único que está impulsando es la criminalidad y el narcotráfico. Con sus ínfulas de intelectual cree tener la razón en todo y sólo vale lo que  el “yo el supremo propongo”. Sus posiciones ambientales, de consumo de drogas y humanitarias, están plagadas de realidades ajenas a las condiciones de un país con problemas de exclusión social, deterioro ecológico, resentimientos históricos y violencia desmedida.

De la misma forma, actúan los inoperantes y corruptos miembros del FSP, AMLO en México, Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia, Gabriel Boric en Chile, Lula en Brasil,  Daniel Ortega en Nicaragua, el expresidente y prófugo de la justicia, Rafael Correa en Ecuador, y Miguel Díaz Canel en Cuba. Todos critican, refieren al cambio climático, hablan de energías limpias o de derechos humanos y buscan soluciones a los asuntos de sus colegas, pero en la solución de los sus asuntos internos fracasan.

Para esta izquierda trasnochada, el escándalo de moda es la “purga de la corrupción” que adelanta el régimen de Maduro, contra sus antiguos aliados del saqueo y negocios oscuros. Lo interesante del asunto es que muchos de los ladrones y cómplices de las violaciones y asesinatos cometidos por el chavismo, ahora “y que están detenido”, como ocurre con el juez, Macsimino Márquez, un brazo ejecutor de numerosos actos de violación de derechos humanos, y otros secuaces del ex ministro y presidente de Petróleos de Venezuela, Tareck El Aissami, un personaje vinculado al terrorismo del Medio Oriente y el narcotráfico (La Razón 1-4-2023). La propaganda comunista hace ver  estos hechos como un esfuerzo por adecentar al país, cuando son Hugo Chávez, Rafael Ramírez, Maduro, Diosdado Cabello y los hermanos Rodríguez, los gestores del saqueo del país. 

En tiempos de asesinatos de periodistas, de postverdad y redes sociales, de relativismo y de mentiras, solo queda la esperanza impregnada en la canción de Ruben Blades, Muévete”: “No hay bala que mate a la verdad, cuando la defiende la razón”. Igualmente, valga esta época de Semana Santa para evocar el significado de la muerte y resurrección de Jesucristo, víctima de la mentira y el pecado, a los cuales posteriormente venció, dando fe y esperanza a la humanidad, tal como puede suceder con las malogradas democracias del continente.

Lo que pasa es que en esta época de cambios acelerados, la espera es costosa, se observa en una Venezuela con 24 años de régimen ch avista, agotada por la mentira, la corrupción e ineptitud. Un país desangrado por la huida de 7,5 millones (y la fuga continúa, cifras de autoridades panameñas indican que en los 87.390 mil emigrantes que atravesaron las selvas del Darién, en el primer trimestre de 2023, hubo 30.250 venezolanos),  fragmentado, con un Estado fallido, vulnerado totalmente por el narcotráfico,  la delincuencia organizada y una sociedad cómplice, como la describe Luis Pérez Oramás (Prodavinci 5-03-2023).

Complica la situación lo ocurrido hace pocos días, cuando Maduro hizo una declaración que pasó desapercibida  (11-03-3023): “Fortalecer con China la asociación estratégica integral”. Malaver escribe al respecto: “Pero la hazaña por la que está sonando en estos días el “Foro de Sao Paulo” es por desenganchar a América Latina del bloque de poder capitalista, occidental y cristiano que capitanean EEUU y la UE y acercarla a la nueva propuesta planetaria y humana que encabezan China y Rusia”.  Posterior a esta declaración, el presidente Lula suspende su viaje a China por una supuesta enfermedad; ya anteriormente, su homólogo ideológico, Alberto Fernández, se reunió con Xi Jiping en Indonesia (16-11-2022), y días después ( 25-11-2022), el dictador cubano, Díaz-Canel lo hacía con Jinping, en Beijing.

¿ Por qué es un problema? En su Estrategia de Seguridad Nacional (ESN-2022) presentada por el gobierno de Joe Biden, profundiza la política exterior de Donald Trump. Toma como su principal retador a China; a Rusia  -señala el informe- hay que controlarla (la guerra en Ucrania se toma como una amenaza a la democracia y principios de occidente por eso hay que apoyar a Kiev) y se considera a Latinoamérica como la zona de mayor impacto para sus intereses.

¿Qué futuro puede tener una nación como Venezuela con este cuadro? El conflicto de poderes entre los delincuentes que la controlan solo demuestra lo que son capaces de hacer, más con una sociedad pasiva y cómplice. Asesinan, roban, destruyen valores y familias, a la industria y la producción agropecuaria y entregaron la soberanía a intereses foráneos. Sus alianzas delictivas obligan a Maduro a callar ante la muerte de los 8 venezolanos que huían hacia el EUA en Ciudad Juárez (México), en solidaridad con su “pana” AMLO, o al trato inhumano de los  más de 30 mil que ya salieron por el Darién en 2023.

En un escenario tan complejo es difícil construir salidas y mucho más diseñar el modelo que necesita superar a la Venezuela petrolera.

@hdelgado10