Alberto Barboza: El peor de los acuerdos será una bendición

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Es complicado saber con certeza lo que está pasando políticamente en Venezuela, algunos creen que las conversaciones o negociaciones entre el gobierno y la oposición o parte de la misma, han estado suspendidas, mientras que otros opinan que se han venido dando con el amparo de los Estados Unidos de manera privada con buena dosis de prudencia. Espero que esta segunda tesis sea la correcta, y no me importa quienes participen o no, lo importante es que se llegue a un mínimo de entendimiento que desemboque en elecciones para dentro de un año o en dos que es lo constitucionalmente establecido.

¿Qué razones me llevan a aceptar, con resignación, pero con cierta esperanza cualquier acuerdo establecido? Bueno, nada menos y nada más que la eventual salida del gobierno a través de un proceso electoral cuasi-seguro y la instauración, en el peor de los casos, de otro “mal gobierno”, pero un con grado de institucionalidad, de estado de derecho, de democracia, asimismo como la que tuvimos en los 40 años antes de la barbarie, con todas sus imperfecciones, no es que mi nivel de expectativas sean muy bajas, es que la recuperación de la democracia, incluye la salvación del país, por supuesto, en esta oportunidad, a diferencia del anterior periodo democrático, ese supuesto mal gobierno del que hablo, al revisar el tamaño del estado, asumir el mercado como rector de la economía, reforzar y garantizar la propiedad privada, diseñar una política económica adecuada que promueva nuevamente los créditos financieros sustentados en un buen binomio de ahorro e inversión, la privatización, aunque sea parcial, de la industria petrolera, petroquímica, siderúrgica, entre otras. Todo ello nos colocara en la ruta adecuada para reconstruir la economía y la sociedad venezolana.

¿Qué razones me llevan a visualizar ese escenario imperfecto? Definitivamente, el comportamiento y desempeño histórico de la oposición venezolana, no me es grato criticarla, porque en definitiva, sus dirigentes no son mis enemigos, por el contrario tengo grandes amigos en varios de los partidos que la conforman. No obstante, mi solidaridad con la oposición tiene un límite, justamente, determinado por el próximo evento electoral, donde podría ganar nuevamente el oficialismo, de no participar la oposición con una sola opción lograda mediante un consenso inteligente, dejando de lado los proyectos personales. Descanso profundamente en la fe de que la oposición esta vez hará lo correcto.

El bajo nivel de expectativas con un próximo gobierno, también se debe a que creo en una transición progresiva, nunca he pensado en una ruptura violenta como salida de la crisis, no porque no la haya deseado, simplemente porque nunca la vi factible. Lo que si desearía sobremanera es que la transición pacífica y lenta no incluya la falta de justicia por los delitos cometidos, incluso, no tanto, por la impunidad del pasado, más importante aún, por la impunidad futura, es decir, que algún día se dé el primer paso para tener una sociedad regida por leyes y donde los malhechores paguen por sus delitos no importando quien sea. 

Finalmente, en otro orden de ideas, repito mi posición respecto a la opinión pública, la gente debe entender que las matrices de opinión son diseñadas en laboratorios, siempre he sostenido, el contraste entre la inteligencia cubana con la ingenuidad de muchos líderes de la oposición. Por ejemplo, la matriz de opinión de que Juan Guaido, nos ha defraudado porque no cumplo con aquella trilogía del cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Pero bueno, ¿La gente no entiende al fenómeno atípico al que este político se ha enfrentado? La intención no es defenderlo, porque siempre he creído que el joven no estaba muy preparado para el momento histórico que le toco gerencial. Pero ese momento es mucho más complicado que el que le toco vivir a líderes de otrora como Rómulo Betancourt, Rafael Caldera o Jovito Villalba, estos respetados señores con meritos de sobra, enfrentaron a dictaduras clásicas, que no tenían ni remotamente la complejidad de la actual.

Alberto Barboza

Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad

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