Hugo Delgado: Los sinvergüenzas

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“ La política no es un torneo moral.” (Politólogo venezolano, Anibal Romero)

Mientras los venezolanos disfrutaban de las fechas previas a la celebración de la festividad católica del nacimiento del Niño Jesús, un hecho ocurría sin que le “pararan” mucho: El gobierno de Estados Unidos de América, presidido por Joe Biden, liberaba al testaferro de Nicolás Maduro, el barranquillero de padres libaneses, Alex Saab.

La noticia fue novedosa para algunos, pero luego de la derrota de Donald Trump se daba por hecho la negociación de “de la guinda de la torta del entramado de la corrupción chavista en el mundo”. Sí así como suena, “del mundo”, porque Saab volaba a cualquier parte hacer negocios, la mayoría fraudulentos”, representando a los más altos intereses de “la revolución bonita”.

Luego de la detención en la isla de Cabo Verde el 12 de junio de 2021, cuando su avión aterrizó  en el aeropuerto internacional Amilcar Cabral a abastecerse de combustible,  y su extradición el 16 de octubre de 2021, Saab fue encerrado en el centro penitenciario de Miami  (Florida) en donde investigaban el caso relacionado con $350 millones de un entramado de corrupción con su socio, Álvaro Pulido Vargas, un empresario colombiano con pasado en el mundo del narcotráfico.

La liberación de Saab era cuestión de tiempo. Pero la lección más importante que emana de este hecho es que el gobierno de Biden está empeñado en defender lo que le importa a Estados Unidos de América (EUA), incluyendo sus negocios petroleros, y la moral y los principios no son prioridad. Ese fue el mensaje enviado a los venezolanos opositores al régimen de Nicolás Maduro, “a su mandato, así como el de sus antecesores que lidiaron con Hugo Chávez, solo le importa sus intereses.

Los hechos lo evidencian, desde la llegada de Chávez en 1999 las empresas petroleras norteamericanas fueron las que financiaron a su gobierno porque eran las que pagaban puntualmente. Esos petrodólares permitieron el entramado de corrupción nacional e internacional, especialmente a los aliados del Foro de Sao Paulo. Era una cuestión de negocios y poco importó el daño que se le causó a las democracias, bajo la excusa que la alternancia robustecía a las democracias, con los abusos de poder, la destrucción de la institucionalidad y legalidad, los genocidios y la violación de los derechos humanos.

“El no es nada personal”  significa que a EUA no le importa la corrupción, la violación de los principios democráticos, el genocidio del régimen, los atropellos a la oposición, la ilegitimidad estructural que domina a Venezuela, el mayor éxodo de la historia del continente con la subsecuente miseria, vejaciones, crímenes y pérdida del capital humano. “Mi  interés son los negocios”, diría Biden,  así como lo hicieron sus antecesores demócratas y republicanos.

Sinvergüenzas fueron los venezolanos que cómodamente sembraron sus esperanzas en los gobiernos de EUA, que honorablemente iban a defender los principios de la democracia, cosa que no ocurrió, se les olvidó que Washington  funciona, como dice Anibal Romero (17-12-2023)con el principio que “La política no es un torneo moral”. En su análisis sobre el legado del ex secretario de Estado, Henry Kissinger (1923-2023), el politólogo escribe que “el sistema de equilibrios que estudió Kissinger tuvo como eje un sentido de las proporciones, que no es otra cosa que la capacidad de distinguir entre los intereses vitales de un Estado y sus intereses sólo secundarios. Este comentario es pertinente para entender las razones del “indulto” que Biden le dio al corrupto viajero Alex Saab y que lo ocurrido en Venezuela no es prioridad.

Los venezolanos que sueñan con recuperar su democracia deben entender que EUA tiene sus intereses claros, ellos decidieron quienes iban hacer el rol de oposición (G-3 y escogieron al principal vocero Gerardo Blyde) en México,  no van a enviar “mariners”, como muchos sueñan, para sacar al régimen de Maduro, y tampoco les importa si hay 350 presos políticos o si la corrupción y la ineficiencia chavista arruinó al país.

A Biden poco le interesa si sus actos de liberación del corrupto Saab, los narcosobrinos de  Cilia Flores o sacando de la lista negra del Departamento del Tesoro a su sobrino, Carlos Malpica Flores,  afectan la imagen mundial de la democracia. Lo importante, según lo dijo, es que la familia de los últimos diez liberados estén felices en estas navidades. Ese es su criterio de “intereses vitales” .

La desgracia de los venezolanos es haber entregado, cómodamente, su futuro a factores externos, que incluso seleccionaron a unos representantes de la oposición para que hablaran en una mesa de conversaciones diseñada a la medida del régimen, diseñó una agenda llena de puntos oscuros, de la que emanan (como los conejos que salen del sombrero de un mago), cada cierto tiempo, decisiones asombrosas que en nada reduce la crisis que vive la mayoría y solo favorece los intereses de Maduro y su nomenclatura.

En el sentido de las proporciones y los intereses vitales y secundarios, expuestos por Kissinger, también hay que precisar los efectos que genera la potencia líder del capitalismo y las democracia mundial. Ya lo decía el Papa Juan Pablo II, que “a él le preocupaba lo que sucedía en EUA, porque lo que pasaba hoy en EUA ocurría dentro de 10 años en el mundo”. 

Tamaña responsabilidad parece que se le ha olvidado a los gobernantes norteamericanos. En el mundo multipolar de hoy, previsto por pensadores como Joseph Ney Jr en la década de los 90 del siglo XX,  quienes dirigen la política de EUA parecen no estar a la altura, dice Romero: “… Esto es demasiado pedir, dado el horizonte de miopía política, incorregible arrogancia y decadencia intelectual que se percibe entre las élites estadounidenses de ahora”.

En el caso Venezuela, la estrategia de Maduro está elaborada totalmente en La Habana. Raúl Castro y su hermano Fidel lidiaron con EUA durante 60 años y saben todos los trucos. La prioridad del régimen era eliminar las sanciones para tener recursos económicos y controlar el poder, aprovechando la alta dependencia de la sociedad de los recursos públicos, lograr reconocimiento y legitimidad.

De esta forma, Maduro logró controlar el poder y garantizar su impunidad,  hasta el momento, el chavismo ha materializado todos sus objetivos. Mientras el país sigue sumergido en su crisis, con polítiqueros que continúan viviendo de la carroña, vendiéndose al mejor postor y explotando las necesidades humanas, con una población que sigue huyendo buscando un futuro mejor. Si los venezolanos quieren salir de su fango, tienen que tomar en sus manos su destino, de lo contrario los carroñeros seguiran vivendo de sus miserías.

@hdelgado10