Neuro Villalobos: Reinstitucionalización del país. Empresa vital

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“Las sociedades capitalistas clásicas transitan desde posiciones donde construyen estructuras económicas inmensamente despilfarradoras a estructuras económicas inmensamente eficientes en la producción de todo tipo de bienes.” Polo Casanova Olivo

En mi artículo anterior concluyo que para producir el cambio de rumbo que necesita el país tenemos que buscar las respuestas dentro del contexto de un cambio de paradigma, es decir, tenemos que ubicarnos en el paradigma de la posmodernidad por que lo que estamos viviendo es un cambio de época y no solamente una época de cambios acelerados y profundos, como ya lo han señalado algunos autores.

Como bien lo define el distinguido economista, Dr, Polo Casanova Olivo, “el tránsito de la “episteme” de la modernidad a una nueva “episteme” posmoderna implica una modificación del conocimiento, de todo lo conocido, todas las certezas se derrumban, tenemos que construir nuevas certezas.” Eso es así y es válido para todas las ciencias. La Ciencia Económica que nosotros conocemos y estudiamos, dice el Dr. Casanova, se desvanece, se derrumba. Su análisis lo desarrolla por la aparición de lo que denomina los nuevos bienes digitales, virtuales, inmateriales, transables, que altera toda la concepción de la Ciencia Económica, que empieza a salir de su marasmo, de su estancamiento.

De allí que se hace necesario, además de un cambio de actitud de la gente, la empresa vital de la reinstitucionalización del país. En las sociedades es indispensable la existencia de las instituciones y todas ellas tienen que someterse a un proceso de cambio permanente porque cuando hay un cambio de paradigma, todo vuelve a cero, de acuerdo con la tesis de Deming.

Las instituciones tal como las define el Dr. Néstor Contreras Pineda son “cada una de las organizaciones fundamentales del Estado, Nación o Sociedad.” Sin embargo, para que se considere como institución, y ésto las diferencia de las simples organizaciones, deben ser, según el autor, representativas, trascendentes y respetables. Representativas, en la medida que todos los miembros de la sociedad vean en ellas reflejadas su cultura, valores, sentimientos, anhelos y esperanzas. Trascendentes, porque su actuación debe extenderse más allá de la particularidad de los intereses, lo inmediato y lo temporal. Respetables, por la dignidad que asumen en su condición de depositarias de la moral pública.

Esas características hacen imprescindible nuestra transformación de pueblo, de masa, a la condición de ciudadanos, ya que solamente a través del ejercicio consciente de la ciudadanía, señala Contreras, “será posible enaltecer las virtudes cívicas, alcanzar estadios superiores de conciencia para vacunar a la gente contra los oportunistas de oficio, que explotan la sensiblería popular a favor de sus oscuros intereses hegemónicos dictatoriales.”

Debemos dar un gran salto cuántico y cualitativo para mejorar la precaria situación en que vivimos la mayoría de los venezolanos. Para ello se requerirán instituciones fortalecidas, poseedoras de las características señaladas anteriormente, y que funcionen como deben ser: ágiles, actualizadas, modernas y eficientes.

Creo, como también lo expresa Gerver Torres, que “las energías creadoras de los pueblos se desatan cuando cuentan con un proyecto, un ideal de sociedad, cuando existe una visión de hasta dónde y cómo se puede llegar. Pero la visión no puede ser una mera ilusión. Esta visión de país debe ser viable, es decir, posible de construir a partir del presente.” No puede ser más angustiante la situación que vivimos sobre todo si nos comparamos con el progreso que han logrado otras economías con niveles de atraso iguales o mayores que los nuestros hace muy pocos años.

Tal es el caso de Irlanda, por ejemplo. ¿Cómo logró progresar rápidamente? Según un informe del Banco de Irlanda, el éxito se debió a una combinación de factores entre los cuales cabe señalar: la tregua social entre empresarios y obreros: la eliminación de las barreras burocráticas que desalentaban las inversiones extranjeras; amnistía para todos los evasores fiscales; una reducción de impuestos corporativos para incentivar las inversiones; un fuerte apoyo a la ciencia y tecnología en las universidades; y la decisión de los sucesivos gobiernos de no desviar el rumbo económico a pesar de las tensiones sociales que se produjeron al principio de la apertura económica.

No convirtamos en una profecía autocumplida la prédica socialista de que ser rico es malo, en todo caso, lo malo es crear pobreza, como lo remarcó Winston Churchill. Los líderes políticos, empresariales y civiles comunes deben meterse en la cabeza que una economía avanzada necesita una sociedad avanzada, como lo indicara Toffler, ya que si un país se las arregla para acelerar su avance económico pero deja atrás sus instituciones básicas, su potencial para crear riqueza, se verá finalmente limitado.

Neuro J. Villalobos Rincón
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