Hugo Delgado: Venezuela subastada

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“Es fácil regalar lo que no es de uno”, reza el adagio popular. Esa expresión encierra lo que está haciendo el chavismo con Venezuela. Ahora se dimensiona su obsesión por detentar el poder. El escándalo por el ingreso de la vicepresidenta del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, a España desnuda parte de esas razones, luego de conocerse las conexiones con altos jerarcas de su ejecutivo y la agenda privada de reuniones que incluía un encuentro con un empresario español vinculado al negocio petrolero. Se demuestra una vez más que los negocios no tienen corazón, ni mucho menos ideología que valga.


Venezuela está en venta. El show que antecedió al nuevo escándalo fue la toma por la fuerza de la sede de la Asamblea Nacional, (5 de enero de 2020) para impedir la reelección de su presidente, Juan Guaidó. La compra de un grupo de diputados de oposición encabezados por, Luis Parra, para buscar una mayoría que nunca llegó, forma parte de un complot diseñado por el cerebro del presidente ruso, Vladimir Putin, quien pretende la destrucción opositora en el poder legislativo para poder cumplir con el objetivo final de tomar por asalto Petróleos de Venezuela y la riqueza del arco minero, en una carrera en la que hay varios competidores.


Vendieron nacionalismo, el pensamiento bolivariano y una soberanía que se hacía respetar, pero detrás de esas palabras huecas lo que hay son negocios. Aquí no vale la justicia o inclusión social o cuanta locura ideológica se le ocurra a los desquiciados que controlan el poder formal de Venezuela; lo único que importa es el control y privilegios del poder y los intereses económicos, disfrazados por Chávez para ocultar la ambición geopolítica de Fidel Castro, Vladimir Putin, los comunistas chinos y sus aliados del Foro de Sao Pablo. Mientras, un Estados Unidos silente y cómplice hacía negocios comprando y pagando al día petróleo e invirtiendo en ese sector, sin importar las consecuencias que a futuro afectaron la estabilidad del continente y su propia seguridad.


El tiempo se encargó de mostrar las verdaderas intenciones del chavismo. Según el corresponsal de El Mundo, Pablo Pardo (8 de enero de 2020), la falta de dimensión del problema Venezuela, por parte de Estados Unidos en los últimos 20 años, reconoció recientemente su enviado especial, Elliot Abrahams, impidió visualizar el rol de Moscú y La Habana en el asunto, «son los dos pilares más importantes de apoyo del régimen”, y el énfasis en el asunto energético.


Pardo señala que hoy, según el enviado especial de Trump para Venezuela, las empresas rusas manejan a aproximadamente el 70% del petróleo venezolano. Entre las operaciones ilegales que hacen está la transferencia de cargamentos de crudo entre barcos, lo que permite evadir las sanciones estadounidenses. Además, el gigante petrolero estatal ruso Rosneft «está en el centro de su economía petrolera».


Lo del escándalo en España comienza a entenderse. La vicepresidenta Rodríguez no pudo entrar. Alguien le garantizó su ingreso -un plan frustrado por el gobierno de Pedro Sánchez- para realizar una serie de reuniones, una de ellas tenía que ver con el negocio petrolero, ese encuentro era con un empresario español vinculado con la industria, afirmó Pardo.
Por otra parte, la agencia Bloomberg afirmó recientemente que el régimen de Maduro está ofreciendo a las multinacionales asociadas con Petróleos de Venezuela (PDVSA) participaciones mayoritarias en las empresas mixtas. O lo que es lo mismo, privatizarla en una época de precios flacos producto de su deterioro e inoperancia. La agencia informa que el régimen ha planteado la opción a la rusa Rosnfet, a la española Repsol, y a la italiana Eni.


El diario ALnavío también informó, el 10 de diciembre de 2019, que Maduro le había entregado el circuito de operaciones a las multinacionales como una medida extrema de recuperar la producción petrolera, que todavía se ubica por debajo de los 900.000 barriles diarios. Una fuente petrolera les habría informado que PDVSA entregó todas las operaciones a las multinacionales: desde la producción hasta la comercialización, el cobro de la factura y la administración del dinero. Ahora son ellas las que manejan la caja y le pagan a PDVSA lo que le corresponde. Una operación totalmente ilegal por eso el desespero de rusos y el chavismo de liquidar a la AN.


El 28 de enero de 2020, Juan Carlos Zapata del diario Alnavio, tituló un reportaje “Cómo las sanciones de Trump están ayudando a Maduro a producir y vender más petróleo”, basándose en un informe de la agencia Bloomberg afirma que lo anterior “no es un paso más. Son tres pasos adelante. Es llegar hasta el centro, al corazón de la empresa, PDVSA. Un paso que ningún gobierno anterior se atrevió a dar. Es formalizar lo que se viene dando en la práctica, pero entregando la posición dominante dentro de las empresas conjuntas o mixtas”. Maduro, escribe el periodista, se encuentra atrapado y sin alternativa. Solo hay un problema: las sanciones internacionales le impiden resolver esa crisis particular.
Son las sanciones y el obstáculo de una AN en manos de la oposición y con su presidente encargado, Juan Guaidó, reconocido por las más importantes economías del mundo, las que impiden a las multinacionales controlar las empresas mixtas. Sin embargo, Maduro y las transnacionales están apostando al levantamiento de las medidas sancionatorias toda vez que las reservas internacionales de 360 mil millones de barriles de petróleo son apetecidas. Por esta razón, no es descartable que los grandes actores del negocio ejerzan presión en Estados Unidos y Maduro insista en abrirse a las negociaciones en las que todos coman, en detrimento de los intereses nacionales .


Daniel Gómez en Alnavío del 20 de enero de 2020 cita una entrevista con The Washington Post, en la cual Maduro presiona a Estados Unidos y le pide diálogo directo. En ella dijo “que una bonanza podría estar esperando a las compañías petroleras de Estados Unidos si el gobierno de Donald Trump levanta las sanciones y restablece relaciones con Caracas”. Es una muestra de las verdaderas intenciones del régimen y su falta de escrúpulos, por eso el petróleo se convirtió en una activa arma geopolítica aprovechada por sus socios ideológicos y económicos.


El mismo periodista citando a la agencia Bloomberg reveló que fondos con Goldman Sachs, Pimco y T Rowe Price se estarían reuniendose con altos funcionarios chavistas en Caracas. Ya el excongresista Pete Sessions, a mediados y noviembre de 2018, lo hizo para defender los intereses de pequeñas petroleras en Houston (Texas); en la segunda ocasión, buscó “reabrir los negocios en Venezuela”, una conversación telefónica presenciada silenciosamente por el abogado de Trump, Rudolph Giuliani. Igualmente, Maduro conversó con Alí Moshiri, uno de los petroleros más prestigiosos del mundo, expresidente de Chevron Venezuela y Chevron global, pulsando el ambiente para invertir, mostró su disposición a reunir 5.000 millones de dólares a través de su fondo Amos Global para invertir aquí.
El chavismo (Chávez comenzó la tarea de desmantelar Pdvsa) se convirtió en el principal subastador de Venezuela. Entregó su soberanía a Cuba (tesis reforzada ahora con la presencia de su embajador en Caracas Dagoberto Rodríguez en el Consejo de Ministros). Aprovechando su posición geopolítica y un alentador discurso nacionalista, convenció a la opinión pública nacional y de otros países, y financiando su revolución durante 20 años con los petrodólares del único buen pagador, Estados Unidos, amplió su influencia por todo el continente latinoamericano y en Europa (España y Grecia), principalmente. Ahora que se combinan narcotráfico, terrorismo, petróleo, corrupción y desestabilización regional, el líder del capitalismo y la comunidad democrática occidental han vuelto su mirada hacia esta parte del continente.


Estados Unidos ante la amenaza chavista solo materializó la frase de Vito Corleone “no es nada personal, son solo negocios”. Lo que suceda en el país no me importa, me interesa el negocio petrolero, solo que la alianza con Rusia, Cuba y China (parcialmente neutralizada por las negociaciones del tratado comercial binacional), la diáspora, el narcoterrorismo internacional y la desestabilización regional, obligaron al gobierno de Donald Trump a redimensionar la amenaza que representa Venezuela y actuar.

@hdelgado10