Le darán un entierro de tercera. Con tantos amigos españoles aliados del chavismo y con los más radicales del Pacto Histórico felices con el sátrapa de Miraflores, me temo que la lucha frontal por la democracia de los hermanos venezolanos termina el 7 de agosto.
Dirán que qué Venezuela libre ni qué ocho cuartos, que lo que nos importa es Colombia… y que se pudra el vecindario. Que es un país soberano y su Gobierno tiene licencia para asesinar y encarcelar opositores, dar cobijo a terroristas, traficar con coca, robarse empresas y el erario, arruinar una nación rica y causar una terrible hambruna.
En la mansión alquilada de Italia, ya Gustavo Petro alistó el equipo de delegados que enviará a Caracas para negociar con el capo y entre ellos no estará ni su detestada Piedad ni Iván Cepeda, al que asaltaría la tentación de visitar en el hospital caraqueño a su querido Iván Márquez.
De momento, como en otros aspectos de su Gobierno, parquearán la idea de la patria grande bolivariana y el socialismo puro y duro, porque el presidente electo quiere sacudirse la imagen de admirador de Hugo Chávez y erigirse él mismo en el nuevo líder zurdo latinoamericano. Será más un contacto para temas comerciales y diplomáticos, en los que no creo que figure la detención y envío a Colombia del criminal de la Nueva Marquetalia en lugar prioritario de la agenda.
No sé si en ese primer encuentro aparecerá el expresidente socialista español José Luis Rodríguez Zapatero, uno de esos abyectos lacayos que emplean las dictaduras para blanquear su imagen.
Pero estrechar la mano de Maduro no saldrá gratis y supone la última bofetada para los opositores, que han padecido los abusos de ese mafioso y sus multimillonarios lugartenientes. A partir del momento en que reanuden las relaciones diplomáticas y de gobierno con Caracas, ¿qué pasará con los exiliados que encontraban en Colombia un lugar seguro? ¿Qué garantías les dará el presidente electo para que no los hostiguen ni los maten? ¿Qué decidirá sobre las extradiciones de políticos como Julio Borges? ¿Qué hará con los representantes de Juan Guaidó en Bogotá? ¿Y con Guaidó?
Sin olvidar que los alibabás chavistas son tan ladrones, tan ruines, que ansían recuperar la gestión de las actividades consulares, como, por ejemplo, la convalidación de títulos universitarios de los migrantes con el único fin de pedir coimas a los solicitantes. Puede parecer una minucia, pero, antes de que asumieran dicha función los delegados de Guaidó, muchos funcionarios exigían un mínimo de 50 dólares y hasta 2.000 por entregarlos. Ahora no solo agilizaron la emisión, sino que acabaron con esa corrupción.
En cuanto a Monómeros, tema clave para Maduro, Petro ya anunció la intención de devolverla al Gobierno cleptómano vecino, que solo sabe de robar y quebrar empresas. Mejor sería dejarla en manos técnicas de independientes afectos a la oposición, que aseguren su continuidad y que los fondos no vayan a parar a los bolsillos de los capos chavistas.
En todo caso, es indiscutible que el Grupo de Lima, creado para restablecer la democracia venezolana, obtuvo victorias iniciales, como unir a medio centenar de países en torno a Guaidó, pero terminó resultando un fracaso por falta de decisión de Washington. Junto con los eternos hipócritas y pusilánimes europeos (siempre condescendientes con las dictaduras de izquierda), golpearon con guante de seda a unos mafiosos que jamás dejarán el poder por las buenas.
En 2018, cuando una serie de factores señalaron que el momento había llegado, desecharon impulsar un golpe de Estado de militares venezolanos. Luego cometieron una interminable cadena de errores que dieron al traste con la esperanza de devolver Venezuela al club de los países libres. Y en lugar de tumbarlo, atornillaron a Maduro en Miraflores y enviaron a Juan Guaidó al baúl del olvido.
Para los que aún soñamos (y luchamos) por una Venezuela democrática, grupo cada vez más pequeño en Colombia, será tan frustrante ver a la delegación petrista que viajará a Caracas la semana del 7 de agosto o la siguiente, agachando la cabeza ante el capo dei capi y sus secuaces, como observar de nuevo a los congresistas de Comunes, autores de crímenes de lesa humanidad, en sus curules el 20 de julio sin haber sido condenados a nada. A la larga será otro triunfo de las bandas terroristas y de las de las dictaduras asesinas de Cuba, Venezuela, Rusia y Nicaragua.
NOTA 1: Si Humberto de la Calle tuviese dignidad, dejaría Oxígeno Verde y su curul del partido opositor. Que se incorpore al Pacto Histórico como un afiliado más. Pero es más sabroso aferrarse al Senado sin pagar las deudas electorales de Oxígeno ni seguir sus lineamientos. Por cierto, ¿ya cancelaron los 40.000 millones de la consulta liberal de 2018?
NOTA 2: Injustificable y errónea la decisión de cambiar los estatutos de Ecopetrol. Duque abrió de par en par la puerta a la politización de una empresa bandera y ahora Petro seguirá la misma senda. Imperdonable.
Salud Hernández-Mora/ Revista SEMANA