Hugo Delgado: Bochinche, bochinche…210 años después

730

El 28 de marzo pasó desapercibido un hecho histórico: El natalicio del general, Francisco de Miranda (1750-1616). Un personaje que dejó un legado digno de evocarse para entender el bochinche que vive actualmente Venezuela. En su discurso de orden ante el Senado de la República de- Venezuela el 4 de julio de 1966, el fallecido escritor, Arturo Uslar Pietri, citó un fragmento dramático en la historia nacional, vivido por el Generalísimo luego de su frustrante incursión libertaria: “Lo que le queda entonces es la capitulación burlada, el desmoronamiento de la resistencia y la desmoralización de la derrota”.


Narra Pietri:“ En la madrugada del 31 de julio de 1812, cuando lo llaman en el sueño para anunciarle que sus propios oficiales lo detienen. Se levanta sereno e impasible; con su mano izquierda alza el brazo en que Soublette lleva una lámpara, para iluminar la triste escena. Contempló a cada uno de los circunstantes y dijo: «Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche». Más que un gesto de profundo desengaño, era la voz del oráculo que anunciaba los tormentosos anales de nuestra larga desunión civil.

En el fondo de la conciencia venezolana resuena y debe resonar para siempre aquella voz que en la más trágica hora de su existencia condenaba y maldecía la anarquía estéril, la violencia estúpida y el desacato a las instituciones y a la autoridad legítima”. Lo irónico de esta historia es que Uslar Pietri -al final de sus días- se convirtió en parte del festín.


El bochinche referido hace 210 años por Miranda retumba en varios de los episodios de la Venezuela republicana, dándole vigencia al desilusionado prócer, cuyas cartas personales resguardadas en la antigua Cancillería, ponen en duda su muerte en la Carraca (14 de julio de 1816 Cádiz-España) ¿Qué otro término explica lo que vive el país del socialismo del siglo XXI? Un gobierno negado a demostrar su legalidad, violador de los derechos humanos y la institucionalidad, empobrecedor y saqueado, que apoya el genocidio ruso, que emprende una campaña para infundir el miedo en quienes no lo apoyan y se empeña en mostrar -con mentiras (El Nacional 8-04-2022)- un resurgir económico luego de ocho años de caída de su Producto Interno Bruto (PIB), con un sector productivo destruido, un comercio con números en verde y un país desunido que aplaude el inexplicable milagro de crecer sin financiamiento legal ni productividad.


El miedo inmoviliza o estimula la creatividad decía el asesinado presidente de Estados Unidos,- Abraham Lincoln (1809-1865). Y en Venezuela se ha entronizado la política del terror contra quienes disienten, denuncien la corrupción y el atropello, o como sucedió con los diputados de oposición en la Asamblea Nacional que “no reconocen al cuestionado presidente”, y las decenas de periodistas o civiles encarcelados, olvidados y sin derecho a la defensa justa.


Ese complejo contexto de temor también puede interpretarse como el motor de la transformación necesaria para potenciar a la sociedad desesperanzada, en muchos momentos, regida por gobernantes que le vendieron el alma a las mafias nacionales e internacionales que la manejan a su antojo y se empeñan en llevar el comunismo –impulsado por Cuba, China y Rusia- a todo el continente latinoamericano.


Un columnista refería a la injerencia cubana a través de un importante diario venezolano y decía: “Para nadie es un secreto que el servicio exterior se convirtió en un apéndice de la política de los hermanos Castro. Como agentes de un proyecto político, típico de las embajadas que representan países de corte totalitario. La cancillería paralela sustituyó los funcionarios diplomáticos con oficiales de las fuerzas armadas y coordinadores políticos, en algunos casos con mayor poder que los propios embajadores. Ella centraliza la política internacional, los intereses estratégicos de la nación pasan a un segundo plano, pero les sirve para garantizar la permanencia en el poder del pupilo formado en La Habana: ¡Nicolás Maduro!”

El gobierno de Maduro no va a ceder el poder, tampoco respetará los principios democráticos. En la obra El Arte de la Guerra, Sun Tzu, define algunas de las estrategias instrumentadas por los cubanos a través de los cuerpos de seguridad venezolanos, en estos tiempos de confrontación política: “Si eres capaz de mantener ciertos puntos críticos a lo largo de sus caminos estratégicos el enemigo no podrá venir”. Esta lección le ha permitido a la dictadura castrista controlar a su población, impedir la consolidación de un frente unido que amenace sus intereses y la mantiene ocupada con asuntos relacionados con su supervivencia. Esta experiencia extrapolada a Venezuela, afianza el presagio de Miranda y su incapacidad para construir una propuesta que termine la pesadilla chavista.


Ahora que el gobierno de Estados Unidos, más pendiente de los negocios de Chevron que de defender la democracia, le abre las posibilidades de consolidar al régimen de Maduro y llevar tranquilidad económica a Cuba (no es novedoso, ya lo hizo en la época de la bonanza de principios de la primera década del siglo XXI), en el horizonte vuelve a retumbar el bochinche presagiado por Miranda, expresada en el festín de la corrupción que se afianzará.


La estrategia cubana hace que Maduro muestre su éxito, utilizando la teoría de Sun Tzu: “Yo hago que el enemigo vea mis fortalezas como debilidades y mis debilidades como fortalezas, mientras hago que sus fortalezas se vuelvan debilidades y descubro dónde no es fuerte”. El tiempo es un factor importante para darle legitimidad a su régimen y eliminar las sanciones que limitan sus negocios, dándole estabilidad y control sobre el país.

El chavismo –también- extrapola las enseñanzas de Don Quijote de La Mancha, pues en sus delirios y luchas fantasmales, batalla contra un imperialismo que irónicamente lo alimenta con la compra de petróleo, le vende insumos para su deteriorada industria y le facilita sus operaciones financiaras e inversiones a sus corruptos personeros y también a opositores en su mundo económico, por eso clama para que le eliminen las sanciones que afectan sus negocios.


El enemigo imperialista -irónicamente- la invade con intereses y dólares y no con armas; sin embargo, en su discurso público, el régimen solo busca replicar los 60 años la experiencia de su amo cubano. Esa es la soberanía ficticia que grita a cuatro vientos para justificar sus intervenciones en los foros del comunismo que impregnan de atraso, pobreza y corrupción al continente Latinoamericano, mientras implora por la eliminación de las sanciones económicas para mantener su bochinche.


Veintidós años después, la pesadilla socialista envuelve a los venezolanos, con una manipulada hiperinflación que se detuvo porque el valor de la ahora moneda oficial nacional, el dólar americano, estabilizó su economía negra promovida por las mafias del medio oriente, el narcoterrorismo y la corrupción; mientras, las mayorías asalariadas sufren la pérdida del poder adquisitivo de sus sueldos. El bochinche es tal que el Observatorio Venezolano de Finanzas, refutó la cifra de 1,4% de marzo 2022 de inflación del Banco Central de Venezuela y señaló que era de 10,5%; con datos en manos demostró la variación de la canasta alimentaria a $370, siendo los alimentos -con 3%- los que más se incrementaron.


Igualmente, crecen la pobreza, la corrupción, la extorsión, el crimen, el secuestro, las grades bandas y la impunidad reflejada en el deterioro de un sistema judicial que sólo sanciona a los enemigos del régimen, y a menos del 10% de los delincuentes, incluyendo a los de “cuello blanco”. A esto se añade la destrucción de la institucionalidad, del sistema educativo desde el pre escolar hasta la universidad, del área de la salud y del aparato productivo y agropecuario. Un panorama que sólo avala la frase del generalísimo Francisco de Miranda y su deseo de no volver a Venezuela para ser testigo de su bochinche.

@hdelgado10