Efraín Rincón: “Elecciones” en dictadura

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En dictadura se vota, en democracia se elige. Sólo con elecciones libres, legítimas y competitivas, los ciudadanos pueden ejercer el derecho del voto para elegir gobiernos producto de la voluntad mayoritaria de los electores. Todo lo demás es un fraude.
Los cubanos han votado durante más de sesenta años de revolución castrista y siguen sumidos en una de las peores tiranías criminales del mundo. Las elecciones en Cuba sólo han servido para mantener en el poder al clan genocida de los Castro y destruir la vida, el presente y el futuro de los cubanos. Esa lección la aprendió muy bien Hugo Chávez, superada en grado superlativo por Nicolás Maduro.


El fraude del 6 de diciembre, orquestado por Maduro y por un grupo de opositores tarifados, igualmente tiene como propósito atornillar en el poder a la dictadura chavista-madurista, apoyada en una Asamblea Nacional que va a cumplir al pie de la letra los designios del tirano, en búsqueda de encontrar la legitimidad que el fraude nunca podrá devolverles.
Los que creen que el fraude traerá cambios positivos en la trágica situación de Venezuela, están equivocados. El régimen pretende mantenerse indefinidamente en el poder y los diputados alacranes desean disfrutar del generoso pago por los servicios prestados a la tiranía. Los que crean que con esa asamblea nacional se restituirá la institucionalidad democrática secuestrada por el propio régimen, no entienden que ellos pagan y se dan el vuelto, se creen los amos del país. Con esa escoria gobernante, los venezolanos jamás tendremos posibilidades de salir de esta descomunal crisis.


Con el fraude consumado a la vista de los venezolanos y de la comunidad internacional, Maduropretende eliminar cualquier vestigio democrático, así como a la desarticulada oposición venezolana para terminar de instaurar el anhelado comunismo castrista chavista. Creo que no les resultará fácil hacerlo.


Si bien la pandemia del covid-19 le ha sido favorable al régimen de Maduro, pienso que con el fraude no correrán con la misma suerte. La inmensa mayoría de los venezolanos no va participar en ese sainete; la escasísima participación electoral va a profundizar el desprecio que sentimos los venezolanos por el régimen, fortaleciéndose el rechazo que la comunidad internacional tiene por la dictadura madurista.

También es cierto que el fraude agravará la crisis política e institucional de Venezuela, abriendo desafíos que deben resolverse en el corto plazo. Por un lado, en enero del 2021 vence el período constitucional de la legítima Asamblea Nacional dirigida por Juan Guaidó y se instalaría la asamblea fraudulenta e ilegítima. ¿Se extenderá la continuidad administrativa de la legítima Asamblea Nacional? ¿Seguiremos con dos asambleas, dos gobiernos y con dobles instituciones? Frente a esta realidad tan compleja resulta imposible pensar en un escenario que posibilite una salida política de la crisis.


Por otra parte, a la verdadera oposición le corresponde asumir con inteligencia y desprendimiento los grandes retos que tiene por delante. El tiempo se les agota.

Reconstruir la confianza y la credibilidad que perdió por sembrar altas expectativas que no han sido cumplidas; lograr la conexión y la confianza de la gente, convenciéndola que efectivamente existe una estrategia factible que nos permita alcanzar el cambio político; iniciar la recomposición interna de los cuadros y estructuras, privilegiando la unidad de propósito y estrategia, porque para que los venezolanos confiemos en la oposición, deben dar muestras efectivas que realmente los anima la libertad del país, dejando a un lado agendas ocultas, egos tóxicos y escenarios improbables que sólo existe en la mente de algunos dirigentes.


La consulta popular propuesta por la sociedad civil e impulsada por el interinato de Juan Guaidó, podría ser una nueva oportunidad para que la oposición se reinvente y logre aglutinar el apoyo mayoritario de los venezolanos en una ruta efectiva para rescatar la libertad y la democracia, teniendo muy en cuenta el apoyo internacional, bastante disminuido por la pandemia y por la tensa situación política que vive Estados Unidos a raíz de las elecciones del 3 de noviembre. Lograr reconstruir el apoyo mayoritario entre los venezolanos y reconquistar un sólido apoyo de la comunidad internacional, es otro de los grandes desafíos que la oposición democrática debe superar exitosamente.


Sin embargo, lo único cierto que hasta este momento tenemos los venezolanos, es un panorama sombrío para el 2021; el juego político cerrado, sin solución del conflicto a corto plazo, con un país cada vez más empobrecido y con el aumento de la diáspora una vez que bajen los efectos de la pandemia.


Reitero que la esperanza que aun palpita en millones de corazones venezolanos, sólo podremos hacer realidad con un espíritu unitario en el que la libertad y la democracia sea la única opción por la que luchemos juntos oposición y ciudadanos.

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)


Profesor Titular Emérito de la Universidad del Zulia (Venezuela)