Una nueva masacre carcelaria ha sacudido Venezuela en medio de la pandemia y de la crisis extrema que abruma a sus ciudadanos. Alrededor de medio centenar de reclusos murieron este viernes durante el motín, intento de fuga masivo y represión posterior en el centro penitenciario de Los Llanos en Guanare, capital del estado occidental de Portuguesa. Se trata de la primera tragedia en un centro penitenciario del país sudamericano durante la coronacrisis.
La filtración de imágenes dantescas y el colapso vivido en un hospital local confirman la magnitud del horror vivido en la cárcel de Cepella, como también es conocida. Fuentes militares y policiales calculaban entre 41 y 46 las víctimas mortales, además de medio centenar de heridos.
El relato oficial describe que los presos apuñalaron en la cabeza y en la espalda al director de la cárcel y luego intentaron huir, tras varias horas de tensión. La actuación de los militares provocó la masacre, durante la cual sólo una sargento resultó herida entre las fuerzas del orden. «Los internos rompieron las rejas de seguridad del perímetro e intentaron alcanzar la calle, enviando adelante a internos desarmados y sin protección, quienes cayeron al intentar fugarse del penal», describió de forma confusa la nota informativa de la Guardia Nacional Bolivariana.
«Se ha registrado presuntamente el asesinato de varios presos», desveló Humberto Prado, director de la ONG Una Ventana Para La Libertad y comisionado de derechos humanos de la presidencia encargada. El Parlamento ha iniciado una investigación «con el objeto de establecer la verdad y confirmar el número de muertos», precisó Prado.
María Beatriz Martínez, diputada por Portuguesa, aportó anoche otra hipótesis: «Se pretende hacer ver como una fuga frustrada, aunque todo indica que es el resultado de un motín por la prohibición de ingresar a la cárcel alimentos para los privados de libertad». Prado añadió que los reclusos previamente «habían levantado su voz por la falta de atención médica y alimentación».
«Otra masacre ejecutada por la tiranía, ahora en una cárcel de Guanare. A esta hora henos recibido muchos datos, fotografías y vídeos. En las próximas horas organizaremos y clasificaremos la información recabada para remitir la denuncia a la Corte Penal Internacional (CPI)», disparó la fiscal rebelde Luisa Ortega desde su exilio en Bogotá.
Los heridos fueron trasladados hasta el hospital Doctor Miguel Oraá en Guanare, cuyas urgencias están colapsadas por el número de heridos y la gravedad de sus lesiones. Ya antes de la masacre, este centro médico carecía de insumos médicos y sus instalaciones mostraban un deterioro avanzado.
«Situación en hospital de Guanare tras situación del retén (cárcel) evidencia el colapso del sistema de salud», denunció la diputada Larissa González. Las imágenes que se han filtrado a través de las redes sociales confirman la crudeza de los sucesos violentos.
Los dedos acusadores de la oposición se dirigieron de inmediato contra Iris Varela, ministra del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, una conocida aliada radical de Nicolás Maduro encargada de las prisiones desde hace casi una década. Al igual que todas las cárceles del país, Los Llanos sufre un hacinamiento extremo: 2.500 presos para unas instalaciones construidas para 750.
En su informe sobre Venezuela, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ya había advertido sobre las precarias condiciones en las que malviven los presos, tanto en las cárceles como en las mazmorras de las distintas policías.
En 2018, 68 presos murieron por quemaduras o balazos durante la represión suscitada en el interior de la comisaría de Valencia, a dos horas de Caracas. Un año después, una treintena de reclusos falleció en Acarigua, ciudad cercana a Guanare, también en la zona de los llanos venezolanos.
«Mientras sigan usurpando funciones, la vida de todos los venezolanos corre peligro», sentenció Juan Guaidó, presidente legítimo del Parlamento.
David Lozano / El Mundo.es