Estados Unidos considera que “el cambio está llegando” en Venezuela y por eso está acelerando los planes para reabrir su Embajada en Caracas, según explicó este miércoles el secretario de Estado, Mike Pompeo, en una teleconferencia con un reducido grupo de periodistas. “Maduro no puede aguantar para siempre, y la presión contra el régimen es mayor que nunca”, ha defendido Pompeo. “Estados Unidos sabe que el cambio está llegando, y por eso he ordenado a mi equipo que empiece a pensar en cómo reabrir la Embajada de Estados Unidos, una vez empiece la transición”.
El secretario de Estado ha explicado que, cuando llegue al fin el día en que “el pueblo venezolano tenga la oportunidad de restaurar su democracia”, Washington quiere asegurarse de que “sepan físicamente que los estadounidenses están a su lado”. “Izar la bandera en la Embajada de Estados Unidos en Caracas sería un gran símbolo de eso”, ha dicho Pompeo, “y espero el día en que eso pueda ocurrir”.
No especificó Pompeo los plazos que contemplan para la eventual reapertura, pero su anuncio posee una carga simbólica. Constituye un signo más, que se suma a una tendencia durante los últimos meses, de un renovado optimismo en la Administración de Donald Trump sobre un cambio del tablero político en el país sudamericano.
Hace ahora un año, Estados Unidos anunció la retirada de todo su personal diplomático en la capital venezolana. Rompía así relaciones con el régimen de Nicolás Maduro y subrayaba su apoyo al presidente interino, Juan Guaidó. Pero Pompeo ha asegurado que la comunicación sigue abierta con el régimen de Maduro. “Nos comunicamos todo el tiempo, lo estoy haciendo ahora mismo. Seguiremos comunicando nuestras expectativas y las del pueblo venezolano a todos, incluido a Maduro”, ha asegurado Pompeo, quien no ha querido confirmar la apertura de unas conversaciones secretas entre aliados de Maduro y de Guaidó, en medio de la preocupación por el impacto de la pandemia del coronavirus en el país.
Según publicó Reuters la semana pasada, las conversaciones comenzaron, sin una agenda clara, ante el temor generado por el coronavirus, la hiperinflación y la crisis del petróleo, y entre la creciente presión producida por las sanciones de Washington. “No hablamos nunca de estas cosas”, ha zanjado Pompeo. “Hemos dejado claro que la gente con la que trabajamos en Venezuela son el pueblo venezolano y su representante electo, Juan Guaidó”.
Más de un año después de que Estados Unidos reconociera a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, reconocimiento al que luego se sumaron más de medio centenar de países, Maduro sigue aferrado al poder, apoyado por Cuba, China, Rusia e Irán. Estados Unidos no ha cejado en su presión al régimen, y hace un mes presentó una acusación penal contra Maduro por narcotráfico, ofreciendo una millonaria recompensa a cambio de información que conduzca a su detención.
El 31 de marzo Washington publicó un plan para la salida de la crisis política en Venezuela, que propone que tanto Maduro como Guaidó se aparten para que la Asamblea Nacional nombre un Consejo de Gobierno de transición, que se encargue de organizar a unas elecciones presidenciales en los próximos meses. “Nos anima el hecho de que el mundo se ha unido a este plan. Los 27 miembros de la Unión Europea, el grupo de Lima, y muchas naciones individuales han apoyado este importante marco”, explica Pompeo. Pero Maduro, lamenta el secretario de Estado, “rechazó en cuestión de horas nuestro marco para una transición democrática, porque lo último que quiere son elecciones libres y justas”. “Ninguna recuperación es posible con Maduro. La enfermedad, la cárcel, el hambre y la miseria son las únicas cosas que puede ofrecer a un país que se sienta sobre las mayores reservas de petróleo del mundo”, zanjó Pompeo.
Guaidó, por su parte, ha buscado recientemente reactivar la iniciativa en medio de la emergencia del coronavirus que, como tantas otras cosas en el mundo, también ha sacudido la situación política en Venezuela. El país se enfrenta a la pandemia con una grave escasez de recursos y un sistema sanitario atrofiado por años de mala gestión, lo que llevo al líder opositor a proponer la conformación de un Gobierno de unidad nacional sin la presencia del líder chavista. “Maduro sabe que sus días están contados, y los cubanos que le rodean lo saben también”, asegura Pompeo. “Estos individuos siempre parecen invencibles hasta el momento preciso en que no están en el poder. Dejaremos claro que Maduro no tendrá nunca jamas la capacidad para gobernar Venezuela, el pueblo venezolano merece algo mejor que eso. Nuestro compromiso es hace todo lo que podamos para ese objetivo”.
Pompeo confía en que en algún momento surja una reacción contra Maduro entre sus militares. “Contamos con el ejército venezolano, yo sé que muchos de sus miembros quieren ser parte de una Venezuela rejuvenecida y democrática”, asegura. “Contamos con los líderes militares venezolanos que, francamente, han sido desplazados por los cubanos. Debe de ser humillante para un coronel o un mando del ejército venezolano haber sido apartado del poder por los cubanos. Contamos con ellos, con esos militares que elijan estar en el lado bueno de la historia”.
Respecto a la situación del exgeneral venezolano Hugo el Pollo Carvajal, cuya extradición espera Estados Unidos y que se encuentra en paradero desconocido, huido de la justicia española, las autoridades de Washington niegan saber nada de él. Así lo ha asegurado Elliot Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, en la misma teleconferencia con periodistas. “No tenemos noticias nuevas”, explica Abrams. “No sabemos dónde está, y el Gobierno español nos dice que no conoce su paradero. Obviamente, la petición de extradición sigue vigente”.
Abrams ha asegurado que la comunicación con España es fluida, aunque reconoce que existen diferencias en este asunto. “No puedo decir que estemos de acuerdo al 100% en la situación en Venezuela, pero tenemos comunicaciones cercanas y hablamos a menudo. Tenemos una relación muy estrecha”, ha dicho, y ha explicado que Pompeo habla a menudo con su homóloga española, Arancha González Laya, igual que el propio Abrams se comunica con el embajador español en Washington, Santiago Cabanas.
Pablo Guimón / El País de España