Dámaso Jiménez: Ecuador en su laberinto

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«Si eres neutral en situaciones de injusticia significa que has elegido el lado opresor», decía Desmond Tutu, activista sudafricano por los derechos humanos y Premio Nobel de la Paz en 1984. Palabras sabias para dar cuenta de cómo estos lodos de violencia y criminalidad en Ecuador vienen de los mismos polvos que hicieron estragos en la Colombia y Venezuela de las últimas décadas y el grave daño causado por la lectura neutral a la sombra criminal que camina por la senda tricolor de América Latina.

Aquellos polvos

En una operación conjunta de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional en marzo del 2008 fue dado de baja alias Raúl Reyes, miembro del secretariado de las FARC, en el golpe más contundente que se le había dado a ese grupo terrorista hasta ese momento, por parte del entonces presidente colombiano Álvaro Uribe y el apoyo logístico, satelital y tecnológico de EEUU, en la guerra contra el narcotráfico, los carteles y el crimen organizado en esa zona fronteriza.

A todas luces la presencia de las FARC en la población fronteriza de Esmeralda era una invasión permitida ante la mirada cómplice de la izquierda fomentada por el Foro de Sao Paulo, los petrodólares de Chávez el viejo cartel de La Habana.

Inmediatamente Uribe se comunicó telefónicamente con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, para informarle del operativo en el que murió Reyes. Uribe ya había denunciado durante años que importantes jefes de las FARC que mantenían una guerra de terror y muerte contra los ciudadanos colombianos, se refugiaban en países vecinos como Ecuador y Venezuela.

Correa siempre mantuvo una postura “neutral” ante los acontecimientos que desangraban a Colombia. A su juicio los asesinatos y la violencia generada por el narcotráfico en el hermano país no eran un asunto de Ecuador; tampoco los negocios turbios que este grupo terrorista mantenía con el presidente Chávez, quien reclamaba que se les reconociera como una fuerza beligerante al tiempo que los aclamaba como verdaderos ejércitos que ocupaban un espacio en Colombia, como parte de la narrativa en la que Venezuela ya no limitaba al oeste con la República de Colombia sino con territorio sagrado de las FARC.

Sin embargo la neutralidad de Correa ante el conflicto colombiano se acabó en el momento mismo de presentar una protesta diplomática a Bogotá, determinando que las fuerzas de seguridad del país vecino violaron su territorio durante el operativo que terminó con la muerte de Raúl Reyes. Correa vio como una ofensa y una agresión a la soberanía ecuatoriana el operativo colombo-norteamericano, pero no así la incursión de los grupos criminales que comenzaron a reclutar niños y jóvenes para sembrar el terror a futuro y dañar el principal patrimonio de una nación como son sus ciudadanos, al permitir el tránsito libre de los terroristas en territorio ecuatoriano.

Hasta entonces Ecuador tenía una de las tasas más bajas de muertes violentas en América Latina. En los 2 últimos años la tasa de homicidios en Ecuador aumentó de 13.7% a 26%, la más alta de la historia en ese país y significativamente superior a la media mundial de 6 por cada 100 mil habitantes. Criminólogos expertos esperan que la tasa de homicidios en Ecuador aumente en 2024.

El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el pasado 9 de agosto, visibilizó la crisis de violencia en Ecuador no tanto como un conflicto entre bandas criminales, sino como un atentado contra la democracia que se viene gestando desde hace mucho tiempo.

Correa no solo permitió en su gestión presidencial la irrupción de las FARC dentro del Ecuador, también la permisividad con los negocios de los carteles de la droga de México, Colombia y Venezuela y su alianza con Hugo Chávez terminó por condenar al pequeño país andino a vivir una de las guerras más violentas y crueles del crimen organizado en la región.

Recordemos que la incursión de las FARC, el ELN, los carteles de la droga y los estafadores que se “enchufaron” como presuntos empresarios en el experimento de maldad permitida por el chavismo, fue el cáncer que pudrió las instituciones civiles y militares y los valores cívicos en Venezuela.

Para nadie es un secreto que lo único que ha producido el chavismo en 25 años en el poder ha sido el caos y el auge de criminalidad. Luego de destruir Venezuela lo empaquetaron como su principal producto de exportación. 

Indujeron la dura migración sufrida por un tercio de la población venezolana, para utilizar el daño social e infiltrar sus criminales a sueldo como un caballo de Troya, a fin de continuar la labor iniciada por las FARC y antes por el castrismo: sembrar el clima de conflictividad y terror, pero esta vez con su toque de bandas criminales. No en balde el tercerón del régimen, Diosdado Cabello, amenazó con impulsar un “huracán” bolivariano en el Ecuador de Noboa. Antes lo hicieron en la Colombia de Duque y en el Chile de Piñera. Más adelante lo veremos en la Argentina de Milei.

Estos lodos

El pasado 9 de enero el presidente Daniel Noboa tuvo que declarar un estado de excepción ante la toma de un canal de noticias en directo por pandillas armadas, los constantes sicariatos, los motines de las pandillas dentro de las prisiones, la fuga de Adolfo Macías, líder de la peligrosa banda “los Choneros”, uno de los capos del narco más temidos y poderosos de la región, y la muerte haciendo recorrido por diferentes ciudades cobrando decenas de vidas.

En su primera crisis de Estado luego de resultar electo, el presidente Noboa señaló a 22 grupos criminales como “organizaciones terroristas” y ordenó a las Fuerzas militares y policiales a neutralizar a estos grupos armados con sed de violencia.

Una de las principales propuestas políticas de Noboa fue la de construir prisiones de alta seguridad y encarcelar allí a los líderes pandilleros y miembros del narcotráfico, copiando el estilo del presidente del Salvador, Nayib Bukele, quien con mano dura ha logrado mantener a raya el crimen organizado de los Maras.

Luego de declarar una guerra a comienzo de año a una veintena de organizaciones mafiosas que siembran el terror y mantienen amenazadas las instituciones de Estado, con policías y militares secuestrados y atacados con explosivos, el presidente Noboa parece bajar la guardia luego de una embestida que deja más de 20 muertes en 6 días.

La frase de Noboa: “Ecuador tiene una realidad diferente”, lo desmarca de los métodos de lucha contra la criminalidad de su homólogo Bukele.

Suena a esa narrativa de terror del chantaje chavista, donde la ciudadanía debe por si sola enfrentar a los grupos violentos sin ayuda de ningún elemento externo, so pena de caer en una violación de la soberanía, demostrando que el joven mandatario pareciera haber sido neutralizado por el eje del mal en América Latina, léase Lula, Petro y Maduro.

En un análisis de Insight Crime, la organización sin fines de lucro que visibiliza las acciones del crimen organizado, señala que ahora que Noboa ha declarado la guerra, su estrategia de escalada ha alcanzado su punto máximo, sin que exista un plan de acción claro en caso de que esta guerra se prolongue.

Max Campos, analista de seguridad y exviceministro del Interior de Ecuador, dijo a InSight Crime, que todo lo que está pasando actualmente en Ecuador se vuelve una crisis, “tomando en cuenta que la problemática de la violencia y la criminalidad no se puede resolver de la noche a la mañana”.

La lucha contra la corrupción y el terrorismo no es tarea fácil, menos con unos vecinos saboteando el crecimiento de una sociedad que se niega a rendirse ante el auge delictivo. Queda demostrado que no basta con ganar elecciones y buscar una mejora en los servicios públicos o un crecimiento económico, no podemos ser neutrales ante un cartel en el poder que intenta arrodillar a la América toda.

@damasojimenez