“El centro de la moral pasa por que el ser humano debe considerar a los otros individuos como fines en sí mismos y no como instrumentos.” Immanuel Kant
Con todas sus imperfecciones, la democracia sigue siendo la mejor forma de organización social que el hombre ha conseguido para vivir en sociedad y las elecciones el mejor instrumento de decisión para dirimir sus diferencias y conflictos. Una gran demostración de la certeza de estas afirmaciones la podemos observar en las recientes elecciones de término medio celebradas en el país norteamericano que sigue siendo el símbolo de la democracia mundial y más específicamente en nuestro hemisferio occidental.
Las elecciones de mitad de período en la gestión del Presidente Joe Biden, han servido para que la gente exprese libremente su conformidad o disconformidad con las ejecutorias del poder ejecutivo, de algunos congresistas y de los gobernadores de los Estados Unidos. La lucha política ha sido feroz, a veces luce desbordada, pero se impone el orden manifestado en el derecho al voto de la sociedad civil y no el orden impuesto por las armas o por el control de un dictador en el ejercicio de gobierno para obligar que todo resulte a su favor.
Los resultados aún cuando fueron los esperados por los observadores políticos, sorprendió a algunos que esperaban fueran más holgados a favor del partido Republicano, hoy en la oposición. La economía, sobre todo el fenómeno inflacionario, ha pesado mucho en contra de la gestión del partido demócrata; tampoco se percibe el triunfo del partido Republicano como una ola que arrasó con sus contrincantes, como era lo esperado por ellos y por el ex-presidente Trump.
El pueblo recompensó a aquellos que a su juicio lo hicieron bien, en el caso de los que buscaron su reelección, o que lo pueden hacer bien en el caso de los que se presentaron por primera vez. Su arma ha sido el voto y con él se ha fortalecido el sistema democrático. Los Estados Unidos volvieron a dar una gran lección al mundo de que la democracia tiene sus principios y valores que bien observados, al ponerlos en práctica, el orden social se mantiene, las diferencias se toleran y se respetan, con lo cual se preserva la paz interna.
Otra noticia alentadora para los venezolanos que merece destacarse, es el récord Guinness impuesto por la más numerosa agrupación folclórica, en este caso la gaita zuliana, interpretada por más de 400 integrantes con disciplina y desbordante alegría. Fué una demostración más de que los grandes objetivos pueden lograrse si nos unimos con un propósito bien definido y trascendental.
Ese gesto inmenso logró que la ciudad de Maracaibo, desde la plazoleta de la Basílica y con la presencia de nuestra virgen de Chiquinquirá, nuestra venerada Chinita, se creciera y engrandeciera para orgullo de Venezuela y el mundo entero. Dios quiera que esa unidad se preserve con el objetivo de lograr nuestra libertad plena.
Sin embargo, la nota discordante en las noticias fué la presencia del dictador venezolano en la Conferencia sobre los problemas climáticos y la preservación del ambiente, celebrada en París. En una demostración desvergonzada y cargada de cinismo por parte de Maduro y su combo, se presentaron en la reunión como si Venezuela fuera un ejemplo de conservación ambiental y nada pasara en el denominado arco minero y en otras partes del territorio venezolano que están siendo explotadas inmisericordemente, a la vista del mundo, como ha sido profusamente comentado y documentado.
Además, en un acto de hipocresía enervante, Maduro saludó al Presidente Macrón, de Francia con una sonrisa de oreja a oreja, a quien unos meses antes había calificado de sicario y pelele del imperio norteamericano. Hay que tener sangre de horchata como dicen en mi tierra. Esos hechos bochornosos son un ejemplo de lo que no debe hacerse en el ejercicio de la política, si la conducta fuera democrática.
La observancia de los principios y valores democráticos, en toda hora y lugar, garantiza un ambiente de libertad, siempre perfectible, y su preservación depende de líderes verdaderamente democráticos y de ciudadanos educados para el ejercicio de la libertad, lo cual es incompatible con el comportamiento de delincuentes políticos y demagogos que con el señuelo de un ideal socialista han pervertido y degradado las bases de nuestra democracia, no solo arremetiendo contra los principios fundamentales de la misma, sino además, implosionando los valores personales que siempre nos han caracterizado como Nación.
Neuro J. Villalobos Rincón