“Si te consideras un diamante, entonces aceptarás vivir bajo la presión de serlo” Daniel Habif.
El sistema democrático, hoy maliciosa y sospechosamente atacado por los apólogos de los regímenes autoritarios y autocráticos, ha brindado oportunidades a líderes demagogos y populistas de ascender al poder, para después, desde allí, dar rienda suelta a su vocación totalitaria, con la complicidad de muchos y con la coartada de imponer una democracia popular, la cual Ronald Reagan la comparó con una camisa de fuerza con el fin de diferenciarla de una camisa común. Mediante ella se pretende controlar y decidir sobre el destino de una sociedad.
En Venezuela desde el año 1999 se ha pretendido implantar el denominado “socialismo del siglo XXI” fundamentado en las viejas y caducas recetas del credo marxista, aderezado con un supuesto ideal revolucionario para atraer incautos y fanáticos que defiendan y sostengan a un régimen cuyas figuras mesiánicas, y algunas con liderazgo carismático, se asemejan con sus actuaciones, cada vez más, al fascismo de Mussolini o al nazismo de Hitler. Ese peligroso y nefasto régimen ha avanzado en Venezuela, la cual se encuentra sumergida en la más oscura degradación de la política y en el más terrible desbarajuste económico.
En concordancia con un modelo ideológico que conjuga de manera confusa y premeditada conceptos y variables de diferentes paradigmas, desfasado en el tiempo y en el espacio, han tomado decisiones importantes y promulgado leyes inconstitucionales para imponer controles de todo tipo, que han impactado negativamente en la sociedad venezolana y más aún en su devenir económico donde se estima la destrucción de un 80% de su aparato productivo nacional creando una peligrosa y excesiva dependencia del gasto público incontrolado, que se nutre de los elevados precios del petróleo para enfrentar la escasez y desabastecimiento de bienes y servicios mediante importaciones que se han constituído en fuentes inescrupulosas de corrupción, con las consecuencias directas sobre la inflación y el desempleo.
Decisiones y leyes que no sólo desestimulan la inversión privada, sino que han revertido el proceso de descentralización en el país, provocando un fuerte deterioro de los servicios públicos y un daño irreparable a la profundización de la democracia, incidiendo dramáticamente sobre la calidad de vida de los venezolanos y sus espacios de libertad.
De allí que estamos obligados a sacudirnos el régimen que nos oprime para recomponer el desbarajuste económico y social que ha resentido nuestra estructura como país y acabado con las instituciones fundamentales. Las opciones económicas alternativas, con lineamientos de política económica integral y coherente existen y se conocen y pueden garantizar un desarrollo próspero y seguro para todos.
La recomposición moral tardará un poco más que la económica, pero podemos afirmar con propiedad que siguiendo el ejemplo de otros países que lo han logrado como Finlandia y Japón, con un buen sistema educativo sustentado transversalmente en valores, desde la familia hasta el más alto nivel y las distintas modalidades, con una bien diseñada, dirigida y apropiada campaña comunicacional que involucre a los distintos niveles de gobierno y al sector privado, resurgiremos como Nación moderna, que acoge a propios y extraños para ser tratados con equidad, siempre que estén dispuestos a construir un nuevo modelo económico y social que garantice la vida en libertad y prosperidad, con justicia, paz, respeto, y sobre todo con amor, que nos permita brillar y ser cada vez más valiosos, como los diamantes.
NEURO J. VILLALOBOS RINCÓN