Las honduras teologales dentro del cristianismo son laberínticas. Los preceptos de fe nos ayudan a una salvación ultraterrena que confirma nuestra fragilidad y finitud humana. Aunque esto tampoco nos basta porqué también queremos ser salvados dentro de la propia vida. Huir de los pecados o conseguir el perdón de los mismos para sobrellevar el sufrimiento que inicia con el nacimiento.
El Cristo nos propuso una solución espiritual no comprendida por la mayoría en su momento, y creo, que tampoco ahora. La salvación mesiánica para una humanidad en penuria es un tema controvertido porque la mayoría lo padece y a su vez confía, siempre y cuando le asista la fe como confianza en Dios, en que podrá ser satisfecho. Y las llamadas estructuras políticas de pecado son persistentes en el tiempo y hacen de la pobreza un tormento humillante para la mayoría de los habitantes de la Tierra. Lo temporal y divino se tocan y contradicen.
“La incomprensibilidad de Dios es el centro que debe iluminar toda teología” nos dice el sacerdote jesuita Anthony de Mello. Para más luego agregar: “El que ama, termina siempre por vivir en un mundo de amor, porque los demás no tienen más remedio que reaccionar por lo que él los impacta”. San Francisco de Asís (1181-1226) fue uno de los grandes santos de la Iglesia cristiana que fue capaz de impactar irradiando amor hacia los humanos y la naturaleza. Para algunos es el auténtico precursor del ecologismo moderno y para otros el seguidor más fiel de la doctrina del Inmolado al optar por una vida sencilla en comunión con los pobres de la Tierra.
El cine ha recreado su vida y en ésta oportunidad hacemos un breve comentario al San Francisco del director italiano Franco Zeffirelli con la película: “Hermano sol, hermano luna” del año 1972. Nadie en su sano juicio abandona la riqueza para hacerse pobre y vivir en fraternidad con los otros pobres de nacimiento e infortunio. Y esto es lo que sucedió con Francisco en plena época medieval. Esto le trajo el repudio de sus padres, familiares y amigos. La comarca le sentenció como un inadaptado fuera de sus cabales. Y esto tan extraordinaria nos pone en perspectiva el olvido o ignorancia de los propios evangelios con un Jesús que nació pobre y predicó básicamente para la salvación de los pobres. “Jesús es uno más entre nosotros” dice el Papa Benedicto XVI en su obra: “La infancia de Jesús”. El Niño-Dios que nació en un pesebre de lo más humilde hasta convertirse en un hombre irrelevante y sin poder se terminará mostrando “realmente Poderoso”. Esta dicotomía nunca pudo ser zanjada satisfactoriamente por la misma Iglesia erigida en Roma y es la raíz de las muchas disensiones internas y persecuciones de herejes.
San Francisco de Asís quiso ser fiel al mensaje de Jesús en su esencia pastoral asumiendo la “opción preferencial por los pobres”. Genuino precursor de Teologías de Liberación acalladas en su momento y ahora. Zeffirelli nos ofrece un relato ortodoxo y estéticamente luminoso de San Francisco de Asís cuya ingenuidad pudiera ser acusada de suicida socialmente. ¿Es la pobreza una forma de virtud? ¿Vivir en la necesidad y miseria nos libra de los apegos y tentaciones para una vida espiritual plena y equilibrada? No solamente de pan vive el hombre pero cuando no hay pan sobreviene el sufrimiento y la muerte. Obviamente que no soy capaz de responder a éstas preguntas.
Dónde Zeffirelli se vuelve audaz y saca de la ensoñación mística a su San Francisco de Asís es cuando le lleva en audiencia ante el mismo Papa coronado y opulento. Francisco quiere ser escuchado por el representante de Dios en la Tierra y reclamarle que la misión de la Iglesia es la de servir a los pobres. El Papa Inocencio III (Alec Guinness), un pragmático teatral, accede a que la orden franciscana tenga libertad de acción. Al fin y al cabo la clientela mayor de la Iglesia romana era y son aún los pobres. Ya la “herejía” albigense de los Cátaros en Francia había demostrado ser muy molesta para Roma y sus potentados.
La vigencia hoy de San Francisco de Asís es muy grande y esto queda potenciado porque el actual Papa argentino: Jorge Mario Bergoglio, adoptó el nombre de Francisco. Y además, dos de sus Encíclicas, tienen conexiones directas con el mensaje franciscano original. “Laudato si” (2015) que aborda el acuciante tema del medio ambiente y ecología y “Fratelli tutti” (2020) sobre la fraternidad.
Finalizamos con el inicio de la oración franciscana por la paz en un momento en que las guerras vuelven a contradecir el epicentro del mensaje cristiano acerca del amor al prójimo. “Señor, hazme un instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensas, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo fe, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tiniebla, ponga yo luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría”.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ
@lombardiboscan