José Aranguibel Carrasco: ¡Migajas y burusas!

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“Hasta una falsa alegría suele ser preferible a una verdadera tristeza» Descartes

No se trata de callarnos, hacernos los locos o pensar que es mejor agarrando aunque sea fallo quizá sea la reacción de los venezolanos sobre lo que piensan del aumento del salario mínimo —126 bolívares o 29 dólares mensuales— anunciado por el jefe de Miraflores, Nicolás Maduro Moros. La noticia, todavía calientica, ha caído como una bomba muy distinta a las que Vladímir Putin le lanza a los ucranianos, masacrándolos y pretendiendo borrarlos del mapa de Europa, pero guardando las distancias lo cierto es que de este lado del planeta en el estado de ánimo de los trabajadores activos, pensionados y jubilados por más rimbombante que sea lo anunciado es más de lo mismo, a otros no les producirá ni frío ni calor y desde los gremios y sindicatos afirman que es insuficiente o demasiado corto, algo así como nada mas para adquirir migajas y burusas.

Las alarmas no podían dejar de dispararse por la experiencia que tienen en gremios, sindicatos, ONG y los propios trabajadores, jubilados y pensionados conocedores de anuncios rimbombantes de este tipo que terminan por convertirse en sal y agua en menos que canta un gallo. Una de esas alarmas ya la sonó la Federación Unitaria Nacional de Empleados Públicos, Fedeunep, que agrupa a los trabajadores de ministerios, gobernaciones, alcaldías y organismos descentralizados del poder central, en boca de su presidente, Antonio Suárez, conocedor de la situación laboral nada color de rosa del funcionariado público, muchos de ellos, fuera del país huyéndole a su precaria condición de mala calidad de vida que suman su condición a la diáspora que según agencias de la ONU y ONG llegará a siete millones de migrantes diseminados en cada rincón del mundo al final de 2022.

Suárez, sin tener metida bajo tierra su cabeza cual avestruz, afirma que en cuanto al salario mínimo “seguimos estando por debajo de Cuba y Haití donde —mensualmente— ronda los 102 dólares. Esto ratifica lo que hemos dicho. Hay que poner dinero en manos de la gente para mejorar la economía”.
El dirigente sindical es de los que cree que esta es una medida que es recibida con pesimismo, demasiado y sin exagerar, por los venezolanos, asegurando que “desde 2018 dijimos que el Petro que se debía utilizar para calcular el salario es el que llaman convertible. El problema es que pasaron dos años para que esto fuera posible. Ese 1/2 petro de salario que dieron en 2018 se lo comió la inflación y la realidad de la calle. En otros países el salario está dado en función de lo que cuesta la canasta básica. En Venezuela, el salario debería estar por encima de los 400 dólares, algunos exigen hasta mil dólares, pero sabemos que eso no es posible. Lo que no se puede es seguir discriminando a sectores, porque unos reciben privilegios y otros no”, agregó.

En el Zulia otro que es conocido, —en nada como un avestruz—, cómo bregador, insistente y defensor de pensionados y jubilados es Carlos Petit.
Él dice, convencido por lo demás, que “el ajuste de la pensión que ofreció Maduro es una burla al artículo 91 de la Constitución vigente. Ese artículo establece que el monto del salario mínimo debe estar acorde con el costo de la cesta básica que actualmente tiene un costo de 448 dólares. Ofreció que el salario mínimo sería 1/2 Petro que hoy equivale a 30 dólares o lo que es lo mismo 126 bolívares mensuales, según el Banco Central de Venezuela. Es imposible que el pensionado pueda comprar la cesta básica cuando cuesta 448 dólares. Que nadie se deje engañar ni hipnotizar con esa burla del ajuste de la pensión. Es la segunda vez también que ofrece la salarización de los bonos que no cumplió y ahora vuelve a ofrecerlo”.
Hoy miércoles, casualmente, según Carlos Petit, pensionados y jubilados saldrán a la calle de las principales ciudades venezolanas y frente a las embajadas en el exterior, —pacíficamente—, a protestar y reiterar su desacuerdo con el ajuste.
“También ofreció pagarle a los 15 mil pensionados y jubilados en otros países a quienes les quitaron, secuestraron, hace seis años su pensión, pero tampoco les ha cumplido”.

En resumen, entre la espada y la pared seguirán los trabajadores activos, pensionados y jubilados, porque la realidad de la economía es mala, muy mala y otra es la visión de la Revolución Bonita, ciega, sorda y muda en la deteriorada calidad de vida de los venezolanos, porque
el nuevo salario mínimo de 126 bolívares mensuales o 29 dólares, alcanzará sólo para comprar lo básico durante una semana.
Según cálculos del Observatorio Venezolano de Finanzas, OVF, se necesitará de 109,15 bolívares o 23,6 dólares para comprar alimentos básicos y cubrir la cesta básica de 2 kilos de harina de maíz, 2 kilos de caraotas, 1/2 litro de aceite, 2 kilos de pasta, 1/2 kilo de azúcar, 3 latas de sardinas, 1/2 kilo de arroz blanco, casi 1 litro de una bebida láctea enriquecida y 125 gm. de sal. ¿Así o más claro?

José Aranguibel Carrasco