No exagero si digo que un 80 % y mas de los ciudadanos venezolanos comparten la idea de que Nicolas Maduro es un presidente corrupto, ineficiente e incapaz, coproductor de la mayor crisis humanitaria registrada en la historia de América Latina, crisis que ha volcado mas de un 20% de la población fuera del país.
Obviamente es un presidente ilegitimo tanto por rendimiento de su gobierno que ha quebrado al país como ilegitimo por origen, dada las características y naturaleza de las elecciones convocadas para su elección, amen de que los ciudadanos tienen todo el derecho de retirar su reconocimiento al desconocer las razones de los gobernantes cuando esas razones no son las de quienes lo eligieron.
Todo eso es cierto y probablemente me quede corto habría que añadir, la entrega de soberanía a potencias extranjeras y países no tan potencias, incluso, con niveles de desarrollo menor al nuestro, su complicidad con organizaciones criminales (narcotraficantes, terroristas) y otras razones tanto o más graves de las hasta aquí señaladas y sin embargo pienso que la deposición de su mandato por la vía de la convocatoria de un referendo revocatorio es un error producto de la inexacta lectura de los resultados electorales de Barinas pero, además, es imposible que Maduro y compañía salgan del gobierno eyectados por un esa vía.
Maduro cuenta con privilegios,solo posibles en un país institucional y constitucionalmente débil, que lo hacen casi imbatibles contra procedimientos como el RR.
Estos privilegios se materializan en cuatro escudos, en primer lugar, en la relación inequitativa entre Maduro y los convocantes del RR, incluso, aun cuando toda la oposición participara de la convocatoria a tal evento electoral. Esta inequidad se expresa, por ejemplo, en el manejo de toda la estructura comunicacional con la que cuenta el régimen tanto pública como privada y en segundo lugar, el escudojudicial, pues Maduro cuenta con un TSJ cuyas decisiones las tiene totalmente amarradas, en tercer lugar el escudo legislativo, pues controla a la Asamblea Nacional y, un cuarto escudo, el CNE que a pesar de su nuevo cuadro dirigente en última instancia avala los cambios arbitrarios de resultados que los ciudadanos pueden darse cuando estos resultados son contra el gobierno