José Aranguibel: 21N: Rosales inicia el camino de detener la destrucción

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“Aunque el miedo tenga más argumentos, elige siempre la esperanza”. Séneca

Por allí dicen que hay cosas que por sabidas se callan y por calladas se olvidan, pero no debe ser esta la regla del olvido, tratándose de la destrucción del Zulia estos últimos cuatro años por la gestión de Omar Prieto Fernández desde el palacio de Los Cóndores, —símbolo otrora de gobernabilidad— a través de un proceso que han dado en llamar Revolución Bonita que en 22 años en la patria de Bolívar y Urdaneta ha retrocedido y borrado a una pujante región en distintos récords que nos diferenciaban de otras zonas del país en producción agropecuaria, industrial, turística, platanera, frutícola, petroquímica, petrolera y en el más valioso de los recursos que es su gente profesional, técnica y trabajadora muchos de ellos hoy muy lejos del terruño trabajando de Sol a Sol en cualquier rincón del mundo para sufragar los gastos más básicos de los que siguen aquí en alimentación y medicamentos.

Es doloroso escribirlo, pero es verdad decir que la destrucción del Zulia ha significado además el deterioro de su sistema de salud y red sanitaria, colegios, liceos y universidades tocadas por el abandono y desinversiòn, transporte público, mercados populares desaparecidos, apagones y déficit eléctrico que destruye el poco patrimonio del marabino y zuliano. Tener demasiados ríos y embalses pero no contar en los hogares con agua limpia, transparente y confiable para consumir y en seguridad el hampa con el moño suelto. Son muchos, demasiados, los problemas que han acelerado la mala calidad y confort de vida de zulianos y zulianos. No ha sido mala suerte del destino sino responsabilidad que el Zulia no han tenido en la persona del Gobernador en ejercicio a quien reclame, pelee y solicite respuesta al gobierno nacional de soluciones para el buen funcionamiento de servicios básicos y elementales. Más bien, la norma ha sido callar y ser cómplice del deterioro de los servicios corriendo la arruga al señalar al imperio o a grupos terroristas de responsabilidades asumidas, pero no cumplidas en cuatro años de gestión. De dinero y presupuesto tampoco se trata si no más bien de ausencia de gerencia pública, pero el responsable de rendir cuentas atina a pedirle al “pueblo” otra oportunidad de cuatro años.

Tarea nada fácil, pero no imposible es el reto que tiene el líder de la Unidad Democrática, Manuel Rosales, de sobradas credenciales de gerente público en la tarea que, junto con los aspirantes a alcaldes, asumen el reto de iniciar el cambio esperado por los zulianos. Los niveles de deterioro de los servicios públicos y el estrés, desasosiego y malos ratos que vive la población es una verdad que no puede ser ocultada, negada o barrida, echándola debajo de la alfombra. Eso más bien ha potenciado la intención del voto para este 21N.


Rosales Guerrero sabe bien que nadie es moneda de oro para caerle bien a todo el mundo, menos cuando los ataques, persecuciones y trabas que comenzaron en su caso, cuando ganó por primera vez la Alcaldía de Maracaibo en diciembre de 1995, su paso durante dos períodos como gobernador, después ganando de nuevo la alcaldía que no le permitieron asumir al quedar inhabilitado y tener que irse a la clandestinidad y salir al exilio obligado por siete años y, a su regreso, tener que pasar más de un año preso en El Helicoide, no ha sido tarea fácil para este dirigente opositor confrontar en igualdad de condiciones a un adversario político que usa y abusa de los bienes del Estado venezolano como cuando le tocó en 2006 enfrentar al desaparecido presidente Hugo Chávez Frías a la silla de Miraflores. En esa oportunidad, un año antes, en Venezuela nadie quería que le hablaran de elecciones por frustraciones políticas que venían arrastrándose de otros años.


Algún día el país le reconocerá a este abanderado de la Unidad Democrática su trabajo de rescatar la importancia del voto al estar a lo largo de años hilvanando, tejiendo, construyendo y fortaleciendo el valor del voto como mecanismo civilizado de quitar a malos gobernantes y premiar a aquellos que han tenido coherencia entre lo que dicen y hacen, vale decir, bien conectada la lengua con el cerebro. En Venezuela y el Zulia no hace falta colocarse anteojos, porque esas costuras se ven todos los días, a cada rato y en todos lados.


Poco a poco desde 1995 al llegar a la alcaldía, Rosales Guerrero cambió el estilo de hacer política para darle cumplimento a “la palabra empeñada” al iniciar la modernización de la capital del Zulia con la construcción y entrega de obras, entre ellas, corredores viales, creación de la Red Maestra y Complementaria del Transporte que llevó unidades autobuseras a barriadas, urbanizaciones y sectores populares, inició las obras civiles de patios y talleres del Metro de Maracaibo, incorporó unidades de aseo urbano que después otro alcalde de origen italiano vendió, entregó apartamentos en el combinado La Victoria, creó un programa social en Casa Mía para la atención de jóvenes en condición de calle y farmacodependientes, desarrolló programas de extensión cultural que popularizó fuera del Zulia con el Carnaval y el encendido navideño de Bella Vista que otros gobernantes copiaron en sus ciudades. Además entregó cualquier cantidad de plazas y espacios públicos de esparcimiento en favor de la gente.

En su haber de gobernar desde la calle sumó a su talante ecologista la prioridad de recuperar y sembrar la ciudad con miles de árboles y vegetación que le permitió a Maracaibo ofrecer otro paisajismo cargado de verdor en autopistas, avenidas y espacios desérticos que no se atendían. Además en su gestión de alcalde nació por decreto el Instituto Municipal del Ambiente, Ima. No faltó algún trasnochado —adversario político— que criticara la acción de calle Rosales Guerrero llamándolo despectivamente conserje, lo cual nunca le produjo ni frío ni calor sino que seguía en su gestión, supervisando personalmente el barrido manual de calles y avenidas de las brigadas de salserines que propios y extraños veían de Sol a Sol. A más de un constructor lo sorprendía su inspección sin aviso previo en el día, noche o madrugada quizá por aquello de ver para creer y cotejar cualquier informe técnico in situ.


En cuanto a sus dos períodos seguidos en la Gobernación del Zulia, 2000-2008, Manuel Rosales Guerrero priorizó la construcción de obras para el saber al edificar un nuevo modelo de Escuelas Zulianas de Avanzada, EZA, constituidas por estructuras amplias y modernas que les permitieron a la infancia escolarizada tener agua garantizada —cada colegio nuevo tenía tanque y equipo hidroneumático—, baños, salones iluminados, amplios y con aire acondicionado, biblioteca, aula virtual, canchas techadas, cocina y comedor. Cada colegio tenía un conserje que vivía en su sitio de trabajo quien respondía por los bienes de la comunidad. Ningún chamo regresaba a su casa sin comer.

Nadie era desatendido por el Programa Alimentario del Estado Zulia, PAEZ, distinto al nacional PAE que el gobierno nacional eliminó de un plumazo su financiamiento, pero resguardando la sagrada alimentación de niñas y niños, Rosales Guerrero lo asumió con recursos propios y garantizó la papa diaria a aproximadamente 200 mil niños. Eso lo saben y no lo olvidan madres y padres. Asimismo, en el sector salud qué zuliano no recuerda el estado físico y de dotación de medicinas, equipos e insumos que tenían los grandes hospitales o centros clínicos ambulatorios, donde además funcionaban los ascensores y los espacios estaban climatizados.

Además no era cosa de angustia o desespero a la hora de requerirse un examen de laboratorio u otro de costo elevado el tener que ir a la medicina privada, porque la dotación que existía incluía modernos equipos médicos de última generación. Además en toda la geografía regional los programas sociales Barrio a Barrio, Con Buenos Ojos, Signo Vital, Mercados Populares, Clínicas Móviles, Teatros Móviles, Infocentros, entre otros, marcaron la diferencia de una gestión de atención directa a zulianos y zulianas sin distinción ideológica o política.


El Zulia desde esa etapa de gobierno de calle es quizá uno de los pocos estados del país que cuenta con una biblioteca súper moderna como la María Calcaño, ubicada en la avenida El Milagro que Rosales Guerrero entregó a niños, jóvenes y a no tan jóvenes. A la par de abrir espacios para el saber y garantizar la educación para todos, la gestión del líder socialdemócrata en funciones de gobierno, lo llevó a rubricar convenios y acuerdos que permitieron a niños y niñas de escuelas públicas la dotación de uniformes y útiles gratuitos a través del programa Rafael María Baralt. Asimismo, con la Universidad del Zulia, firmó, entre otros, el programa Francisco Ochoa que permitió a hombres y mujeres que tenían como forma de vida la mecánica, refrigeración, instrumentación o ser electricistas a nivelarse a técnicos universitarios, pero el gran programa educativo que hoy tiene a muchos de sus protagonistas triunfando dentro o más allá de nuestras fronteras, lo constituyen los egresados del programa de becas Jesús Enrique Lossada firmado entre la Gobernación del Zulia y las principales universidades privadas. Jóvenes sin cupo en universidades públicas y sin pedírseles cuál era su condición social, religiosa o militancia política fueron beneficiarios de este programa que hoy ha sido llevado a menos. De igual modo, su vocación mariana lo llevó a entregarle a la feligresía del Zulia el Monumento a La Virgen de Chiquinquirá en el centro de la ciudad. Hoy ese espacio está abandonado, deteriorado, vuelto nada. Ganado mérito tiene también Manuel Rosales Guerrero en haber iniciado la construcción de la Gran Autopista de Occidente Lara-Zulia, mejoras de la troncal Machiques-Colón, distribuidores viales, viviendas, dotación en unidades y la atención social integral del funcionario de la Policía del Estado Zulia, PEZ, donde su gestión es recordada como también en el universo deportivo del estado que atendió permanentemente dotando al deporte de una sede digna conocida como Villa Deportiva del Zulia en terrenos de LUZ. Por ser un permanente defensor de la Zulianidad, el candidato de la Unidad Democrática en su anterior gestión convirtió en realidad un anhelo de poetas, compositores e intérpretes del género de la gaita al decretar la creación de la Fundación de la Gaita, Fundagraez, nacida para la atención social de hombres y mujeres baluartes del principal género musical y embajadora del Zulia. En resumen, credenciales y obras tiene Manuel Rosales Guerrero para pedirle a los zulianos que no dejen de expresarse este 21N.


Es un líder que no salió de los cuarteles a buscar fortuna política, ni tampoco de reuniones de cogollos, sino que se ha ganado charreteras de demócrata pateando la calle con la gente.

José Aranguibel Carrasco