El tema del cambio climático volvió a desbordar la embrionaria e incipiente atención de la humanidad luego que la ONU y más específicamente el Grupo InterGubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en ingles), publicara sus conclusiones en las que revela que el calentamiento global afectará radicalmente nuestro hábitat en un período inmediato (2 ó 3 décadas), en la mayoría de los casos por irresponsabilidad de los gobiernos y la indiferencia en general.
La catástrofe climática anunciada por más de 14 mil artículos científicos deja claro que algunos temas, como la emisión de gases invernadero, son tan alarmantes en este momento como la propagación misma de la variante Delta del Covid19, o el hambre implacable que mata a familias enteras en el mismo planeta donde se tiran a la basura millones de toneladas diarias de comida en buen estado.
Puede que esta vez sea distinto y haya una vuelta de tuerca, al menos en la percepción de los ciudadanos del planeta, sobre que no pueden seguir ignorando lo ocurrido en las últimas semanas, como las desbordantes inundaciones en Europa y China que arrasaron carreteras y ciudades completas, o los incendios en Siberia, una de las regiones más gélidas del planeta, o el ataque sorpresivo de rocas de granizo en Europa y EEUU que parecen misiles disparados por metralletas, el deshielo que va desapareciendo a Groenlandia, un territorio del tamaño de un continente; la muerte de especies marinas por el calentamiento de los ríos y océanos, la sequía que arrasa cultivos en África o América Latina, y la sed imposible de aplacar de pueblos enteros en tan solo unos meses de este 2021.
Los expertos de las Naciones Unidas en Cambio Climático piden una acción inmediata y planes específicos para abordar la emergencia, especialmente de parte de los mayores emisores de gases, como Estados Unidos, Reino Unido, China y Rusia.
Pero el informe de la ONU es una alerta roja para todo el planeta, incluyendo los países donde se violan los derechos ecológicos pero son invisibles para los organismos multilaterales.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, señaló que las naciones deben redoblar esfuerzos para presentar planes nacionales de acción inmediata si quieren limitar el aumento de la temperatura global entre 2 y 1.5 grados centígrados para finales de siglo, pero no estamos ni cerca, ni existe un despertar o una rebelión de conciencias que permita frenar la destrucción del medio ambiente.
Es una situación que poco se toma en cuenta sobre todo en países como Venezuela, que ha sido tierra arrasada por los embates de otras fuerzas destructoras externas, y donde aún la idea del cambio climático y las consecuencias por los abusos contra el medio ambiente y los daños ecológicos que se cometen sin consideración ni normativa, no se muestra como un asunto primordial ante la urgencia de otros problemas inmediatos como encontrar comida, conseguir gas para cocinar, agua, gasolina, dólares en buen estado para comprar lo básico y enfrentar la pesada cotidianidad a la que somete la cruenta dictadura.
Pero Venezuela no está absuelta de los efectos causados por el cambio climático y por el contrario se hace cada vez más vulnerable ante el impacto negativo que estos cambios vienen generando en los suelos, las aguas, la selva y algunas especies oriundas de la flora y fauna y de los ecosistemas terrestres y acuáticos.
Solamente la ejecución del proyecto del Arco Minero del Orinoco por parte del régimen nefasto de Maduro, ha logrado violar los derechos humanos de las comunidades indígenas de la zona, dando lugar prácticamente a un genocidio y desatando además uno de los mayores desastres ambientales de la historia de la humanidad, con consecuencias incalculables que afectará no solo a la generación presente de la era chavista, testigo del daño, sino a las generaciones futuras de venezolanos, incluyendo etnias indígenas y especies variadas del ecosistema selvático del amazonas, uno de los pulmones más importantes del planeta.
La ONG Provea ha expresado públicamente su preocupación ante la el incumplimiento de estudios de impacto ambiental y sociocultural, la violación de derechos a la consulta previa en las comunidades indígenas, y el impacto al patrimonio cultural y natural, así como el daño a la soberanía nacional.
La ejecución del Proyecto del Arco Minero, que solo ha servido para enriquecer a los altos mandos militares y las mafias que secuestraron el país, (el exministro Roberto Mirabal señaló en su momento que el Arco Minero del Orinoco tenía un potencial de unos 2 trillones de dólares), produjo la destrucción de extensos bosques y sabanas, el envenenamiento de las cuencas, embalses y ríos ante el uso masivo de cianuro y arsénico, el desvío de los cursos naturales de las corrientes de agua, y perjudicado de manera permanente no solo la tierra, el agua, el clima, sino también la biodiversidad de toda la zona, sin que ningún organismo internacional se haya molestado en enviar un comunicado sobre este ecocidio.
Igualmente la falta de políticas para el medio ambiente seguido del deterioro de los servicios públicos durante las 2 últimas décadas de la dictadura que opera en Venezuela, ha generado el desplazamiento de comunidades indígenas en búsqueda de mejores condiciones de vida, la deforestación en las principales cuencas hidrográficas, el avance de la minería en Guayana, escasez de agua en las viviendas, centros de trabajos y educativos, las más baja producción agrícola y ganadera, inmensas colas para abastecerse de alimentos, agua y gasolina en medio de fuertes olas de calor, inundaciones de ríos que arrastran sembradíos y viviendas, y el uso irracional de los recursos.
El área destinada por decreto de la dictadura para la explotación minera en el Amazonas venezolano es tan grande (111.843,70 Km2, 12,2% del territorio venezolano, superior al tamaño de países como Portugal o Panamá), que ya se prevé un fuerte impacto y altos niveles de contaminación de consecuencias planetarias, y una grave violación del alerta climático anunciado por la ONU.
@damasojimenez