“En lo absoluto esperaba esto cuando estaba en Venezuela. Me empecé a dar cuenta que podía pasar y a entrarme en la cabeza, ya estando acá, en los primeros tres meses en Israel, porque amigos de aquí ya estaban pensando en el ejército, y esos amigos están hoy en combate. Es una cosa que la verdad, no da miedo. Al contrario, te enorgullece, te infla el pecho y te empuja a ponerte ahí también”.
Quienes conocieron a David Arrieta en Venezuela, como sus compañeros del colegio desde el prescolar, dicen que no era posible imaginarlo como soldado Israelí. Diego Ángulo y Sara Valderrama, sus amigos, lo describen como un “chamo” más del grupo, inquieto, inteligente y que no se perdía una fiesta. A año y medio de su migración, su roll es otro, usa uniforme de uno de los ejércitos más eficientes y activos del mundo.
Ingresó al ejército el día de Jerusalén, el pasado 10 de mayo, justo cuando explota este enfrentamiento que suma su segunda semana en el medio oriente.
Salió de Venezuela después que sus padres, porque debía graduarse de bachiller en su natal San Cristóbal, capital del fronterizo estado de Táchira. Como David, 20 mil judíos se fueron del país latinoamericano en la última década a diversos destinos, y unos mil llegaron a Israel aprovechando la Ley del Retorno, que les da beneficios legales y sociales por ser judíos o descendientes.
Preparándose
“No estoy en combate por ahora, es cierto. Podría pasar finalizados los entrenamientos, pero espero y creo, sobre todo, que no va a seguir latente este conflicto tanto tiempo”, relata David Arrieta.
– ¿Hay temor, estás en el ejército israelí y hay guerra?
– “Bueno con respecto a que hay miedo, te diré que hay bastante tranquilidad porque aquí los sistemas de defensa funcionan, gracias a Dios de una manera excelente. De los mejores del mundo. También la sociedad está, de cierta manera, acostumbrada a esto. Yo te digo la verdad, hablo con mi abuela, con mi mamá –bueno mi mamá está acá- pero les digo, no se preocupen, porque es mucho más probable que a ustedes un día que salgan de su casa, allá en Venezuela, los roben o les hagan algo, que a mí acá me pase algo con respecto al conflicto y mi actividad en el ejército. Gracias a Dios las bajas israelís son mínimas, civiles y militares, y eso es un alivio gigante y da seguridad”.
– ¿Se cambiaría, en este momento tan trascendental, por el muchacho despreocupado y alegre que vivía en Venezuela?
– “Ahora, si pienso en que quisiera volver a lo que era Venezuela, te digo que soy la misma persona. Yo eso no lo cambio y ese tiempo en San Cristóbal, son 18 años de mi vida (tiene 19) y sigo nutriéndome de eso. Pero de querer estar en esos momentos más sencillos, en que simplemente me preocupaba por qué día debía llevar la bata al colegio, porque había laboratorio, pues no. Yo siento que el crecimiento que estoy teniendo ahora como persona, no lo podría tener ahora en Venezuela. El tema de seguridad, es otra cosa muy distinta allá”.
– ¿Hay más venezolanos dentro del ejército israelí?
– En el entrenamiento que estamos recibiendo en el Ejército Israelí estamos divididos, quienes recibimos el curso de hebreo los tres primeros meses, porque todos -a excepción de pocos- son migrantes en este grupo, pero tengo un nivel de hebreo sostenible y por ahí no me pegado nada. Soy parte de la tropa que formaría una División, tres divisiones forman una brigada. Dentro de mi División no hay otro venezolano. Nos reunimos y todos los de la División, éramos más de 60 repartidos en 20 nacionalidades, mexicanos, argentinos, uruguayos, pero yo era el único venezolano ahí. Escuché que hay otros venezolanos en la brigada, pero no los he visto porque estamos muy concentrados dentro de la división nuestra. Pero, estoy seguro que llegado el momento voy a encontrarlos. Hay otro de mi ciudad (de Venezuela) en el ejército, y está en la Policía Fronteriza Israelí. Él me dice que está dura la cosa, pero que él está entrenado para eso y que estemos tranquilos”.
“Después, de sentirme mejor realizado como persona, como profesional, que sienta que mi aporte pueda ser significativo quiero volver a Venezuela a ayudar”
Venezuela en sus sueños
– ¿Aspira volver a Venezuela, regresar a vivir en algún momento?
– “En el pensamiento de mis papás, sé a ciencia cierta, que ellos no piensan volver a Venezuela, solo ir de viaje. Sobre todo mi papá, él está cerrado a esa idea de no volver a vivir en Venezuela. Mi mamá, tal vez esté un poco más abierta. Mi hermana, es un tal vez constante. Igual, creo que cada uno tiene su anhelo de pasar una temporada en Venezuela, como yo efectivamente lo voy a estar haciendo después de servir en el ejército. Iré a Venezuela en un viaje de varios meses e intentaré pasear por varias zonas de Venezuela e ir a Canaima, si es posible. Ya después, de sentirme mejor realizado como persona, como profesional, que sienta que mi aporte pueda ser significativo quiero volver a Venezuela a ayudar. Como digo, de una manera significativa a devolver al país al puesto donde debe estar. Pero, lo que digo primero quiero generar experiencias, formarme como persona y ser útil. Aunque sé que la utilidad comienza desde el momento en que lo que hagas, lo hagas con honestidad, pero quiero ser más que eso, porque el trabajo honesto lo puedo hacer en cualquier sistema, pero en Venezuela que hay tanta necesidad de dar ese poquito de más, yo quiero también dar ese poquito más, llegado el momento”.
– En este momento de dificultad para todos en Israel, de algo sirvió ese entrenamiento de vivir en un país con conflictos como Venezuela, protestas, situaciones de carencias, ¿Eso lo hizo más fuerte para su vida actual?
– «Primero, pienso que en Venezuela yo no pasé realmente dificultades, como lo decía mi profesor de Computación del colegio, que nosotros siempre vivimos en una burbuja, sobre todo quienes estudiábamos en el Colegio Juan XXIII, nunca pasábamos necesidades. Nunca pasé hambre en Venezuela, yo tuve la suerte, ahí sí, de nunca sufrir un robo en Venezuela. Creo que todo lo que yo viví en Venezuela me da una perspectiva diferente de las cosas, más amplia, que las personas con quienes he podido convivir aquí, las experiencias académicas me dan una cosmovisión, pero hacerme más fuerte como persona por lo vivido en Venezuela, no diría yo”.
Y la vida que sigue…
David solo tiene 19 años de edad, se estrena a la vida adulta y lleva un uniforme puesto del ejército israelí, pero no está seguro de seguir carrera militar y espera conocer más ese mundo, para decidir si lo adoptaría, porque en su corazón sigue apartando un lugar para su anhelo de volver a Venezuela, aunque su familia no esté convencida de hacerlo.
“Ahorita mismo estoy fluyendo. Voy a dejar que el ejército me sorprenda. Voy a ver si me gusta y dependiendo de eso podría firmar para seguir un tiempo. Aunque una carrera o vida militar no es lo que he pensado. Ahora, en mi contexto creo, que lo mejor sería terminar el ejército y comenzar estudios universitarios. No tengo una carrera favorita para estudiar, también dejaré que vivir las experiencias que tengo por delante me ayuden a encaminar esa decisión, aunque tengo ciertas aficiones por la política, el estudio de leyes y este tipo de cuestiones, podría inclinarme por algo de esto. Pero no es una decisión tomada. Esperaré vivir experiencias, enfocar gustos, y que más bien que escoger unas, esto me permita descartar otras.
«Y sí se quieren preocupar por alguien, háganlo por los palestinos, que yo aquí, si les voy a poner las cosas canutas a esos señores”.
Vivir en un polvorín
El joven venezolano israelí, dice que no es sencillo entender desde otra parte del mundo el conflicto de Israel con los árabes.
“Es complejísimo, tendríamos que ponernos a escribir un libro, más que a escribir una entrevista, para podérselos explicar bien. Todos entendemos que hay conflicto religioso entre árabes y judíos, siempre ha existido ese deseo del pueblo judío por establecer un Estado, y gracias Dios se pudo concretar. Siempre ha estado ese conflicto, desde la creación del Estado, a tener intereses geopolíticos de por medio, es mucho más complejo que pensar que estos creen en Alá y estos en Elohim, es más complicado que eso”.
En la visión de David, el recrudecimiento de tensiones ahora se da tras semanas de protestas, que dice más que justificadas o no, no estaban siendo pacíficas por parte de los árabes en suelo israelí.
“Y justo el día que me alisté en el Ejército, el día de Jerusalén, en el calendario hebreo, comenzó el conflicto con misiles y siempre están lanzando misiles, sobre todo para acá, al sur (donde vive su familia y se encontraba David al momento de la entrevista). Pero esta lluvia es muy impresionante, pareciera como un video juego. Ahora empiezan a caer misiles en Tel Aviv, en el centro del país, y eso no es habitual… Mi visión es básicamente, que hay una tensión siempre latente y esto es un polvorín”.
Ponerle el pecho a la bala
David Arrieta dice que no tiene mayor preocupación de su propia vida, porque considera que la base militar que habita tiene buenos sistemas de seguridad y está alejada de la frontera, pero la lluvia de misiles no deja de tensionarlo cuando sabe que su familia está lejos, en otra ciudad.
“Yo me preocupo mucho en esos momentos, pero por ellos (su familia). La base en la que estoy es en el norte y allá no suenan casi las alarmas, es muy difícil que llegue un misil hasta esa zona, el más cercano que ha llegado fue a 20 kilómetros de donde estoy, o sea, por ahí estamos tranquilos, cuando estoy en la base militar. Siempre tengo esa tranquilidad que todo va a salir bien, porque las cosas aquí realmente funcionan y tenemos gente que trabaja y está dispuesta a ponerle el pecho a la bala para que no mueran los de nuestro lado. Así se ha visto, ha muerto pocos soldados y quienes lo han hecho, lo han hecho de forma heroica, les digo”.
“No se preocupen por mi”
– ¿Qué mensaje le daría a la gente de su país Venezuela, sus amigos de San Cristóbal que están preocupados por usted?
– Yo les digo sinceramente que no se preocupen por mí. Cuando estoy en la base militar, estoy en el lugar más seguro que puedo estar. Estoy aprendiendo cosas y mejorándome. Emociónense sí, de que yo estoy haciendo esto, una evolución muy profunda del personaje y sé que voy a mejorar mucho como persona este tiempo. Y sí se quieren preocupar por alguien, háganlo por los palestinos, que yo aquí, si les voy a poner las cosas canutas a esos señores”.
Judith Valderrama/Diario de los Andes