José Luis Zambrano Padauy: La fábula del tirano detestable

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Tal vez nos asalte la ansiedad. Comprensible ante la ineficiencia diaria. Es fácil desmoronarse y creer que todo está perdido. Vivir en un país sin pronósticos siempre será complicado. Inescrutable posiblemente. Es común pensar en que perdimos el norte de la noticia confidencial y ya no creemos en las posibilidades. Terminamos enumerando toda la indignación que llega del exterior por nuestro país y somos nosotros realmente, quienes estamos curtidos en la pobreza y pasando el duro escalofrío de no saber qué hacer.

Aspiramos el veredicto con premura. La solución verdadera gestada a nuestras espaldas y que represente el regalo generoso para una fiesta nacional. ¿Cuándo llegará? Solo escuchamos a un Diosdado Cabello amenazante, obligando a todos a votar a costa de no comer. Caradura sin remedio o simplemente lo hace para llamar la atención. Y lo logró a su estilo. Todo el planeta lo comentó, a la sazón de su desquicio político.

La población no sufraga ya en elección ilegales. No lo hizo solo porque de nada sirven, sino también porque hasta el nombre nos cansa. Están maquinadas. Ya el software está presto para el montaje. Con sus encantos fabulosos para maquillar un proceso. Qué grande la era digital. Se pueden inventar electores como cromos interminables de álbumes infantiles. Espero que Cipriano Castro no haya votado esta vez. No hace falta tener cédula. La fabrican en un instante. Son tiempos corrompidos y los cables se conectan a su favor.

No podemos reír con la herida sangrante. Escuchar a Maduro instando a la gente a ir a los centros de votación y alegar que se iría si pierde, solo muestra el descaro de la trampa montada. Su tozudez por no dejar el poder. Su atrevimiento para decirle al mundo que es capaz de amortajar los resultados con su burla de marca registrada. Que tiene su fábula perversa. Su cuento de horror programado.

Gracias a los cubanos por su ingenio. A los asesores internacionales por crear tantos sistemas para el engaño. Funcionan a la perfección. Por todos lados saltan votos, como conejillos graciosos. Hay reciedumbre de sobra. Un Estado blindado para la estafa.

No nos timaron otra vez. Ya estaba previsto. Es otra la realidad y otros los contornos. El planeta entero estaba convencido de sobra sobre el fraude. Y cómo nos duele esa palabra. La conocemos de memoria y hasta una cancioncilla le podemos crear.

Nadie vigiló unos comicios de guasa mundial. No participó la oposición. Se forjaron claro, algunos personajillos disfrazados de opositores con lemas fríos. Un teatro aburrido. A todos los títeres se le veían los hilos y nadie escuchaba sus parlamentos. Ni siquiera tenían mortadela qué ofrecer como los rojos.

¿Qué pasará después de la farsa? Más de mil miembros de la Asociación Mundial de Jurista, pertenecientes a 40 países, firmaron un manifiesto en el cual establecen la nulidad radical de las elecciones del seis de diciembre y aseguran la legitimidad de la actual Asamblea Nacional presidida por Guaidó.

Mientras, la Unión Europea ya estaba prepara para no reconocer en bloque este montaje electoral, haciendo frente común junto con otros organismos y nacionales respecto al futuro del presidente encargado.

¿Qué nos queda después de que Miraflores se edifique su propio parlamento? No doblegar. Venezuela tiene una historia de hombres y mujeres con voluntades inquebrantables. De no amilanarse cuando nos hacen creer en una mentira cantada. La historia está atiborrada de sucesos asombrosos. Las sanciones impulsadas por los Estados Unidos siguen haciendo mella, pese a que muchos no lo reconozcan.

La consulta popular tiene su propósito. No es pérdida de tiempo ni una ocurrencia para solazarnos por un rato. La he considerado como un manifiesto real al mundo de lo que queremos verdaderamente, más allá de revalidar los esfuerzos o una respuesta desdichada al intento de comicios parlamentarios del régimen.

Participar en esta consulta popular es decirle a la comunidad internacional, al Grupo de Lima, al Grupo Internacional de Contacto, a la OEA, a la Unión Europea y hasta a la propia ONU, por qué el venezolano impulsó una independencia sudamericana y tuvimos alguna vez una democracia envidiable.

Nosotros sabemos cómo ajustarnos bien las botas. Cómo patear el fango más cenagoso. Ahora debemos ponerlo en evidencia y seguir batallando, sobre todo con nuestros propios imposibles. Esta lucha es del bien contra el mal. Más que encarnizada. Por eso la fe juega un papel notable. Los brazos cruzados son para los perdedores irremediables. Y sé que ganaremos al final. No tengo la menor duda.

@Joseluis557