El jueves en la noche, luego de que el Departamento del Tesoro sancionara a los hermanos Santiago y Ricardo Morón Hernández, por presuntamente formar parte de la estructura que apoya a Nicolás Maduro Guerra en la comercialización del oro y en el movimiento de las ganancias por el sistema financiero internacional, el hijo del ocupante de la silla de Miraflores tuvo un gesto de amigo. Salió en defensa de los jóvenes empresarios zulianos, pues a su juicio no existen pruebas para sancionarlos.
Para el Gobierno de EE. UU. los dos hermanos son «socios de confianza» de Nicolás Maduro Guerra. Los señalan de ofrecer apoyo a las «actividades corruptas» del «ilegítimo régimen» de Venezuela, entre ellas la industria del oro.
Con su defensa, Nicolasito asume una posición tan parecida como la presentada por el gobierno de su padre ante la detención del empresario barranquillero Alex Saab, quien desde su detención en Cabo Verde, cuenta con el respaldo de Maduro, mandatario que le dio la categoría de agente del Ejecutivo venezolano y pasaporte diplomático para tratar de salvarlo de lo que hasta ahora luce como un hecho, su extradición a EE. UU.
Saab y los hermanos Morón tienen en común, según la información publicada en la prensa y las denuncias del exdirector del Sebin, Christopher Figuera, y por la fiscal general de la República en el exilio, Luisa Ortega Díaz, la cercanía con la familia presidencial, así como su participación en el negocio del oro y del coltán, sobre todo luego de la aplicación de la Operación Mano de Metal, que dio el control de la negociación de minerales a un pequeño grupo de personas ligadas a Miraflores.
En mayo de 2018, el entonces ministro de Industrias, Tareck El Aissami, junto a la Fiscalía General de la República y la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), comenzó un operativo para detener a los empresarios del estado Bolívar que compraban el oro a los pequeños mineros, acusados de contrabandear el mineral. Algunos fueron capturados, otros huyeron del país. Pero el resultado de la acción fue la concentración del control de la extracción y de la venta del oro al Banco Central de Venezuela en pocas manos.
En ese momento, ingresan a la escena personajes que se adueñan del negocio con la venia de las autoridades nacionales, entre ellos Saab y los Morón. Pero además, el empresario barranquillero y los zulianos desde entonces compartieron oficinas en el edificio Galipán de Chacao, desde donde realizaban las operaciones para exportar el oro, a veces por el pago en euros, y, en otras ocasiones, con el intercambio por alimentos y bienes, como camiones cisternas.
Ahora, ¿cómo Saab y los hermanos Morón llegaron a estar cerca del poder y del negocio del oro? En el caso del hoy preso en Cabo Verde, la mejor explicación que he leído la dio el colega Marco Hernández en un artículo publicado el domingo pasado en El Pitazo. Maduro no tenía grupo financiero y por eso se aferró a Saab, a quien llegó a conocer gracias a Piedad Córdoba.
¿Cómo los hermanos Morón se acercaron a Nicolasito? En el Zulia se cuenta una historia fortuita en una carretera de la entidad, que sucedió en 2017, cuando por casualidad se encontraron Nicolasito y Santiago Morón.
Ya para ese entonces, Santiago tenía relación empresarial con el Gobierno. Cresmoca, la empresa de construcción de la familia, a partir de diciembre de 2012 recibió más de $34 millones para construir una cárcel, de la que hoy solo quedan ruinas. Pero ese anecdótico primer encuentro puede ser que se convierta en parte de una gran historia.
Por ejemplo, si viste la película El Irlandés, recordarás la escena en la cual el mafioso Russell Bufalino, interpretado por Joe Pesci, se encuentra con el joven transportista de productos cárnicos, Frank Sheeran, caracterizado por Robert De Niro. Un accidentado humilde trabajador, recibe, sin saberlo, la desinteresada ayuda mecánica de quien ya era uno de los jefes de la mafia. Desde ese momento nace una yunta histórica.
No fue hasta la fiesta en el Club Creole de Maracaibo, cuando esta cercanía oculta para los ojos públicos quedó en evidencia gracias a una foto tomada por una asistente al agasajo por la primera comunicación del sobrino de Santiago y Ricardo. La fotografía mostró a Nicolasito sentado en una mesa, concentrado en su teléfono. Eso le valió a la dama y a su familia ser perseguida por el Sebin.
Tras ese incidente, los Morón intentaron frenar el escándalo que involucró a una dama maracucha, hasta ese momento, amiga de su hermana. No lo lograron. Hoy es Nicolasito quien sale en su defensa, pero el efecto de la sanción ya está en curso, debido a la cercanía con el poder de Miraflores y con el oro de sangre denunciado hasta por la alta comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet. Nadie conoce el futuro, pero el presente se complica por la toxicidad de las relaciones con la coalición dominante.
César Batiz / Director de El Pitazo / @CBatiz