Dos hechos han convulsionado la opinión pública en Venezuela en la última semana. Mientras en Macuto supuestamente eran esperados unos invasores por las fuerzas de Maduro, en Petare las noches eras estremecidas por el sonar de armamento entre bandas armadas vinculadas al poder. ¿Qué está pasando y qué vendrá?
En torno a la supuesta invasión de Macuto, diversos voceros han salido a dar su versión de los hechos, de lo que se desprende:a) hay unos exoficiales de las fuerzas armadas que se atribuyen su autoría, b)también aparece un exoficial del ejército. americano, JordanGoudreau, que dice haber ofrecido sus servicios para armar un ejército, pretendiendo cobrar altos honorarios, c)Diosdado Cabello aseguró haber tenido infiltrados a los supuestos insurgentes, y d) JJ Rendón, asesor y miembro del equipo de estrategia del presidente interino, afirma haberle pagado al señor Goudreau la cantidad de 50 mil dólares de su bolsillo para gastos relacionados con la dudosa operación.
Parece obvio que al menos hubo conversaciones con parte del entorno del presidente interino, lo que sí no está claro es su responsabilidad en la acción de Macuto. También se infiere que esta operación, al ser manejada con antelación por Maduro, ha sido usada para sus intereses. Nada extraño tiene que, el señor Goudreau, quien admite moverse por dinero y no por convicciones, haya decidido ofrecer sus servicios a quien estuviera dispuesto a pagarlos. Para Maduro era muy apetecible aparecer desmontando una supuesta invasión, puesto que mostraría ante el mundo su fortaleza militar y de paso asociando a Guaidó con un acto fallido y por lo demás torpe. Ganancia redonda pues.
Y qué se esconde detrás de los sucesos de Petare, donde un jefe de banda se le subleva a Maduro, hasta ahora su protector, y decide enfrentarlo.
Los colectivos son bandas armadas protegidas por Maduro y las instituciones a su servicio para ejercer control sobre las barriadas populares en las principales ciudades de Venezuela. Ésta es una diferencia con los fenómenos delincuenciales de otros países latinoamericanos, donde las barriadas y favelas son azotadas por delincuentes que crecen al margen del Estado, y aunque incluso llegan a penetrar algunos resquicios institucionales, su aparición y desarrollo no ha sido promovida desde las más altas instancias del poder.
En Venezuela el chavismo-madurismo ha protegido a delincuentes comunes, los dotó de armamento militar, municiones y dinero, a cambio de que estos irregulares les garantizaran control en las barriadas populares. Y es esa precisamente una de las principales razones de la progresiva inmovilidad popular, cada vez más atemorizada de salir a protestar por la amenaza que suponen esos grupos, fuertemente armados y protegidos desde Miraflores.
Otra razón poderosa que llevó a darles impulso a estos grupos delincuenciales consistía en la necesidad de mostrar una fuerza diferente al díscolo ejército bolivariano, no del todo afecto a Maduro, ante un posible acto de insurrección desde los cuarteles. Ya en el año 2014 se produjo un enfrentamiento con el mismísimo Ministro de Interiores el Gral. Miguel Rodríguez Torres, hoy preso en los calabozos del régimen, cuando éste decidió enfrentar un acto de hampa común cometido por uno de estos colectivos armados. A Maduro no le tembló el pulso, destituyó al ministro.
No es que el chavismo haya creado al delincuente y sus bandas, pero lo que sí ha hecho es protegerlos y darles un estatus nunca antes conocido. Imagínense ustedes que Pablo Escobar o el Chapo Guzmán hubiesen sido protegidos abiertamente por la presidencia de Colombia y México respectivamente ¿A dónde hubiesen llegado? Claro que ambos casos contaron con colaboración de instituciones que se corrompieron, sí, pero no al extremo de lo ocurrido en Venezuela donde incluso se les dio la jerarquía de luchadores al servicio de la revolución. Craso error. Ahora ocurrió lo inevitable, una banda se les salió de control y Maduro recurre a lo que mejor sabe hacer, confrontar el alzamiento al mejor estilo de las mafias, a fuego limpio, lo que ha generado un enfrentamiento entre bandas que tiene en alerta máxima a los habitantes del barrio JoséFélix Rivas, el más populoso de América Latina.
Lo que estamos viendo es una grieta nueva en el entramado del poder madurista. La otrora hegemonía en las barriadas caraqueñas, sustentada en programas sociales dirigidos a sus seguidores y sobre todo en la fuerza amedrentadora de las bandas armadas, hoy se ve amenazada por esta insubordinación que Maduro ha decidido detenerusandosu fuerza de exterminio. Posiblemente tenga éxito dada la descomunal desproporción de poder de fuego a su favor, lo que no significa que no estemos viendo un avance acelerado del deterioro de su poder.
Las llamadas zonas de paz ya no lo son tanto y los barrios cerca de Miraflores cada vez tendrán más razones para mostrar su descontento y quizás menos muros de contención.
Con este episodio, que muestra con crudeza el profundo deterioro de una sociedad sacudida por todos los costados y todos los males juntos, hemos visto aparecer muchos memes donde colocan a Wilexis, el jefe pandillero rebelde, como una especie de nuevo héroe que insurge contra el poder de Maduro. Quizás sea éste el epitafio del deterioro y la anomia que nos caracteriza como sociedad.
Estamos mal y quisiera decir que vamos bien, pero cuesta escribirlo.
@cesarmorillo7