El proceso de destrucción comenzó hace veinte años. Ese camino de demolición institucional debí hacerse, de acuerdo con el guión cubano, para refundar el país a su conveniencia. La desinversión, el control administrativo y académico, y la manipulación jurídica para romper con el patrimonio democrático que la afianzaba –aún con sus imperfecciones-, como uno de las células sociales en la que se ejercitaba la rotación del poder, se discutía la diversidad ideológica, se planteaban las ideas sin censura y se hacían propuestas para resolver los diversos asuntos de interés público.
Esa era la Universidad venezolana. Una institución que permitió el ascenso social de millones de familias, le permitió mejorar sus condiciones económicas y académicas e integrar al investigador o al profesional en la dinámica intelectual nacional y mundial. Pero esa orgullosa institución no podía funcionar en el modelo político planteado por el comandante eterno, Hugo Chávez, tenía que penetrarse a sangre y fuego, y destruir su legado.
La reciente jugada del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro, fue colocar impositivamente a Clotilde Navarro “el buena gente”, como lo califican muchos en la comunidad de la Universidad del Zulia. Un acto arbitrario más que demuestra las verdaderas intenciones del chavismo. Sí del chavismo, porque el madurismo no existe como acepción ideológica. Él es solo una marioneta del comunismo cubano, sin formación y criterio, por eso es más peligroso; funge como el ratero para quien después de un bolívar todo es ganancia, no tiene nada que perder porque nunca fue nadie y tampoco tuvo nada. Por eso todo lo que usurpa es ganancia y poco importa la reacción de la opinión pública, en este caso, de la comunidad universitaria.
Sin escrúpulo alguno, Navarro usurpó el cargo de Vicerrector Administrativo provisorio, luego de violentar el despacho en el edificio del rectorado (2-03-2020) apoyado con una orden del Ministerio Público, instancia ejecutora de los intereses políticos del chavismo desbocado. Antecedieron al hecho, presiones del gobierno regional, del poder judicial, de los cuerpos de seguridad, de los grupos de choque oficialistas y la ruptura de la unidad del Consejo Universitario-
El plan de Navarro se inició con la muerte de la titular del cargo, la vicerrectora Administrativa, María Guadalupe Núñez, quien fue electa en 2008 y debía entregar en 2012; pero una decisión del Tribunal Supremo de Justica (brazo político del régimen) suspendió las elecciones (2012) en todas las universidades para renovar sus autoridades porque no convenía al chavismo la derrota segura que sufrirían en un momento electoral crucial para mantenerse en la presidencia, decisión que la mantuvo en el poder hasta su muerte en 2016. Desde ese triste momento comenzaron a mostrar sus dientes algunos miembros de la comunidad universitaria, entre ellos el usurpador, quien calentó las orejas en las altas esferas ministeriales para asaltar a la institución.
Incluso el 10 de diciembre de 2019, cuando el Consejo Nacional de Universidades (CNU), controlado por el gobierno ilegítimo gracias la escogencia a dedo de los rectores de las universidades experimentales, decide designarlo, no lo hace legalmente porque no logra el porcentaje de votos necesarios. No valieron los alegatos introducidos por las autoridades de LUZ, encabezadas en ese momento por la secretaria, Marlene Primera, quien asistió a la sesión e introdujo posteriormente una reconsideración muy bien fundamentada, basada en las atribuciones autonómicas que otorga la vigente Constitución Nacional y la Ley de Universidades, y los antecedentes jurídicos generados por la escogencia, por parte de su Consejo Universitario, de los dos sucesores de la titular María Guadalupe Núñez, el profesor Jesús Salom (2016-2018), y luego de su renuncia, la profesora María Artigas (2018-2020).
En un país en donde la ley es diligente cuando de defender los intereses chavistas se refiere, la Universidad del Zulia está indefensa. Solo la presión social y de su comunidad académica puede dificultar la arbitraria decisión, pero la institución debe entender que sus enemigos son internos y externos. Los venezolanos demócratas no entienden la naturaleza del contrincante. Su concepción fundamental, es “llegamos para quedarnos”, por eso manipulan, no negocian, utilizan la fuerza cuando es necesario, no respetan principios, ni valores, básicamente porque su doctrina ideológica les enseña a destruir el pensamiento capitalista y democrático.
Y esa ideología la practican en todos los terrenos. Por eso se aprovechan de las debilidades sociales y políticas. Por eso buscaron aliados con aparentes intereses de diversa índole dentro de la Universidad del Zulia y fuera de ella (gobernación, alcaldía, gobierno ilegítimo de Maduro), y utilizando la imagen de “Clotilde el bueno”, penetraron en una institución que electoralmente siempre los rechazó.
Ahora viene la fase de convencimiento en medio de una devastada institución carente de inversión en infraestructura, tecnología, mantenimiento, servicios, con sueldos paupérrimos, con una caída estrepitosa de la matrícula estudiantil ahora compuesta por aquello que sueñan con un título profesional para poder emigrar con un aval académico y optar a mejores empleos o algunos que todavía sueñan con una mejor Venezuela; pero lo más grave son los protagonistas y gerentes académicos totalmente desfasados de la realidad actual, que todavía negocian lo poco que queda y no entienden que en un futuro próximo se les hará el pase de factura respectivo, cuando la democracia retorne a sus caudales naturales.
El caso del Vicerrectorado Administrativo volvió a la palestra pública luego de las elecciones de noviembre de 2019 de la Asociación de Profesores de la Universidad del Zulia (APUZ). La rencilla provocada por los resultados y los intereses particulares, acentuados por el anunció de un ilegal llamado de elecciones de la magistrada del TSJ, Carmen Zuleta de Merchán (agosto de 2019), abrieron las puertas de las ambiciones personales y de grupos tradicionales. Ese hecho provocó que los traficantes de votos y cargos volvieran a la carga, aupados por la posibilidad de incorporar ilegalmente el voto paritario de empleados, obreros y egresados, en un afán por romper el derrotismo tradicional y ampliar las posibilidades de ganar cargos directivos.
Una mentira que solo favorece al chavismo por el chantaje y la compra de conciencias que practican (ya hicieron la prueba en las pasadas elecciones estudiantiles), porque empleados y obreros tendrán poco poder decisorio, pues su pírrica participación no se los permitirá, más ahora que están disminuidos por las renuncias masivas. Los que mayores posibilidades tendrán para inclinar la balanza son los egresados y los estudiantes (también afectados por la deserción y la caída de la matrícula). Será un proceso aberrante jurídicamente hablando como lo dice el secretario de la Universidad de Carabobo, Pablo Aure, porque viola la legalidad vigente, no resuelve nada y solo convertirá el proceso en un festín de intereses que en nada favorecerá la democracia institucional. Solo profundizará sus errores.
Ahora Clotilde “el buena gente” entra como el salvador, el universitario que garantizará que los paupérrimos sueldos se paguen los quince y último, se aliará con la el gobernador, Omar Prieto, y el alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, para mejorar las condiciones físicas del campus universitario, arreglará el deteriorado ascensor del rectorado y su acondicionador de aire para dignificarlo; repararán sus vías internas, la iluminarán, harán el patrullaje que antes negaron y así contentos y felices los profesores, empleados y obreros, le abrirán las puertas en las próximas elecciones al usurpador, que utilizando el chantaje, la presión policial y judicial, la amenaza y sobre todo explotando las necesidades de los males que ellos mismos auspiciaron con la desinversión y la paralización de sus elecciones rectorales, podrá llegar legalmente a cumplir sus sueños, sobre las cenizas de una centenaria Universidad del Zulia, devastada física y moralmente.
@hdelgado10