En una entrevista concedida a Unión Radio, en la que ofreció detalles sobre la magnitud y el impacto del éxodo, señaló que la cifra es considerablemente más alta que las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y se basa en un monitoreo realizado en 90 países, 1.500 municipios y más de 500 ciudades a nivel global.
Flujos migratorios de venezolanos han cambiado
Páez explicó que los flujos migratorios se han transformado en los últimos años como consecuencia de la eliminación de mecanismos de protección temporal en varios países, como el TPS y el programa Parole. Esto ha provocado un redireccionamiento de migrantes venezolanos hacia otras naciones de América Latina, así como un incremento en la migración hacia España.
Más allá de los números, el sociólogo destacó cómo la migración ha modificado el perfil cultural de Venezuela y de los países receptores. «Venezuela ha ensanchado sus fronteras», afirmó, señalando la expansión de productos culturales y gastronómicos como la arepa, la hallaca y el tequeño, hoy visibles incluso en lugares tan remotos como Groenlandia.
Sin embargo, el fenómeno también tiene un rostro doloroso. Páez alertó sobre la existencia de al menos 2 millones de niños que han quedado atrás en Venezuela, separados de sus padres por la migración forzada.
Durante la entrevista, el coordinador del Observatorio también abordó el papel de las organizaciones de venezolanos en el exterior, destacando su contribución al desarrollo mediante la colaboración con instituciones nacionales, la formación de capital humano y lo que definió como una «circulación activa del recurso más valioso: el ser humano».
Finalmente, Páez desmintió la narrativa que asocia la migración venezolana con el aumento de la delincuencia. «No hay datos que respalden esa afirmación, todo lo contrario», aseguró. Citó estudios realizados en Estados Unidos y Perú, que indican que la presencia de migrantes suele coincidir con una disminución de los índices delictivos y un aumento del dinamismo económico y soci
El Observatorio de la Diáspora Venezolana calcula que más de 9,1 millones de venezolanos han abandonado el país desde 2013. Así lo informó su coordinador, el sociólogo Tomás Páez.
En una entrevista concedida a Unión Radio, en la que ofreció detalles sobre la magnitud y el impacto del éxodo, señaló que la cifra es considerablemente más alta que las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y se basa en un monitoreo realizado en 90 países, 1.500 municipios y más de 500 ciudades a nivel global.
Flujos migratorios de venezolanos han cambiado
Páez explicó que los flujos migratorios se han transformado en los últimos años como consecuencia de la eliminación de mecanismos de protección temporal en varios países, como el TPS y el programa Parole. Esto ha provocado un redireccionamiento de migrantes venezolanos hacia otras naciones de América Latina, así como un incremento en la migración hacia España.
Más allá de los números, el sociólogo destacó cómo la migración ha modificado el perfil cultural de Venezuela y de los países receptores. «Venezuela ha ensanchado sus fronteras», afirmó, señalando la expansión de productos culturales y gastronómicos como la arepa, la hallaca y el tequeño, hoy visibles incluso en lugares tan remotos como Groenlandia.
Sin embargo, el fenómeno también tiene un rostro doloroso. Páez alertó sobre la existencia de al menos 2 millones de niños que han quedado atrás en Venezuela, separados de sus padres por la migración forzada.
Durante la entrevista, el coordinador del Observatorio también abordó el papel de las organizaciones de venezolanos en el exterior, destacando su contribución al desarrollo mediante la colaboración con instituciones nacionales, la formación de capital humano y lo que definió como una «circulación activa del recurso más valioso: el ser humano».
Finalmente, Páez desmintió la narrativa que asocia la migración venezolana con el aumento de la delincuencia. «No hay datos que respalden esa afirmación, todo lo contrario», aseguró. Citó estudios realizados en Estados Unidos y Perú, que indican que la presencia de migrantes suele coincidir con una disminución de los índices delictivos y un aumento del dinamismo económico y social.
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