“Víctima de su propio invento”, decía un periodista cuando refería a esos personajes que armaban algo y luego ese algo se revertía afectando sus propios intereses. De acuerdo con lo dicho por el analista venezolano, Antonio La Cruz, la intención del gobierno de Donald Trump II es romper con el modelo de globalización y de toma de decisiones multipolar que impulsó en el pasado, porque ahora estorba para sus intenciones imperialistas.
Con su lenguaje agresivo y amenazante, lo evidenció en el micro ejemplo con el inepto presidente de Colombia, Gustavo Petro, Trump no parece entender las políticas instrumentadas por Estados Unidos de América, luego de la segunda guerra mundial, sus arquitectos políticos interpretaron muy bien el futuro que se avecinaba, tomarían las decisiones de manera conjuntas, en diversos asuntos como los temas ambientales, comerciales, comunicativos, judiciales y de guerras, era lo que venía.
Ahora trata de dar reversa, pero como dice el refrán: “es difícil recoger el agua que se regó”, el mundo es otro al de la guerra fría, los tiempos e intereses cambiaron. Y ese error de encerrarse e imponer sus intereses unilateralmente generarán problemas que parecen cegar a quienes tomas las grandes decisiones en Washington ( el tiempo dirá que sucederá con los aranceles en Canadá y México).
Incluso, parece, que las visiones de los gigantes tecnológicos que lo rodean se están obviando porque sus marketing globales son las que permitieron sus éxitos (Facebook, Amazon, Tesla, Google), a esto se une la importancia del “respeta al otro”, que también poco importa , especialmente con el trato despectivo hacia Latinoamérica y Europa, olvidando que para encarar a China o Rusia, es necesario “sumar y no restar”. Pero …
En su reciente análisis publicado en El Nacional (29-01-2025), Antonio La Cruz cita a uno de los referentes de la política exterior de Estados Unidos de América, Henry Kissinger: “Los imperios no tienen interés en operar dentro de un sistema internacional. Aspiran a ser el sistema internacional”. ¿Será esta la esencia de la estrategia de gobierno de Trump? La diferencia es que ya Kissinger murió y no se sabe quien puede acumular su experiencia para seguir imitar sus pasos.
Muchos de sus discursos de campaña mostraron el camino a seguir. Su énfasis en “primero América” , lo materializó recientemente con el conato que tuvo con Petro, pero el tiempo dirá si tiene o no razón en definir el rumbo que tomó. El trato hacia los inmigrantes que han ido a buscar el sueño americano, huyendo de sus tristes realidades, muchas de ellas provocadas por esas fantasías norteamericanas de construir democracias sobre estructuras autócratas, corruptas, injustas y con profundas desigualdades (caso Centroamérica como lo señalan informes de la inteligencia militar de EUA)
Su estrategia de disparar decisiones como una metralla se relaciona con su juego de “suma cero”, en el que los intereses de los otros deberan alinearse con los de Trump en el momento que se hagan negociaciones bilaterales. Eso impregnará sus propuestas con relativismo (caso Chevron-Venezuela) que afectarán dichas alianzas en materia económica o política. Hacia allá apuntan las declaraciones de Trump, ahora hay que ver hasta que punto los que están al frente se van a quedar inmóviles, buscaran nuevas alianzas o no aceptaran sus términos.
Un ministro chileno del gobierno del desaparecido ex presidente, Sebastian Piñeira, al ser consultado sobre el éxito de su agroindustria, decía que al diseñar un producto ellos no pensaban en el mercado nacional solamente, sino en el internacional, es decir, manejaban estándares muy exigentes. El mundo anda en esa onda y retroceder no se sabe hasta que punto será exitosa. Además, como empresario Trump no es el gerente exitoso que se ha vendido, si no que lo diga la experiencia del Taj Mahal de Atlantic City.
Como si olvidara su pasado inmigrante (su abuelo, Frederich Trump, era alemán, y su madre, Mary Anne MacLeod, escocesa) se vanagloria de estar arrasando con quienes llegaron tras el sueño americano, legal e ilegalmente. Los tilda de delincuentes, cuando la realidad muestra que la mayoría son trabajadores que están moviendo la industria, el comercio y han recuperado zonas devastadas por desastres naturales, además de ser contribuyentes.
EUA siempre prioriza sus intereses, y en las primeras de cambio, en el caso Venezuela, va a presionar con el tema de los inmigrantes, para cumplir con su promesa desquiciada electoral, de expulsar a los delincuentes que dañan la sana vida de los norteamericanos de bien, obviando que el imperio cambió y las verdaderas causas de su crisis van más allá de los simples maquillajes del populismo barato y de sus vociferantes discursos.
Que los venezolanos se olviden “que el catire redentor” está pensando en las penurias que atraviesan. Trump va a manejar su agenda para resolver sus asuntos. Mientras, la represión sigue viento en popa en Venezuela, la gente sufre de la persecución, la pérdida de calidad de vida y busca un futuro mejor, con una realidad de esperanzas limitadas, en una espeluznante normalidad minada por el terror .
Humillados, vejados por naciones que antes los acogían con los brazos abiertos, ahora sin dolientes, los venezolanos caminan por América y Europa, en medio del desprecio que ahora acentuó el gobierno de Trump, aupado por la élite de conciudadanos que se consideran los elegidos para “vivir el sueño americano”, al generalizarlos como delincuentes, utilizando las redes para cumplir tamaña misión.
En su afán de recuperar el monopolio del poder mundial, Trump ha desatado la persecución contra los inmigrantes latinoamericanos, pero sospechosamente se dice poco de los europeos orientales y musulmanes, y en el comercio para favorecer -supuestamente- la mano de obra interna y la industria nacional, rompiendo las alianzas multipolares que ellos crearon pero ahora le estorban para sus planes.
La democracia norteamericana tiene eventos que constantemente la vigorizan. Jhon F. Kennedy la revitalizó, lo mismo hizo en su momento, Barack Obama, dando esperanza al multiracismo de su sociedad, Joe Baiden, le dio una pausa institucional, y para quitarse de encima los cuestionamientos agresivos contra el sistema, ahora colocan a Trump, que por cierto no está ofreciendo nada novedoso en relación con su visión imperialista, porque varios antecesores insistían en eso.
Sobre las promesas imperalistas, dice el profesor de la Universidad de Yale, Greg Grandin (NY Times, 22-01-2025): “Por tanto, estos llamamientos —a hacer que Estados Unidos no solo sea grandioso, sino también más grande en tamaño— se basan en una corriente de patriotismo más vigorizante: una visión de unos Estados Unidos en continuo crecimiento, en continuo movimiento hacia el exterior”. Queda por verse qué van hacer los que están al otro lado de la acera.
Cupertino Flores