Hubo un tiempo en Venezuela en la que los venezolanos, seducidos por un tipo carismático, que decía hacerse cargo de dar las soluciones a los problemas que la gente demandaba, hizo lo que nunca debe hacerse: darle todo el poder al que dice ser la solución a todos los problemas, pero, lo hace verbalizando odio y, tratando, a los otros como enemigos a los que hay que excluir, encarcelarlos, desaparecerlos políticamente y hasta físicamente tal como se hecho posteriormente.
Eran aquellos tiempos, en la que se había producido un cambio en la orientación de las mayorías: el viejo “consenso democrático” iniciado en 1958, donde, del 100% a un 75% se orientaba positivamente hacia la democracia pasó a un “disenso democrático” donde la ecuación cambia a un 60% a 70% de la gente que, seducidos por la narrativa redentorista de Chávez, comienza a orientarse negativamente hacia la democracia y empezaba a optar por soluciones autoritarias.
En ambos casos, tanto, los sectores que disintieron del “consenso democrático”, como los que luego, disintieron del “disenso democrático” son “franjas marginales”, bien sea de derecha o de izquierda.
La diferencia entre una y la otra está en que la franja marginal en el período que marcó la descomposición del consenso democrático (diremos que tiene su pico en 1989, materializado en los eventos del “Caracazo” y en 1992, con los golpes de febrero y noviembre) se convirtió en una “minoría sustancial” que, ciertamente, produjo cambios que incidieron en el proceso político que termino por erosionar definitivamente el proceso democrático iniciado en 1958 y llevar al chavismo al poder en 1998.
La otra franja marginal, que emerge en momentos de auge de la salida antidemocrática era una “minoría insustancial” pues los partidos enfrentaban su peor crisis de representación y habían perdido su conexión con las mayorías.
25 años después, la dictadura implantada presenta, por un lado, la obvia crisis de legitimidad de origen que cabalga sobre una grave crisis de legitimidad por desempeño. Esto, ha provocado un cambió en la orientación normativa de los ciudadanos. Mucho de Uds. dirán que eso no es suficiente para la recuperación de la democracia, puesto que el régimen tiene el control de todos los aparatos de poder autoritario y la decisión de quedarse en el poder y, en realidad no es suficiente, pero es necesaria.
En el caso actual, tal comportamiento de las mayorías expresada electoralmente en un 70% de la población adulta que bien pudiera llegar a ser un 80% orientándose positivamente hacia un proceso de transición democrática ha provocado una profunda descomposición del régimen.
Tres factores, dos de naturaleza endógena, y uno de naturaleza exógena pueden explicar tal descomposición, primero, al que ya he referido y que remite a la crisis de legitimidad por origen, como consecuencia de la derrota del régimen en el proceso electoral del 28 de julio, resultado que el régimen desconoce, y la existencia, al mismo tiempo de la primera, de la crisis de rendimiento de gobierno por su pésimo desempeño que, ha dado lugar a la desintegración socio-económica y de corrupción generalizada.
El segundo factor de naturaleza endógena, viene dado por los dos procesos electorales, las elecciones primarias, del 22 de octubre de 2023, y las elecciones presidenciales del 28 de julio de este año, ambos eventos electorales revalorizaron la palabra opositora con la emergencia de un nuevo liderazgo, encarnado en MCM.
El otro factor es de naturaleza exógena y esta marcada por las sanciones que, apuntan por lado, directamente, a la nomenclatura, a cuyas cabezas les han puesto precios con recompensas significativas en dólares y por otro, las sanciones que afectaron las exportaciones petroleras, fundamentalmente.
Ahora, bien, con un régimen, que ostenta autoritariamente todos los instrumentos del poder y que se niega, a pesar de haber perdido las elecciones a entregar el gobierno de manera pacífica y, por otro lado, con una oposición que sostiene que se hará cargo del gobierno, para dar inició a la transición democrática el 10 de enero, esta fecha se ha convertido, como suele suceder en nuestra historia en una fecha que marca un importante acto constitutivo del futuro. No pasara mucho tiempo, en que empecemos hablar del 10E, como hemos sacralizado el 27F, el 4F, el 13F, etc.
Por supuesto, aunque hay analistas, que sostienen que es difícil hacer buena la propuesta opositora de juramentar ese día a Edmundo Gonzales Urrutia, que es el ganador, sin lugar dudas, de las elecciones del pasado 28 de julio, hay un incremento de la incertidumbre en torno a lo que esta por venir el 10 de enero y después. Los escenarios que, se visualizan, por lo menos que yo, visualizo, son:
Primero, El 10 de enero, Maduro se juramenta, dando lugar a un régimen, ahora si, inequívocamente dictatorial. Esto producirá, en principio un movimiento de protesta masiva de la población. El régimen incrementará la represión abierta y desnuda, a través de los cuerpos de seguridad del Estado, los colectivos armados y elementos de la guerrilla colombiana (ELN y FARC) que se ha instalado de manera dominante en regiones importantes del país.
Por su parte, la comunidad internacional incrementaría sus sanciones económicas y políticas al régimen. El gobierno de Trump, que se iniciaría el 20 de enero, suspendería la licencia petrolera a Chevron que profundizaría aun más la crisis económica, en la que la inflación, los bajos salarios, la crisis de los servicios públicos profundizaría la crisis humanitaria, que impactaría aun más en la inmigración y la fragmentación de las familias venezolanas.
Esta situación, podría generar dos sub escenarios:
A.- El gobierno sobrevive a la protesta generalizada, incrementado la represión, el terror y el miedo. La movilización va perdiendo fuerza por aquello de la que “La gente también muere de miedo”. Maduro en su discurso de inicio de su nuevo gobierno, dice las obviedades de todos los años: “2025 será el año de la prosperidad de Venezuela, hemos triunfado sobre el fascismo, etc. etc.” y gobierna seis años en medio de la mayor crisis humanitaria y de desestabilización política permanente vivida por el país desde la guerra federal.
B.- La protesta popular rebasa la represión implementada por la dictadura. Se produce una fisura en el interior del aparato de gobierno, se rompe la alianza en el poder y se desplaza internamente la dirección del aparato de Estado. Diosdado Cabello o Padrino López dan un golpe de Estado. Se produce un reacomodo en la estructura del régimen, para que las cosas cambien sin que cambie nada.
Se produce una situación de inestabilidad política permanente bajo el imperio de la fuerza de un régimen militar-policial. ¿Y Maduro y Cilia, y los hermanos Rodríguez?, con ellos se abren dos posibilidades: B.1: Se han ido a Rusia o China o Turquía. Cilia ha descartado a Nicaragua, Bolivia y Cuba, pues son muy pobres. B.2: Están recluidos en el Helicoide, acusado por Tarek W. Saab, de traición a la patria, abuso de poder, asociación para delinquir y corrupción generalizada.
Segundo. – El 10 de enero, se ha generalizado la movilización masiva de la población en todo el país. La represión implementada por el régimen es rebasada por la protesta popular que exige la juramentación de Gonzales Urrutia. Un sector mayoritario de la FAN se niega a reprimir a la población y se levanta contra el régimen. Se produce un enfrentamiento entre fuerzas leales al régimen y las leales a la juramentación de Gonzales Urrutia. EE.UU. ha desplegado fuerzas navales al caribe. El régimen termina derrotado y, negocia su salida. Gonzales Urrutia, que nadie sabe cómo ha ingresado al país, se juramente el día 15 de enero. Comienza la transición hacia la democracia. Ya veremos, si la oposición ha escarmentado, pero esa será otra historia.
…………..
Esos punticos indican el FIN. Puede perfectamente abstenerse de leer el último párrafo.
Por supuesto, me he tomado la libertad de especular estos escenarios, pues hace rato que en Venezuela no existe la “presciencia”, es decir “el conocimiento de las cosas futuras, o el saber previo de los acontecimientos a ciencia cierta”, sino pregúntenle a Luis Vicente León, que antes, durante y después del 28 de julio, no acierta ninguna, pero a él eso parece no importarle, pues, su negocio, ahora es producir desaliento e incrementar la desesperanza, agrediéndonos con una supuesta objetividad que él dice es incontrastable y que no es otra cosa que la nítida expresión de un cínico manipulador y no es el único.
@enderarenas