VenezuelaUsa: La jugada magistral

51
Venezuelan opposition presidential candidate Edmundo Gonzalez Urrutia talks to the media, accompanied by Venezuelan opposition leader Maria Corina Machado, following the presidential election results in Caracas on July 29, 2024. - Venezuela's opposition coalition on Monday rejected the election victory claimed by President Nicolas Maduro and announced by a loyalist electoral authority, saying it had garnered 70 percent of the vote, not 44 percent as reported by the authority. (Photo by Federico PARRA / AFP)

Era de esperar que Nicolás Maduro y su nomenclatura pretendieran aplicar la efectiva fórmula de manipular  los resultados del mejor sistema electoral del mundo; claro que lo es porque durante dos décadas y media les ha permitido hacer lo que quiera “con la voluntad popular” y lo más importante, mantenerse en el poder”.

Pero algo no salió bien esta vez, el 28 de julio de 2023 el mejor sistema electoral del mundo no dio los resultados esperados por el régimen chavista, algo impidió revertir la conciencia de una sociedad venezolana agotada por años de corrupción, ineptitud, violación de los derechos humanos, control monopólico de las instituciones y -sobre todo- desilusión en una generación que creció en medio de una revolución sin sentido que fue incapaz de sembrar esperanza.

Las versiones van y vienen, se especulan los resultados de varios de los procesos que habían ayudado a consolidar una revolución que llevó al país a una supuesta revolución, que arroja pocos resultados efectivos en materia económica, indicadores sociales y en sembrar esperanza en el futuro del país. Así que vistos las consecuencias de la revolución del siglo XXI   no hay mucho que alardear, a no ser que sea un discurso trasnochado anti imperialista y  contra todo lo que pueda obstaculizar sus objetivos.

Era lógico que luego de 25 años de contradictorios resultados, el tiempo pasara la factura. Decía en los años 90, el periodista y analista, Antonio Marcano, que una “gorra llegaría a Miraflores y que duraría entre 25 y 30 años”, la lógica analítica indicaba que el ciclo se cerraría porque sus logros serían efímeros y la obsoleta ideología que pregonaban se agotaría, porque la implacable realidad la desnudaría con el tiempo.

Esta vez le falló el mejor sistema electoral a la nomenclatura, porque los resultados son evidentes, Venezuela está totalmente erosionada institucionalmente, sus indicadores económicos y sociales son pobres, la sociedad se volvió mediocre y quienes emprendieron  la supuesta revolución controlan el poder para mantenerse en él,  sin importar las necesidades y expectativas de las mayorías, propiciando la fuga del capital humano y, en especial, de la juventud desesperanzada que huyó del país y difícilmente volverá.

¿Cómo la oposición liderada por María Corina Machado y su equipo  logró vulnerar al mejor sistema de manipulación del mundo? Picaron adelante,  usando a los testigos de mesa de todo el país, lograron recopilar las actas, enviándolas a un centro digital que permitió almacenarla, protegerla y en un par de horas colocarlas en todo el mundo para que se enteraran de la verdad. Nada fue inventado, son los resultados manejados en tiempo real por la misma red del Consejo Nacional Electoral, aplicaron el principio de guerra de Carl Von Clauzewits: “toma las armas del enemigo, perfeccionalas y vuélvelas contra él”. Era una de las frases citadas permanentemente por Antonio Marcano.

No se inventó nada porque la verdad estaba ahí, sólo que esta vez se dio a conocer más rápido, se regó como pólvora por el mundo y se salió del control de quienes deciden el destino de la voluntad popular de los venezolanos.  El CNE actuó tarde tratando de imponer el plan previsto por el régimen, que se articuló  con la información publicada por el mercenario de las encuestas y director de Hinterlaces, Óscar Schémel, quien daba el 51% para Nicolás Madura (¿casualidad?), mientras las otras solo mostraban la magnitud porcentual de la diferencia entre el primero y el segundo. El asunto no era quién sería el ganador, sino el porcentaje.

Zonas tradicionales chavistas azotadas por la miseria y la desesperanza, revirtieron su apoyo, como los más de 400 barrios de Petare en Caracas, estas comunidades ya sienten el peso de la descomposición del régimen y revirtieron sus preferencias, más empujados por una realidad evidente que los arropa, que por las mismas simpatías.

María Corina Machado llegó en hora buena a recoger lo que queda de unos venezolanos despojados de su dignidad humana.  El chavismo no perdió unas elecciones,  perdió al país que lo apoyó; sembró mal sus esperanzas y hoy recoge los frutos de esa perversa cosecha. La sociedad venezolana es responsable de lo que hoy vive.  Fue cómplice e incapaz de reaccionar ante una realidad que le pedía a gritos que esa cultura supeditada en el modelo petrolero había llegado a su fin, que sus vicios implosionaron con el chavismo  y era necesario corregirlos, pero no lo hicieron.

Las acciones de fuerza que está tomando el régimen eran previsibles que las hicieran. Era difícil que Nicolás Maduro pudiera entregarle el poder a María Corina Machado y a su candidato Edmundo González. De nada valieron las trabas legales y obstáculos colocados en su camino para que llegara a las elecciones del 28 de julio de 2024. Pero era evidente que no le iba a entregar el revolver con el que le iba a disparar, porque entregar “la corona”  implica exponerse a desnudar sus acciones obscuras y enfrentarse a la implacable justicia que los arrastraría a una fría cárcel.

El chavismo va a enfrentar con su poder a todo lo que significa enfrentar a la justicia. La impunidad era uno de los objetivos que perseguía Maduro  luego de las elecciones de  2018, era la única garantía para proteger sus vidas y sus bienes mal habidos, saben que sus aliados son poco confiables en el momento que se produzca una negociación con Estados Unidos y  “pidan la entrega de Nicolás o uno de sus aliados”. 

El escenario político de Venezuela es complejo, la sociedad vive momentos inciertos, en el que confluyen demócratas que buscan la salida dialogada y la violencia provocada por un chavismo sin mañana, con oscuras relaciones geopolíticas delicadas y acciones relacionadas con terrorismo, narcotráfico, violación de derechos humanos, corrupción y crimen organizado. Variables nada fáciles de negociar si se llega a esta opción, porque si se escoge esta salida tendrán que garantizar impunidad a los corruptos y genocidas de la nomenclatura.

El chavismo juega con lecciones históricas. 24 años en el poder han demostrado que la mentira y la fuerza pueden mantenerlos en él, igual lo han hecho las dictaduras de los Castro en Cuba y Vladimir Putin en Rusia. Sin embargo, aún manteniéndose en el poder, de ahora en adelante el piso político se resquebrajó  y va a ser difícil caminar sobre él. El haber mostrado los resultados y desnudar la mentira, evidencian una vez más que la verdad es un arma letal  para los regímenes mentirosos, crueles y autoritarios.

Redacción VUSA