Luego de los buenos deseos y los abrazos de hace un par de días para darle la bienvenida a un nuevo año, la gente sintoniza con sus expectativas: ¿qué nos deparará el 2024?
Hay una guerra en Ucrania que llega a su segundo año pero ahora se encuentra relegada al limbo del olvido; el conflicto en Oriente Medio luego de la matanza de judíos por el grupo terrorista Hamás el pasado 7 de octubre, se intensifica y amenaza con extenderse durante todo el 2024 sin acuerdos posibles pero carcomida por una extenuante derrota mediática, la desaceleración económica ahora es global, la sombra de la recesión se extiende, ningún país escapa de ella, la crisis bancaria es una gran rueda de la rata, al igual que las operaciones de lavado de dinero mundial involucradas en esta debacle de entidades financieras, las operaciones de “geolavado” entre gobiernos sostienen dictaduras criminales, la violencia de Estado asesina a opositores, muertes en Ecuador y Venezuela por parte de las mafias del narcotráfico, pero nada que sea tomado en cuenta como grave por el ojo público, la desaparición y posterior prostitución de niños es un tema incómodo para los intereses de los noticieros, la alarmante cifra de migrantes que deambula por el mundo no sensibiliza a nadie y solo parece interesar al mercado de trata de blancas y de la esclavitud moderna, y la crisis medio ambiental que agota un planeta que no resiste más inundaciones, sobreproducción, tala, quema, incendios, terremotos y calentamiento global? Dejaron de ser desastres para convertirse en anécdotas.
¿Son cosas de la mitología urbana o el periodismo de los grandes medios al servicio de las nuevas ideologías fracasó? carecen de consistencia para darle seguimiento a una historia, arropados por la inmediatez y la pérdida de foco de las redes.
Después del colapso de la pandemia se instauró una tendencia que controla el flujo de información, distrae las comunidades e incita la incertidumbre que permite dudar de la realidad y banalizar el odio como algo cotidiano.
El ciudadano común luce afectado por ese efecto “fentanilo” de la maquinaria de narrativas espúreas y su efecto distractor desde las redes sociales; la nueva torre de Babel de la incomunicación moderna, que ha logrado “normalizar” y “banalizar” por ejemplo ataques terroristas, o bombardeos con víctimas fatales entre judíos y palestinos, o los ataques de Putin a una Ucrania convertida en polvo, ante la indiferencia mundial.
Eso sin contar que ¾ partes del planeta les sabe a cacahuate la destrucción de las economías para incitar los volúmenes migratorios, o el secuestro de los poderes públicos que dejaron de ser autónomos por conveniencia en todas las democracias respetables, con daños colaterales a futuro para las víctimas del monopolio del poder que ostentan estos clubes de dictadores.
Año nuevo pero mismos conflictos
Si la cantidad de muertes globales y el negocio de las vacunas marcaron al planeta en 2020 y 2021 en la era del Covid-19; en 2023 y 2024 el auge del secretismo, la desinformación, el uso de la tecnología para la manipulación, el avance de una inteligencia artificial sin normativa jurídica, y la hegemonía de los extremistas, continuarán bombardeando la justicia, la verdad argumentable, y la ética y la moral que hace posible toda convivencia humana, abriendo las puertas a la barbarie para el 2024.
En su libro ”Sapiens: De animales a dioses”, el historiador israelí, Yuval Harari menciona la desinformación y la manipulación de los gobiernos a través de la IA como los principales focos de preocupación para el futuro próximo. Harari menciona que la tecnología de la información y la inteligencia artificial pueden ser utilizadas para crear noticias falsas y manipular la opinión pública. Asegura que desde la pandemia comenzó a debilitarse la confianza en las instituciones lo que ha traído graves consecuencias a las democracias que intentan sobrevivir.
Igualmente la desinformación, los fakes y la manipulación de imágenes, sonidos, voces y documentos desde la IA, plantea importantes desafíos para la libertad de expresión, la privacidad, la salud mental y los derechos humanos.
Elecciones
El 2024 estará marcado en nuestro continente por importantes procesos electorales en El Salvador, Panamá, República Dominicana, México, Uruguay, Puerto Rico y los Estados Unidos, que igualmente podrían cambiar el rostro sobre las nuevas tendencias y acuerdos políticos a futuro.
En Venezuela nadie sabe si se llevarán a cabo las elecciones este año ante la imposibilidad de una fecha concreta, debido a que las condiciones para una cita electoral entre la candidata escogida por los venezolanos en unas primarias, María Corina Machado, y un régimen dictatorial que teme perder el poder en unas elecciones libres, aún son objeto de una negociación internacional.
Se desconoce si durante el 2024 el país, víctima desde hace 24 años de una dictadura parásita que destruyó su economía y generó una de las peores crisis migratorias de la historia con 8 millones de venezolanos desterrados por el mundo, termine sumergido en el más rancio de los autoritarismos sin estado de derecho, o por el contrario logre ponerse de pie y reconstruir el país con la mayor inflación del planeta pero con la mayor reserva de petróleo del mundo.
@damasojimenez