Hugo Delgado: El funcionario invisible

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Venezuelan President Hugo Chavez (L) and Venezuelan Minister of Foreign Affairs Nicolas Maduro applaud during the ceremony in which Uruguayan writer Mario Benedetti (out of frame) was decorated for his professional carreer, 18 December 2007, at the University building in Montevideo. Chavez was in Uruguay for the XXXIV Mercosur Heads of State Summit, which took place earlier on Tuesday. AFP PHOTO/Miguel ROJO (Photo credit should read MIGUEL ROJO/AFP/Getty Images)

“Lo malo no son las roscas, sino no estar metida en ellas”. (Periodista Antonio Marcano+)

Lo ocurrido con la vicepresidente de Colombia, Francia Márquez, y su traslado en helicóptero  a su residencia privada para evitar el insoportable tráfico bogotano, es una demostración del  para qué la dirigencia izquierdista latinoamericana “agarra el poder”.

No importa si destruyen  vidas o bienes materiales privados y públicos,  o asesinan, lo importante es lograr el objetivo final: el poder para descargar sus iras y frustraciones. Lo peor está por venir, luego de llegar a los puestos de control político, sus andanzas muestran las huellas del resentimiento, los deseos de venganza y el uso de dineros público  para disfrutar la “dolce vita”.

Un silente funcionario público de Venezuela, honesto en esencia y profesional  de alto nivel, características que impidieron que el chavismo lo aplastara con su poder, a pesar que ellos sabían que no comulgaba con sus ideas, narró sus andanzas vividas con representantes  de la nomenclatura, por todo el mundo.

Corrían los primeros años del régimen de Hugo Chávez, un día en su residencia refería a varias anécdotas de las andanzas del resentido Presidente y de su nomenclatura rojita. Lo  primero que hizo al iniciar la conversación, fue quitarle la pila al teléfono celular, la razón: “ No confío en los teléfonos, ni siquiera apagados, estos aparatos son rastreados por el servicio de inteligencia cubano que protege a Chávez”.

Otra de las interrogantes estuvo relacionada con el liderazgo y ascendencia de Chávez en el continente. Aclaró, “todos los apoyos logrados por Chávez son gracias a la chequera que lleva en el maletín, cada vez que  sube hacer mítines en Argentina o Nicaragua, al bajar de la tarima entregaba el cheque. Igual ocurre con los supuestos apoyos espontáneos cuando llega a cualquier país de  Europa o Latinoamérica, todas las movilizaciones las organizan funcionarios de las delegaciones diplomáticas con los movimientos de izquierda y los medios de prensa locales”.

El hecho que activó la megalomanía de Chávez fue su primer viaje a Arabia Saudita (2001), decía. Al fallar “el camastrón”, durante el largo recorrido, aterrizó en la Libia de Muamar Gadafi, un país congelado en el tiempo; se le pidió el favor al rey para que le prestara uno de sus aviones y terminar el recorrido. La aeronave tenía una cama grande con un decorado de león, la cabeza con su melena desplegada en la cabecera y las patas que la soportaban, eran de oro, al igual que los grifos de los baños.

Al llegar a Venezuela, el acomplejado líder tercermundista, mando a comprar y remodelar un avión más grande que el viejo camastrón, de ahí surge la idea del Airbus 319 (2001) del que poco se escucha y costó 59 millones de dólares.  En ese periplo, el exceso de riqueza lo afectó mentalmente, dice el funcionario invisible. Los regalos en las recepciones eran prendas de oro de 24 quilates y los funcionarios que lo acompañaban se las llevaban todas. Le regalaron un caballo pura sangre árabe que luego lo enviaron en uno de sus aviones y lo instalaron en Fuerte Tiuna. La realeza sedujo, con tanto lujo, al insignificante teniente coronel, quien perdió lo poco que le quedaba de “criollo”.

Pero no solo era Chávez el envilecido por la riqueza. Los complejos y deficiencias de personalidad eran notables en sus séquitos y familiares, decía el funcionario invisible. En un viaje a Roma, un militar se hospedó en un hotel 5 estrellas, al día siguiente pidió que le cambiaran el hotel porque las esencias de baño que le colocaron para la tina “no le agradaron”. Irónicamente, comentó, “ese tipo no sabía de eso, siempre había utilizado los baños de las barracas”, y se echó a reír.

En otros de los tantos viajes, el derroche con los dineros públicos era impresionante. Pero no solamente era la nomenclatura nacional, hubo personajes como la cuestionada politiquera colombiana, Piedad Córdoba, que también disfrutó las “mieles del poder”,  ella gozaba de tarjetas con gastos ilimitados pagados con dineros de los venezolanos.

“Los mandatarios panas”, como  Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Daniel Ortega (Nicaragua), Manuel Zelaya (Honduras) y muchos otros, también recibieron su “buena tajada”, en dólares o petróleo. Fue la dosis seductora que utilizó Hugo Chávez, con el asesoramiento de Fidel Castro, el “chulo mayor” de la Venezuela rojita, para tenerlos como aliados.

Un episodio poco conocido fue cuando en uno de sus arranques solidarios con su pana Evo Morales, decidió romper relaciones con Estados Unidos (septiembre de 2008), en ese entonces el chofer de buses, era canciller. Entre las bravuconadas e insultos de Chávez, el gobierno de Washington le informó que la esposa del embajador, Patric Duddy, vendría a Caracas a resolver unos asuntos y le advirtió que si ocurría algún incidente, expulsarían a todos los funcionarios venezolanos en 24 horas ¿Adivinen qué ocurrió? Chávez y Maduro les garantizaron que nada iba pasar y se quedaron “tranquilitos”.

El bravucón volvió a sus andanzas. El refrán dice que perro que ladra no muerde. Eso ocurrió  luego del incidente de la muerte del genocida narcoguerrillero, Raúl Reyes (marzo 2008), en los límites entre Colombia y la Ecuador del corrupto Rafael Correa. Luego de las tensiones diplomáticas entre Chávez y el presidente Álvaro Uribe, se da un encuentro en el complejo refinador de Paraguaná (estado Falcón- julio 2008).

Cuenta el funcionario invisible, que ambos ingresaron solos a una sala de reuniones, al cabo de unos minutos el ofuscado militar salió golpeando escritorios  (ya en Miraflores era común este tipo de pataleos, al igual que las peleas con María Isabel) y diciendo groserías, pasada la rabieta regresó al recinto de la reunión ¿Qué pasó, qué le dijo o mostró Uribe? Eso lo sabe el diminuto expresidente neogranadino.

Cuando la nomenclatura viajaba, lo primero que hacían, al bajarse del avión, era ir a las afamadas y exclusiva tiendas de Madrid, Nueva York, París, Londres, Milán, Roma o Miami. Ese fenómeno no se ha detenido. La hemorragia de la corrupción alimentó el ego rojito. Según dijeron los cómplices excomulgados, “el monje” Jorge Gordini y Héctor Navarro, después de sus complicidades, se atrevieron a decir que miles de millones de dólar se fugaron hacia cuentas personales y empresas de maletín, pero nunca dieron nombres. 

Uno de los episodios que expresa la mediocridad de la dirigencia chavista, fue cuando designaron Ministro de Relaciones Exteriores a Nicolás Maduro (2006), cuenta el funcionario invisible. Cuando iban a elaborar su currículum vitae no sabían que colocar, no tenían nada que escribir, solo su carrera como politiquero de oficio eran sus únicos avales. Los funcionarios se miraron unos a otros y dijeron “el papel aguanta todo”. La ignorancia de la política exterior era tal, que un renombrado diplomático rojito que se jacta de su sabiduría y formación académica, en una visita  a Rusia, le dijeron que entre la agenda estaba ir al Ballet Bolshoi, y él -desubicado- preguntó “si Bolshoi quedaba lejos de Moscú”, los acompañantes solo se rieron en privado.

Cuando Chávez fue a Nueva York a dar el famoso discurso del “huele azufre” (2006) contra George W. Bush, ocurrió un incidente con el flamante canciller Maduro. Las autoridades de seguridad lo detuvieron en el aeropuerto. Inmediatamente el bravucón adujo que era un atropello del imperio contra Venezuela. Nadie dijo que su detención fue producto del uso de un pasaporte ordinario que no tenía sello de entrada, ya que él había utilizado uno diplomático para ingresar a EUA,  en el momento que pretendía tomar un vuelo a Florida, a donde planeaba pasar unos días con unos amigos y familiares. Además, causó sospechas porque llevaba un maletín con una gran cantidad de dólares en efectivo, el cual abrió cuando iba a pagar los boletos.

Luego de las anécdotas de un testigo silente de la historia de los últimos 23 años, cada lector sacará sus conclusiones sobre los hechos y las razones que han llevado a Venezuela a su descomposición y ruina. Lo cierto es que desde quien le sirve el café a los amos de Miraflores, hasta los funcionarios silentes, saben más que los propios jefes, quienes en muchos episodios los humillan o hablan más de la cuenta, sin prever que estos personajes observan y escuchan.

@hdelgado10