“Los profetas no conocen el futuro. Solo transmiten las palabras que el Señor les inspira en el momento presente”. Paulo Coelho
No hay que ser tan acucioso para darnos cuenta que en Venezuela hay un gran vacío entre lo que la gran mayoría de la población aspira y demanda y lo que los dirigentes políticos ofrecen. Nos hacen recordar aquél lema de una gran empresa publicitaria del país que rezaba: “Permítanos pensar por Ud.” Parece que todavía no se dan cuenta que estamos en otros tiempos, que el mundo ha cambiado y que la gente también; piensan con cabeza propia, observan con malicia, desconfían de todos y muchas veces actúan con viveza, aunque no podemos generalizar.
Sigo creyendo, sin ser profeta, que la sociedad que tenemos no va a sacrificar más generaciones tontamente, como en el caso cubano, detrás de la utopía y el engaño comunista. Aquí la única revolución que existe es la revolución de las expectativas crecientes de la gente, mediante la cual la mayoría reclama la refundación del orden democrático sobre la base de instituciones renovadas, el rescate de los valores que nos caracterizan, la unidad y reconciliación entre quienes puedan y deben hacerlo, y el establecimiento de un modelo de relaciones sociales fundamentado en la igualdad de oportunidades para todos, la no discriminación y la inclusión participativa.
La gente aspira a opinar, participar e influir en las decisiones que los afectan y espera un liderazgo con una oferta superior a la del paternalismo de Estado que vulnera su dignidad y que lo hace cada vez más dependiente de quienes detentan el poder.
El régimen impostor de Chávez-Maduro está empeñado en hacernos nadar contra la corriente al querer imponernos una forma de organización social que una altísima proporción de la población rechaza; al mismo tiempo, quiere minimizar la propiedad privada, que la gente defiende y busca imponer el principio de que ser rico es malo con lo cual está en desacuerdo, porque lo malo es la pobreza.
Hay muchos venezolanos conscientes de esta situación y luchamos por evitarla para lograr los cambios necesarios. El 31 de enero recién pasado tuvimos la oportunidad de conversar con el Doctor Gustavo Coronel quién generosamente atendió la invitación del Comité de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología dependiente de Venamérica que yo coordino y al cual me he referido antes. Nuestra discusión se centró sobre el tema coincidente de la necesidad de formar “buenos ciudadanos activos”, es decir, personas conscientes de sus derechos y de sus deberes en el entendido que para lograrlo se requiere educar en valores, o sea, que se asuma como una política de Estado, que permita incorporarlos de manera transversal en los programas de estudio en los distintos niveles y modalidades, que se preserve en el tiempo y que se imparta por maestros y profesores que tengan la firme convicción de transmitir esos valores.
La dirigencia opositora debe analizar cuidadosamente las demandas y exigencias de la sociedad venezolana porque si bien las políticas económicas tienen un peso específico en la reconstrucción del país, las políticas sociales como la educación en valores , no colide con ellas y son esenciales para fortalecer los cimientos de la sociedad y con ello la democracia como sistema y forma de gobierno. Necesitamos aprovechar el tiempo y apresurarnos en hacer los cambios que se requieren porque como dice Baltasar Gracian “ lo único que realmente nos pertenece es el tiempo. Incluso aquél que nada tiene, lo posee.”
Nuestra sociedad requiere con urgencia recuperar el orden, es decir, el respeto al Estado de Derecho, la vigencia de las leyes, el funcionamiento eficiente y responsable de las instituciones, un trato con equidad, garantía en el ofrecimiento de igualdad de oportunidades para todos, un comportamiento ético de unos líderes verdaderos y el deseo de trabajar juntos por el país.
Neuro J. Villalobos Rincón
nevillarin @gmail.com