La nostalgia es definida como “la enfermedad del regreso” ahora la sufro, todas las mañanas enciendo el celular, busco Youtube y me conecto con el programa de César Miguel Rondón y espero la sesión “Noticias de Venezuela”.
César Miguel Rondón no me dice cosas diferentes a las que se leen en las páginas web de noticias que yo mismo leo todos los días, pero, escuchar la voz de Rondón me conecta a las viejas mañanas en la que hacía el recorrido de mi casa hasta mi trabajo. Aquí el determinante posesivo “mi” me produce un descalabro que a veces me cuesta superar, porque ya no tengo “mi casa” y tampoco tengo “mi” trabajo.
El futuro que algunos habíamos pronosticado en el ya lejano 1998 ha llegado rápido, como un rayo en cielo sereno: El país ha sido destruido. Destruido con indiferencia homicida.
Esa indiferencia homicida, presente, por ejemplo, en un Diosdado Cabello que afirma que las muertes de venezolanos en la selva del Darién son un show mediático, en Tibisay Lucena, que, por orden de Nicolas Maduro, autodefinido como “el presidente obrero”, roba los derechos laborales del sector universitario como antes robaba elecciones. En fin, indiferencia, verdaderamente homicida de un régimen que no se inmuta por la desgracia humanitaria que viven los más vulnerables.
Ahora, justamente, veo a Juan Requesens sentenciado a 8 años de prisión por un delito que ha sido fabricado.
El rostro de Juan Requesens que veo me recuerda al que fue presentado drogado y en un estado lamentable a la opinión pública por, un innegablemente enfermo, Jorge Rodríguez en cadena nacional.
Era Requesens con una mirada extraviada y triste conociendo el otro lado de las cosas, ese lado donde se convirtió en el objeto del odio de unos tipos cuyo empeño ha sido la construcción de una comunidad de odio cuyos mas conspicuos representantes se empeñan cada segundo de su gobierno y de su vida en deshumanizar a los que piensan diferentes. Con Requesens han ido mas lejos de lo que los creíamos capaces.
Bueno me disculpo por este último comentario. Ya lo sabemos que el régimen ha sido capaz de cualquier cosa.
Y como ya sabemos que es capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder es por la que se hace necesario salir del régimen y construir una mayoría que se haga sustantiva y que crea una narrativa que se conecte con la gente y sus demandas, para que se materialice en un empuje popular que rebase el ámbito paralizante que se ha instalado en el seno de la sociedad después del fallido proyecto de la transición propuesto por Guaido y compañía.
Pero, no está demás decirlo: la mayoría que se constituya debe superar la desconfianza (También el miedo) que hoy la caracteriza, pues una mayoría desconfiada (y también con miedo) no es mayoría. Esto debe ser muy difícil de ser entendido por la oposición, pues no da señales de leer adecuadamente las demandas de la gente y anteponer los intereses de todos a sus mezquinos intereses.
@enderarenas